«La gente pregunta por qué, y la pregunta sigue en el aire hasta hoy, por qué los judíos nos levantamos recién en 1943, cuando en el gueto quedaban sólo entre 50.000 y 60.000 judíos que habían logrado sobrevivir». Es la pregunta que Simja Rotem (Shimon Rathajzer, «Kazik») le planteó a su comandante de la época del Levantamiento, Marek Edelman, cuando ambos se encontraron y mantuvieron una conversación sin tapujos. Rotem indagó acerca de por qué los judíos armados se rebelaron en 1943 y no un año antes, antes de que fueran deportados a la muerte 300.000 judíos. Edelman respondió que previamente no creían que los judíos de Varsovia iban a ser exterminados. «De pronto llegó el hombre aquel del campo de Belzec e informó sobre el exterminio. Yo registré lo que él dijo. Le creí porque conocía bien a aquel hombre, pero creí que era una cuestión puntual de ese lugar y le pregunté si pensaba que eso podía llegar a ocurrir en Varsovia, y me dijo que sí», resumió Edelman.

Esa confesión surge durante una larga conversación llevada a cabo hace 25 años, en la casa de Edelman, en Lodz, Polonia. Dos días seguidos hablaron dos veteranos combatientes, whisky mediante y envueltos en el humo de cigarrillos. Tenían varios temas acuciantes, sensibles y complejos que dilucidar. Un fotógrafo polaco contratado por Rotem documentó ese encuentro. El resultado: nueve casetas de una hora cada una, lo dejó Rotem hace 15 años en manos de los productores de cine documental, Yael Kifer y Ronen Zaretzky, a quienes conoció cuando la filmación de «Los últimos rebeldes», donde documentaron a los últimos héroes del Levantamiento que sobrevivieron. Con un pedido: no utilizar ese material hasta después de su muerte. Ahora han transcurrido casi cinco años desde su fallecimiento (22.12.1918), pero recién ahora pudieron dedicarse Kifer y Zaretzky a ver las grabaciones y descubrieron un tesoro documental histórico.
Una de las conversaciones grabadas trata sobre el objeto que perseguía el Levantamiento. Los dos veteranos combatientes acuerdan que no había ninguna posibilidad de salvar a las decenas de miles de judíos que vivían en el gueto destinados a los transportes de la muerte. «Creo que no teníamos la intención de salvar vidas», dijo Rotem. Edelman asintió y completó: «Todo lo que pretendíamos era elegir cómo morir. Nada más. Eso era todo».
Se hace difícil colegir de la conversación y del contexto histórico quién fue el que advirtió acerca del exterminio y de qué campo había logrado escapar. Ninguno de los dos criticó a quienes no se atrevieron a oponerse y rebelarse. Es así que cuando Rotem pregunta «¿Por qué iban los judíos a los crematorios?» y se responde que era «porque estaban hambrientos», Edelman no estuvo de acuerdo con él, y Rotem insistió: «Escucha, Marek, me sorprende tu actitud. Iban porque estaban hambrientos. Aún de haber sabido lo que les esperaba, habrían ido a las cámaras de gas. Tú y yo también lo habríamos hecho». Edelman lo interrumpe, «Tú, jamás habrías ido». Rotem responde: «No estoy tan seguro. Nunca estuve tan hambriento como para ir». En eso Edelman estuvo de acuerdo: «Yo tampoco sufrí hambre». Y Rotem acotó: «Por eso no fuiste».
Hablando de Adam Czerniakow, jefe del Judenrat en el gueto, que se suicidó en medio de la gran redada en julio de 1942, dice Edelman: «En vez de suicidarse pudo haber avisado, ´Judíos, los van a asesinar´», a lo que Rotem responde esgrimiendo todo tipo de razones por las cuales pudo haber optado por el suicidio. A esos argumentos, responde Edelman, «Yo le exijo no morir una muerte particular. En tanto líder de centenares de miles de personas debió haberles permitido pararse sobre sus dos pies».

