Los recientes enfrentamientos de Israel en su frontera norte desviaron la atención del público y los medios de comunicación del orden de prioridades de la ciudadanía y de sus problemas económicos y sociales que tanto influyeron en el resultado de las últimas elecciones.
Ahora, finalizados los combates, el retorno a la rutina obliga a renovar el debate sobre estos temas, teniendo en cuenta el accionar del Gobierno, y de la población civil, en relación a los hechos sucedidos en el norte de Israel.
Gran parte de la ciudadanía israelí mostró su solidaridad, su espíritu de voluntarismo y su interminable capacidad creativa en el esfuerzo de ayudar a los miles de habitantes que se encontraban bajo los bombardeos masivos. Entre ellos, se destacaron los kibutzim -ya sea en las fronteras o alejados de ellas- con un masivo despliegue organizativo. Esos mismos kibutzim, que fueron el tema central en los debates públicos de los últimos años, esencialmente por sus procesos de reformas sociales y económicas, volvieron a mostrar su firmeza, su unidad social y su gran perfil solidario.
17 soldados de los kibutzim cayeron en esta guerra; casi un 20% del total de las víctimas, cuando la cantidad de los habitantes de los kibutzim es, apenas, el 2 ó 3% de la población del país.
A pesar de ello, no comparto la evaluación del General Stern: no creo que haya que comparar la cantidad de víctimas entre los soldados de los kibutzim con aquellos que llegaron de Tel Aviv; estoy plenamente convencido que también en Tel Aviv hay muchos jóvenes que se educan en el camino de los significativos valores de entrega y contribución al Estado.
No obstante, la guerra sorprendió a gran parte de la ciudadanía convencida de que los kibutzim se privatizaron y prácticamente dejaron de existir como tales.
Definitivamente no es así; los kibutzim, tal vez, privatizaron el pago de sus productos de consumo, pero no sus valores.
La solidaridad en acción
Luego de concluir dos décadas de intensas crisis y estando ahora en medio de un período de crecimiento, los kibutzim cuidaron los valores fundamentales sobre los que desarrollaron la idea principal del Kibutz: la solidaridad, la ayuda mutua y la igualdad básica.
En nombre de dichos valores, más de 50 kibutzim continuaron accionando bajo un fuego constante durante poco más de 30 días, arraigados a sus normas de vida: preocupándose por sus miembros y cuidando sus medios de producción, los cuales siguieron funcionando aún en los momentos más difíciles.
En nombre de esos valores, los kibutzim que estaban fuera de la línea de alcance de los misiles hospedaron durante todo el mes a más de 15.000 residentes de la zona norte del país, respondiendo a cualquier pedido con un voluntarismo y un entusiasmo sin fin. Cuentan que el millonario judío-ruso Guenady Gaidamak gastó medio millón de shekels diarios en mantener su «ciudad de carpas» en las playas de Nitzanim que hospedó a 5.000 personas. Hagan ustedes mismos las cuentas; creo que los números hablan por sí solos.
Así como toda la sociedad israelí, los kibutzim llevaron a cabo numerosas reformas estructurales en los últimos años; pero la firmeza y la solidaridad que mostraron sus miembros con el resto de la población, determinan los límites del nuevo frente de acción ciudadano: el frente civil.
En la era de las privatizaciones -en todos los aspectos de la vida del Estado- muchas veces la responsabilidad social queda en manos de los ciudadanos y depende de sus propias organizaciones comunitarias.
Es importante y se debe luchar para acentuar el compromiso del Gobierno para con sus ciudadanos, pero de ningún modo deben desecharse las iniciativas, la responsabilidad y la solidaridad de la sociedad civil.
Durante los últimos años, la imagen pública de los kibutzim estaba situada en los marcos de un movimiento pasado de época y un ente que se desarrolló a costa de otros sectores de la sociedad israelí.
Los trágicos hechos de esta guerra, mostraron que a pesar de las dificultades de las últimas décadas, el Movimiento Kibutziano vive y palpita, y que aún le queda mucho por aportar al resto de la sociedad israelí.
Otra vez en el frente
A pesar de las reformas estructurales que los kibutzim debieron realizar, conseguimos cuidar y preservar nuestros marcos elementales de solidaridad social, educación hacia iniciativas y responsabilidad personal que posibilitaron la magnífica confrontación con los hechos en el norte del país.
La responsabilidad de los kibutzim no acaba con el cese de fuego. Ahora, con la vuelta a la agenda social, es de esperar que el Movimiento Kibutziano se coloque nuevamente en el frente para que juntos podamos construir nuevos marcos de educación cívica que incentiven la responsabilidad personal y funcionen como punto de apoyo de la solidaridad comunitaria. Sólo así la sociedad israelí podrá enfrentarse con las dificultades que aún le esperan en temas de seguridad y sociales, sin dejar atrás a las capas marginadas que aún existen dentro de Israel.