Porque la abundancia en la que vivimos puede llevarnos a olvidar el Pésaj que se celebraba en los guetos donde las puertas se cerraban al anochecer, la pobreza de tantos de nuestros antepasados que dependían de la ayuda de la comunidad para tener matzá en sus mesas, y el Pésaj que no se celebraba en los campos de concentración.
En cada Pesaj renovamos la tradición, porque la celebración de la libertad no puede disociarse de la libertad con la que celebramos la tradición.
La tradición vivida en libertad nos permite formar parte de comunidades en las que corresponde a cada individuo buscar sus vínculos y sentimientos de pertenencia.
La tradición tiene mucho que enseñarnos cuando transmite valores al servicio de la vida y la justicia. Y debe dejarse de lado cuando nos muestra caminos que nos deshumanizan.
Sigue siendo válida la narración de la salida de Egipto de un pueblo que lucha por la libertad, pero no los castigos a los que fueron condenados los egipcios.
Recordemos que Moisés indicó que un pueblo libre es aquel que tiene leyes válidas para todos. Y que los profetas criticaron a los que se preocupan por la forma y no por el contenido, y que hay que luchar contra los dirigentes que cometen injusticias.
Porque en Pésaj formamos parte de todas las generaciones que fueron oprimidas y de una tradición que no es una camisa de fuerza, agradecemos:
Shehejyanu, ve´quimanu ve’higuianu lazman haze.
Que vivimos, que existimos, que hemos llegado a este momento.
- Científico social uruguayo, nacionalizado brasileño, profesor retirado de Sociología en la Universidad Federal de Río de Janeiro. Es Director del Edelstein Centro para Búsqueda Social y del Proyecto Plataforma Democrática 12. Ha publicado 30 libros y más de 100 artículos, en desarrollo político latinoamericano, relaciones internacionales, el impacto social de tecnologías nuevas, judaísmo y teoría sociales.
