Un análisis después de la guerra

De la manía a la depresión

Treinta y tres días de guerra. La más larga desde 1949. En el lado israelí: 154 muertos, 117 de ellos soldados. 3970 cohetes lanzados contra Israel, 37 civiles muertos, más de 422 civiles heridos. En el lado libanés: aproximadamente 1.000 civiles muertos, miles de heridos. Un número desconocido de combatientes de Hezbollah muertos y heridos. Más de un millón de refugiados en ambos lados. ¿Qué se ha logrado por este precio terrible?

Por Uri Avnery

«Triste, sin pretensiones, deprimido», fue como el periodista Yossef Werter describió a Ehud Olmert, unas horas después que el cese de hostilidades había surtido efecto.
¿Olmert? ¿Sin pretensiones? ¿Es este el mismo Olmert que nosotros conocemos? El mismo Olmert que golpeó la mesa y gritó: «¡No más»! Quien dijo: «¡Después de la guerra, la situación será completamente diferente que antes!”
Quien prometió un «Nuevo Medio Oriente» como resultado de la guerra.
Los resultados de la guerra son obvios:
Los prisioneros que sirvieron como ‘casus belli’ (o pretexto) para la guerra, no han sido liberados. Ellos sólo regresarán como resultado de un intercambio de prisioneros, exactamente como Hassan Nasrallah propuso antes de la guerra.
Hezbollah ha permanecido como era. No ha sido destruido ni desarmado, ni -incluso- removido de donde estaba. Sus combatientes se han probado a sí mismos en la batalla y han almacenado elogios incluso de los soldados israelíes. Su comando y estructura de comunicación han continuado funcionando hasta el final.
Su estación de televisión todavía está transmitiendo.
Hassan Nasrallah está vivo y dando puntapiés. Persistentes intentos para matarlo fallaron. Su prestigio es muy alto. Por todas partes en el mundo árabe, de Marruecos a Irak, están siendo compuestas canciones en su honor y su fotografía adorna las paredes.
El ejército libanés se desplegará a lo largo de la frontera, de lado a lado con una gran fuerza internacional.
Ese es el único cambio material que se ha logrado.
Esto no reemplazará a Hezbollah. Hezbollah permanecerá en el área, en cada pueblo y ciudad. El ejército israelí no ha tenido éxito en removerlo de un solo pueblo. Eso era absolutamente imposible sin remover permanentemente la población a la que pertenece.
El ejército Libanés y la fuerza internacional no pueden y no confrontarán con Hezbollah. Su misma presencia allí depende del consentimiento de Hezbollah. En la práctica, comenzará un tipo de coexistencia de las tres fuerzas, cada uno sabe que tiene que acudir a los términos de los otros dos.
Quizá, la fuerza internacional podrá impedir las incursiones de Hezbollah, como la que precedió esta guerra. Pero también tendrá que impedir las acciones israelíes, como los vuelos de reconocimiento sobre El Líbano.
Eso es porque el ejército israelí objetó, al principio, tan vigorosamente la introducción de esta fuerza.

Mala atmósfera

En Israel, ahora hay una atmósfera general de desilusión y abatimiento. Desde manía hasta depresión. No es sólo que los políticos y los generales están disparando acusaciones unos a otros, como lo previmos, sino que el público en general también está expresando críticas desde cada ángulo posible. Los soldados critican la conducta de la guerra, los soldados de la reserva se quejan sobre el caos y la falla de suministros.
En todas los partidos, hay nuevos grupos de oposición y amenazas de divisiones. En Kadima. En el Laborismo. Parece que en Meretz, también, hay mucho fermento, porque la mayoría de sus líderes poco menos que apoyó el dragón de la guerra hasta último momento.
A la cabeza de las críticas estuvieron marchando -sorpresa, sorpresa- los medios de comunicación. La entera horda de entrevistadores, comentaristas y corresponsales quienes (con muy pocas excepciones) se entusiasmaron con la guerra, quienes engañaron, desinformaron, falsificaron, ignoraron, engañaron y mintieron por la patria, que ahogó toda la crítica y marcó como traidores a todos los que se opusieron a la guerra. Ellos están ahora corriendo delante de la multitud linchadora.
Cuán predecible, cuán desagradable. De repente ellos recuerdan lo que nosotros hemos estado diciendo bien desde el principio de la guerra.

