Una aproximación a partir de la arquitectura de las colonias judías del Baron Hirsch

La dimensión judía del campo argentino

La muestra presentada en el espacio de arte AMIA, del fotógrafo italiano Michele Migliori, nos acercó al arte y la arquitectura judía de sinagogas y cementerios en las colonias Baron Hirsch de las provincias de Buenos Aires, Santa Fe, Entre Ríos y La Pampa, dando cuenta de las características únicas de la inmigración judía asentada en las zonas rurales.
Por Ana Wortman

Mucho se ha escrito sobre cómo se ha constituido la Argentina, cómo es su identidad social, cultural, política y económica. Forma parte del relato imaginario de qué manera han influido -en representaciones, comportamientos, lenguajes, gastronomía, gestualidad, y la cultura en general- la presencia de italianos y españoles. Y si bien se reconoce que la colectividad judía en la Argentina es una de las más grandes del mundo en la diáspora, la segunda en América luego de la de EEUU, poco se sabe de su importancia y/o presencia en la conformación de su identidad nacional. Esta pregunta comienza a estar presente en recientes producciones culturales nacionales, como por ejemplo a partir del llamado Nuevo Cine Argentino, en producciones de plataformas en formato de serie como El fin del amor. También se han publicado libros sobre la presencia de autores judíos en la historia del tango y más recientemente en el lunfardo. En relación con Buenos Aires y sus identidades, el año pasado tuvimos la suerte de contar con la realización del documental A big Shtetel, acerca de la presencia judía en la Ciudad de Buenos Aires. Distintas “judeidades” se constituyeron a partir de la presencia de la diáspora judía en diferentes zonas de CABA, contribuyendo en cada una a darle una singular identidad. Judíos de Europa Oriental en unas, judíos sefaradíes en otras, o combinaciones con diferentes colectividades, dieron lugar a esa mezcla cultural sobre la que hablan los libros sobre Buenos Aires, colocando a esta ciudad en un ranking particular del mundo, al modo de NYC por su singularidad en cuanto a oferta cultural, producción musical singular como el tango, etc

Otra historia es la que protagonizaron los judíos que formaron parte del proyecto de colonización del Baron Hirsch, que con el propósito de salvar a los judíos ashkenazi de la persecución y la muerte en el entonces denominado Imperio Ruso, llegaron a la Argentina en las dos últimas décadas del siglo XIX en coincidencia con el proceso de formación del Estado Argentino y la llamada Generación del 80. Estos judíos, primero fueron llevados a Carlos Casares, provincia de Buenos Aires, luego a Santa Fe, a Moisés Ville, luego a Entre Ríos -la colonización más numerosa-, y por último a Rivera, a Bernasconi y a otros pueblos de la provincia de La Pampa.  Como ocurrió con el proyecto de colonización de otras colectividades, como la francesa, la alemana, la inglesa, la suiza y la italiana en Santa Fe, en Entre Ríos, en el sur de Córdoba y en otras regiones, la cuestión de la tenencia de la tierra fue un obstáculo para un proyecto agrícola de chacareros, debido a que las familias debían pagar muy caros los arrendamientos de casas y tierras. Lentamente estas zonas se fueron debilitando y hacia fines de los años 30 y 40, sus descendientes se fueron a vivir a ciudades como Rosario, Córdoba, La Plata y Buenos Aires, en el contexto de cierta movilidad social posible en la Argentina hasta los años 70.

Las colonias fueron experimentos modernistas de organización social de corte iluminista, herederos del judaísmo de ese tenor que ya existía en los shtetels. Todas contaban con la organización de una biblioteca, cines, espacios para el teatro y la música, escuelas y fundamentalmente -como indicadores de comunidad- la existencia de cementerios y sinagogas propias. También allí se fundaron periódicos y cooperativas, algunas pioneras de esta forma de organización comunal y ejemplo para otras posteriores creadas en distintas regiones del país, como la cooperativa de Lucienville y la de Villa Domínguez.

La muestra de fotos del fotógrafo italiano, Michele Migliori[1], formado en el Departamento de Arte Judío de la Universidad Bar-Ilan, sobre Cementerios y Sinagogas de las viejas y abandonadas colonias, da cuenta de los imaginarios que constituyeron a los colonos en su sacrificada migración de aldeas desde Europa del Este, muchas de ellas situadas en las actuales Ucrania, Rumania o el Sur de Polonia. 

A través de las fotografías podemos percibir ilusiones, esperanzas y también los límites y obstáculos de estos proyectos. Tomar contacto de lo que fue el plan de colonización a través de la mirada de Migliori produce cierta tristeza por la marca de lo que fue y ya no está, por cierto abandono de los que constituyeron comunidades donde se concebía un proyecto de desarrollo social y cultural al mismo tiempo; a través de estas fotografías se pretende dar cuenta de estas marcas en el contexto de la historia del arte judío. La imaginería de estas comunidades de la diáspora tiene rasgos en común con otras, y también rasgos únicos. Se señala un elemento común en la forma de los frentes de las sinagogas muy similar a la arquitectura de las que existían en los lugares de donde provinieron, típicas de Europa Oriental, en particular en las más antiguas; por el contrario, en las más recientes se percibe una mayor asimilación con la arquitectura del campo argentino. En todas se pueden observar los leones que sostienen las Tablas de la Ley, pero en las notas al pie de las fotos, escritas por Migliori, se advierte que no todos los leones son iguales. También candelabros desdibujados dan cuenta de que esa parte de la sinagoga que persiste era el lugar de la ubicación de las mujeres en el rezo. En muchos cementerios otro elemento que el fotógrafo destaca es la presencia de fotografías del difunto, aspecto que, como bien sabemos, está prohibido en el judaísmo. Migliori no lo observó en otros lugares del mundo. De esta manera pretende señalar que en esa migración judía hubo, a pesar de las dificultades y los conflictos, cierta incorporación de los hábitos locales.

Celebramos la realización de esta muestra documental como parte de la historia del patrimonio judío mundial, del patrimonio rural argentino, y de las formas que fue adoptando el judaísmo en sus sucesivas diásporas.


[1] Nació en Florencia Italia. Su investigación se enfoca en el arte y arquitectura de las sinagogas de las antiguas colonias judías y otros pequeños asentamientos del interior de Argentina y su relación con las sinagogas europeas. Además, trabaja para la Jewish Heritage Europe desde 2019, un portal en línea de noticias, información, y reportajes sobre monumentos y sitios patrimoniales judíos en Europa. Actualmente Michele vive en Jerusalem, Israel.