¿Por qué hay muchas series israelíes en las plataformas de streaming?

Con el título "Israel al mundo, el boom de las series israelíes", el 8 de junio se realizó una presentación virtual con la participación de la Dra. Gabriela Jonas Arahoni (Argentina-Israel) y del Dr. Franthiesco Ballerini (Brasil), en la cual se analizó, desde diferentes perspectivas, el fenómeno de las series israelíes. En esta nota compartimos los principales conceptos y reflexiones aportadas por los especialistas.
Por Ana Wortman

El mundo no sabía mucho de Israel, de su sociedad y de su singularidad, hasta que aparecieron las series en plataformas. Como se podrá advertir, la importante producción de series israelíes tiene varias aristas. En efecto, hay procesos vinculados, en primer lugar, a la cuestión nacional israelí; en segundo lugar, a las dinámicas de las plataformas; en tercer lugar, a cómo la sociedad israelí fue mutando en la percepción de sí misma y, por último, a procesos relacionados con el lugar que asumen las industrias culturales (musicales y de contenido audiovisual) en determinados países no hegemónicos.

Con Gabriela Jonas Arahoni, profesora en Sapir College, nos preguntamos cómo la producción de series televisivas israelíes habladas en hebreo -un idioma que solo se habla en Israel- puede haber alcanzado semejante repercusión global. Podemos precisar una primera etapa de producción en la cual tres de ellas fueron compradas por productoras de EE.UU.:  Be tipul (luego En terapia, que en el año 2006 asumió 72 formatos); Hatufim (que se convirtió en la famosa Homeland); y Euforia (que fue comprada para 21 formatos). En general se trata de dramas televisivos, con producciones de bajo costo y muy creativas.

La aparición de las plataformas de streaming cambió el modelo de negocios de la industria cultural, ya que estas plataformas tienden a comprar series y audiovisuales que no son de habla inglesa debido a que se perciben más atractivas, y además son de bajo costo. Así es como Netflix, tiene un subgénero “películas y series israelíes”.

En el encuentro se destacaron tres tipos de series: aquellas vinculadas con temas traumáticos para la sociedad, como la ocupación y la guerra; las vinculadas con el mundo ortodoxo; y las relacionadas a diversos aspectos de la cotidianeidad de la sociedad israelí. 

En el primer caso, la más exitosa es Fauda, que en árabe quiere decir Caos. Su actor Lyon Raz tiene la particularidad de haber participado en conflictos bélicos antes de haber estudiado actuación, un excelente ejemplo de lo que proponemos transmitir con este debate.

Asimismo, lo nuevo y distintivo de este momento de las series para plataformas es el bilingüismo o trilinguismo en algunos casos. Fauda abrió las puertas a otras series de ese estilo que tuvieron menos éxito, y que en algunos casos fueron cuestionadas por diversos motivos, como por ejemplo Hit and Run y Cuando los héroes vuelan.

En segundo lugar, encontramos las series producidas por seculares, quienes miran como una parte de la sociedad moderna israelí, global y cosmopolita, a la comunidad ortodoxa en sus diferentes variantes: descubren una sociedad, un submundo paralelo ¿Cómo se vincula el mundo ortodoxo con el resto de la sociedad israelí y el mundo? Si bien hay una creciente presencia de partidos políticos ortodoxos en el gobierno, los israelíes ven a estos grupos como grupos exóticos Así es como el exotismo de judíos ultraortodoxos constituye tanto un público en Israel como a nivel internacional. Por ejemplo, Unorthodox, que no es israelí, y otras películas documentales, interesaron fuertemente al público americano y al resto del mundo.  

Esta “curiosidad” coincide con el crecimiento de escuelas de cine y TV orientadas a un público religioso. De una de estas escuelas surgió el actor israelí Michel Aloni, protagonista de Shtisel y de Miss Jerusalem, una serie que tuvo muchísimo éxito al mostrar en términos de vida cotidiana, la historia de Palestina hasta convertirse en el Estado de Israel, pasando por la ocupación otomana y el protectorado británico, así como las tensiones entre el mundo sefaradí y ashkenazi dentro de la comunidad judía. También allí se destaca el multilingüismo de la región (ladino, hebreo, árabe, inglés, turco).

Por su parte Franthiesco Ballerini, Doctor en Comunicación Mediática y Procesos Socioculturales y periodista de cine brasileño, reflexiona sobre el fenómeno a partir del concepto “Soft power”, poder suave o poder blando, que también es el título de su premiado libro. Allí alude a la posibilidad de convencimiento y de seducción de la cultura a partir esencialmente de sus industrias creativas como proyección de un sistema a nivel internacional. En esta perspectiva, el suceso de las series israelíes debe comprenderse en el marco de estrategias de los países para posicionarse a nivel internacional. Este fenómeno viene ocurriendo desde la finalización de la Segunda Guerra Mundial con Hollywood en los EE.UU., con la invasión musical británica a través de los Beatles, o con la moda francesa. Por ejemplo, Brasil tiene 3 poderes suaves, lo cual posicionó a este país mundialmente: el Carnaval, la Bossa Nova, y las telenovelas (exportadas a 100 países).

Más recientemente, a partir de políticas internacionales centradas en las potencialidades de desarrollo de las industrias creativas, aparecen nuevos países asumiendo estos “poderes suaves”, como es el caso de Corea del Sur, Turquía e Israel.

En la proyección global de las series israelíes, Ballerini señala que es clave el papel de las plataformas y la lógica de producción. Al igual que en el cine español de Almodóvar, se alude a temas locales en combinación con temas mundiales y formatos que fueron exitosos. Shtisel es exitosa por la incorporación de estilos tipo Downtown Abbey o This is Us.

En esa lógica debe entenderse la participación de las series israelíes en la competencia por los Premios Emmy o la presencia en Festivales, como el caso de The Lesson. Más recientemente y a partir de la incorporación de la actriz americana Glenn Close, se destaca Teherán, una serie con una buena producción, filmada en Grecia.

Desde esta perspectiva podemos comprender por qué China fracasa en su intención de pertenecer al mundo global. El gobierno ha generado Chinawood, la mayor industria cultural del mundo, pero el país carece de libertad de expresión. Lo mismo sucede, a pesar de las diferencias en términos de desarrollo económico, con Palestina. Este país está produciendo películas y series, como por ejemplo Qabdat al-Ahrar (Puño de los libres, 2018), pero atravesadas por un conjunto de prohibiciones ideológicas, religiosas, y de la imposibilidad de realizar autocríticas. Esto es lo contrario a lo que ha venido sucediendo con las series israelíes. Israel es una potencia de producción, calidad, libertad de expresión, de hablar de lo que quiere.

La incógnita es qué sucederá en el futuro en un contexto en el cual el gobierno quiere controlar la libertad de expresión. La censura en la producción cultural coarta la creatividad y la potencia de este fenómeno.