Otra de las conversaciones abordó el tema de la heroica huida que Rotem organizó después del Levantamiento, durante la cual él mismo sacó a combatientes del gueto en llamas a través de la red de saneamiento hacia el lado ario de Varsovia. Rotem interpela a Edelman: «Cuando entrabas a la cloaca se te acercaron varias mujeres, prostitutas, y te pidieron entrar contigo». «Y les dije que no», dijo Edelman. Rotem preguntó: «¿Por qué?, ¿qué te importaba que entraran contigo y se salvaran?» «No es algo que pueda explicar hoy», empezó diciendo Edelman. Rotem no cejó: «Entonces no estaba a tu lado y hoy quiero entender por qué». Edelman explicó que, retrospectivamente, piensa que entonces pudo haber temido que ellas pusieran en peligro toda la operación. «Habíamos estado meses preparando todo, y de pronto aparecieron esas dos mujeres, eran buenas, ayudaron en todo tipo de cosas, pero era cuestión de confianza. No las conocía. Éramos como una familia, y de pronto viene un factor extraño, fue una reacción instintiva del momento… Pude haber dicho que todo aquel que quisiera se nos uniera, pero no pude, porque sabía que la acción había sido organizada por nosotros, para nosotros, no podía permitirme adjuntar gente», explicó.
En ese punto, Rotem intentaba contener las lágrimas al contar una experiencia similar: «Antes de abandonar el gueto, vi un montón de cadáveres, y de pronto oí allí el llanto de una criatura. Me detuve por un instante y vi a una madre abrazando una criatura. La madre estaba muerta. El bebé lloraba. Me había detenido, lo miré, y seguí caminando». Contó que esa imagen lo persigue desde entonces. «No puedo decir que por eso no duermo de noche, pero aún hoy, cuando lo pienso, no dejo de preguntarme si pude haber hecho algo diferente», dijo. Edelman giró la mirada hacia un cuadro con una madre judía en la pared de esa habitación y contó que pintó a una madre real que vio en el gueto. «¿Acaso pude haber hecho algo? No». Con eso puso fin a la conversación.

Otros temas de las conversaciones grabadas incluyen las complejas relaciones entre judíos y polacos durante el Levantamiento, la personalidad de Antek Zuckerman, las funciones de Rotem en la huida del gueto y la personalidad del líder del Consejo y la comunidad judía, Adam Czerniakow.
Edelman fue uno de los asociados a Mordejai Anilevich en la conducción del Levantamiento, miembro del Bund, no-sionista. Después de la Guerra se quedó a vivir en Polonia, donde ejerció su profesión de médico. Falleció en el 2009 y hasta hoy se lo considera héroe nacional en su patria. Rotem, del movimiento Akiva, se radicó en Jerusalén y se hizo hombre de negocios. Murió en el 2018 y quedó casi en el anonimato.
Kifer y Zaretzky tienen ante sí mucho trabajo. Las grabaciones demandan, ante todo, tareas de tecnología para digitalizarlas y luego traducirlas del polaco. Después, el material requerirá una rigurosa edición de modo de obtener la información relevante. El 10 de mayo presentarán algunos minutos en ocasión de conmemorarse los 80 años del Levantamiento, en la Cinemateca de Tel Aviv. La encargada de presentarlo será Rina Rivak, investigadora y catedrática de Cinematografía histórica. «El documento de las conversaciones mantenidas por los veteranos constituye un tesoro histórico que arroja luz sobre aspectos humanos del acontecimiento mítico del Levantamiento del Gueto de Varsovia», dijo.
¿Cuál fue la razón por la que Rotem quiso filmar el encuentro con Edelman? Zaretzky supone que buscaba el reconocimiento de la importante función que cumplió en el Levantamiento, mientras que aquí, quienes cosecharon la gloria fueron Itzjak Zuckerman y Tzivia Lubetkin.
«Al parecer, eso le pesaba. Estas conversaciones son una especie de terapia sicológica para él», acota Zaretzky. «Le resultaba importante que supieran que sobrevivieron porque él los sacó del gueto», agrega Kifer.
La profesora Havi Dreifuss, investigadora del Holocausto de los judíos polacos y en la Universidad de Tel Aviv, cuyo libro, «El gueto de Varsovia: el fin», es la investigación más amplia y actualizada del gueto y del Levantamiento, asesora a Kifer y a Zaretzky. «Hay aquí una ventana apasionante al diálogo íntimo de dos personas impactantes, cada uno de ellos hizo cosas admirables en la Guerra», dice ella. «Este diálogo no sólo es conmovedor y acrecienta las añoranzas por personas así, sino que también devela una serie de temas históricos y plantea interrogantes sobre la memoria humana y la memoria colectiva», agrega. «Sabemos que hay cosas sobre las que los sobrevivientes, y entre ellos también los combatientes del gueto de Varsovia, no hablaron. Por otra parte, hay no pocos temas –más y menos conflictivos– acerca de los cuales hablaron sólo consigo mismos. Estas grabaciones nos permiten asomarnos a parte de ese discurso».