Meir Shalev nació en Nahalal, un moshav fundado en 1921 y ubicado en el valle de Jezreel. Hijo de una familia de pioneros rusos, allí pasó parte de su infancia y ese paisaje y esa gente fueron la materia prima de algunas de sus novelas, en las que con maestría y talento narró ficciones enlazadas con la historia de Israel a lo largo del siglo XX. A sus diez años, la familia se trasladó a Jerusalén y también ese paisaje de la ciudad antigua y moderna alimentó sus novelas, enriquecidas con descripciones, humor e ironía.
Comenzó trabajando en la televisión israelí como productor y periodista en 1975 y condujo durante los años ochenta un programa de cultura que se transmitía en el canal estatal los viernes por la noche. Desde entonces y hasta su muerte publicó su columna semanal de actualidad, primero en el diario Haaretz y más tarde en Yedioth Ahronot.
Si bien su primer libro, La Biblia ahora (Tanaj ajshav), una compilación de relatos bíblicos con una mirada crítica y actual, data de 1985, su primera novela fue publicada en 1988. Desde entonces aparecieron ocho novelas, numerosos libros infantiles, ensayos y una obra de teatro, que se está montando por estos días.
Sus libros fueron traducidos a muchos idiomas. En español podemos encontrar: El chico de las palomas, Por amor a Judith, Mi abuela rusa y su aspiradora americana y Lola (infantil).
Meir fue un intelectual comprometido que expresó en su columna periodística y en numerosas entrevistas sus ideas políticas y su mirada pacifista y crítica sobre la realidad israelí y los políticos de derecha. Muchas veces hizo oír su voz en manifestaciones y actos, aunque la enfermedad le impidió participar de las protestas que se vienen desarrollando en los últimos meses.
Shalev fue un erudito de la lengua hebrea y la manejaba con delicadeza y exquisitez, incorporando en su prosa vocablos y expresiones provenientes de diferentes fuentes de esta lengua milenaria. Al recibir en 2020 el título de Doctor Honoris Causa del Instituto Weizman, pronunció las siguientes palabras: “Mi padre, Itzjak Shalev, fue poeta y maestro, y fue miembro de la Academia de la Lengua Hebrea. Esa es la razón por la que estoy acá hablando hebreo y no inglés. Lo hago con cierto temor, ya que, si pronunciara el discurso en inglés, mi padre se levantaría de su tumba y me reprendería. Y lo hago con el amor que heredé de él por la lengua hebrea. Y también orgulloso por la virtud con la que fui bendecido al nacer en esta lengua pequeña y remota y como todo escritor hebreo, con la alegría de saber que soy un eslabón de la cadena más larga de la cultura judía y universal”.
Todo idioma tiene sus frases hechas a la hora de despedir a quien fallece, pero decir que la muerte de Meir Shalev es una pérdida gigantesca, tiene asidero en la realidad. Fue un escritor querido y respetado, con lectores fieles y generaciones de niños que crecieron leyendo sus historias. La mejor manera de honrarlo, es leer sus libros. Bendita sea su memoria.