Fracasos huérfanos

Esta fase es simbolizada por Dan Halutz, el Jefe de Estado Mayor. Sólo ayer él era el héroe de las masas, estaba prohibido proferir una palabra en su contra. Ahora está siendo descripto como un explotador de la guerra. Un momento antes de enviar a sus soldados a la batalla, encontró el tiempo para vender sus acciones, ante la expectativa de un declive del mercado accionario.
La victoria, como es bien conocido, tiene muchos padres, y el fracaso en la guerra es un huérfano.
Del diluvio de acusaciones y protestas, un eslogan se destaca, un eslogan que debe enviar un frío escalofrío debajo de la espina dorsal de cualquiera con buena memoria: «los políticos no permitieron al ejército ganar.»
¡Exactamente como ya lo escribí, nosotros vemos delante de nuestros propios ojos la resurrección del viejo lamento: «ellos apuñalaron al ejército por la espalda!»
Así es como funciona esto: después de mucho tiempo, dos días antes del final, empezó a rodar la ofensiva terrestre. Gracias a nuestros heroicos soldados, los hombres de la reserva, era un éxito deslumbrante. Y entonces, cuando estábamos al borde de una gran victoria, el cese de hostilidades entró en vigencia.
No hay una sola palabra de verdad en esto. Esta operación que se planeó, y en la que el Ejército gastó años entrenándose, no fue llevada a cabo tempranamente, porque estaba claro que no traería ninguna ganancia significativa y sería costosa en vidas. De hecho, el Ejército podría haber ocupado áreas extensas, pero sin poder desalojar a los luchadores de Hezbollah de ellas.
Por ejemplo, el pueblo de Bint Jbeil bien próximo a la frontera, fue tomado por el Ejército tres veces, y Hezbollah permaneció allí hasta el final.
Si hubiéramos ocupado 20 pueblos y ciudades como éste, los soldados y los tanques habrían sido expuestos en veinte lugares a los ataques mortales de los guerrilleros con sus muy eficaces armas antitanques.
¿En ese caso, por qué se decidió, a último momento, llevar a cabo esta operación después de que la ONU ya había requerido un cese de las hostilidades? La respuesta horrorosa: fue un cínico -para no decir vil- ejercicio del fallado trío. Olmert, Peretz y Halutz quisieron crear «una foto de victoria», como fue abiertamente declarado en los medios de comunicación. En este altar se sacrificaron las vidas de 33 soldados (incluso una mujer joven).

Para la foto

El objetivo era fotografiar a los soldados victoriosos a la orilla del Litani. La operación podía durar sólo 48 horas, cuando el cese de hostilidades entrara en vigencia. A pesar del hecho que el Ejército usó helicópteros para aterrizar las tropas, el objetivo no fue logrado. En ningún punto el Ejército alcanzó el Litani.
Para comparar: con la primera guerra de El Líbano, la de Sharón en 1982, el Ejército cruzó el Litani en las primeras horas. (El Litani, a propósito, ya no es un río real, sino simplemente un riachuelo poco profundo. La mayoría de sus aguas están derivando lejos de allí, en el norte. Su último trecho está aproximadamente 25 kilómetros distante de la frontera, cerca de Metulla la distancia es sólo 4 kilómetros).
En esa oportunidad, cuando el cese del fuego surtió efecto, todas las unidades que tomaron parte habían llegado a los pueblos siguiendo la ruta del río. Allí ellos se tornaron patos sentados, rodeados por combatientes de Hezbollah, sin líneas de abastecimiento seguras. Desde ese momento, el Ejército tenía un sólo objetivo: sacarlos de allí tan rápidamente como era posible, sin tener en cuenta quién podría tomar su lugar.

El ascenso de la derecha

Si se establece una comisión de investigación -como debe ser- e investiga todos los movimientos de esta guerra, empezando con el método de decisión para iniciar lo que fue hecho, también tendrá que investigar la decisión de comenzar esta última operación. ¡La muerte de 33 soldados (incluso el hijo del escritor David Grossman que había apoyado la guerra) y el dolor que causado a sus familias lo demanda!
Pero estos hechos no están todavía claros. El lavado de cerebro realizado por los comentaristas militares y los ex-generales, que dominaron los medios de comunicación en ese momento, ha tornado la tonta -casi «criminal» diría- operación en un desfile de victoria conmovedor. La decisión del liderazgo político para parar esto es visto, ahora por muchos, como un acto de derrotistas, invertebrados, corruptos y hasta traidores políticos.
Y ése es exactamente el nuevo eslogan de la derecha fascista que está levantando ahora su desagradable cabeza.
Después de la Primera Guerra Mundial, en circunstancias similares, la leyenda de «el cuchillo en la espalda del Ejército victorioso» creció. Adolfo Hitler lo usó para llegar al poder, y durante la Segunda Guerra Mundial.
Ahora, incluso antes que el último soldado caído haya sido enterrado, los generales incompetentes están empezando a hablar descaradamente sobre «otro round», la próxima guerra que vendrá seguramente «en un mes o en un año», Dios lo quiere. Después de todo, nosotros no podemos acabar la cuestión así, en el fracaso. ¿Dónde está nuestro orgullo?

La victoria de la lógica

EL público israelí está en un estado de shock y desorientación. Las acusaciones -justificadas e injustificadas- son echadas a rodar en todas las direcciones posibles, y no puede preverse cómo se desarrollarán las cosas.
Quizás, al final, ganará la lógica. La lógica dice: lo que se ha demostrado exhaustivamente es que no hay ninguna solución militar. Eso es verdad en el Norte. Eso también es verdad en el Sur, donde nosotros estamos confrontando con un pueblo entero que no tiene ya nada que perder. El éxito de la guerrilla libanesa animará a la guerrilla palestina.
Por lógica, para ganar, debemos ser honrados con nosotros mismos: puntualizar con precisión las fallas, investigar sus causas más profundas y extraer las conclusiones apropiadas.
Algunas personas quieren evitar eso a cualquier precio.
El Presidente Bush declara a gritos que los israelíes han ganado la guerra. Una victoria gloriosa sobre el Mal. Como su propia victoria en Irak.
Cuando un equipo de fútbol puede escoger al árbitro, no es ninguna sorpresa si es declarado ganador.