Un libro sobre los activistas judíos argentinos y su vínculo con las luchas de liberación nacional

De rebeldías y revoluciones.

“No quise escribir algo original ni único, pero pude agrupar a muchas personas que, desde una etnia, trataron de construir un mundo más justo e igualitario, conspirando, organizándose, combatiendo. Hablo de gente que armó cooperativas, gremios y sindicatos en la Argentina; gente que puso y pone sus habilidades y conocimientos al servicio de una sociedad más humana, fraterna y solidaria”, sostiene Roberto Baschetti el referirse a su nuevo libro Argentinos. Judíos. Rebeldes. Revolucionarios.
Por Laura Haimovichi

Militante peronista y licenciado en Sociología, el investigador Roberto Baschettihabla de su nuevo libro, Argentinos. Judíos. Rebeldes. Revolucionarios. Considerado Personalidad Destacada por la legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, el historiador de 73 años supera con esta flamante entrega la publicación de medio centenar de libros propios y en coautoría. En este particular compendio rescata y valora las historias de activistas judíos argentinos de distintas épocas y su vínculo con las luchas de liberación nacional.

Biografías como las de Ezequiel Adamovsky, Roberto Aizemberg, Ricardo Aronskind, Daniel Baremboim, León Benarón, Alejandro Bercovich, Mauricio Birabent, Aída Bortnik, Myriam Bregman, Elsa Drucaroff, Cora Gamarnik, Teresa Israel e Irene Haimovichi, son sólo algunas de las que aparecen en Argentinos.

Ya habían tratado temáticas similares el historiador israelí Raanan Rein y la pedagoga argentina Nerina Visacovsky en sus respectivos volúmenes Los muchachos peronistas judíos y Argentinos, Judíos y Camaradas, aunque con enfoques distintos  y, en todo caso, complementarios.  

Baschetti advierte que con los documentos empleados para su libro “se desmienten falsedades y se derrumba el mito de que Perón y los peronistas eran nazi-fascistas”, gracias a materiales que viene reuniendo desde 1975 y que fueron también la base de otros trabajos. “Es increíble la pésima información, el desconocimiento y la mala leche que tienen quienes se oponen al peronismo, en particular algunos medios concentrados de poder y personajes políticos, que repiten cosas que nunca ocurrieron o deforman la realidad”.

Roberto Baschetti

Residente enla bonaerense localidad de Bella Vista, el autor es un archivista y bibliófilo interesado especialmente en la historia del movimiento peronista. Cientos de colegas suyos y estudiantes de distintas procedencias acuden a él para consultar su prolífica colección de documentos y siempre encuentran las puertas abiertas.

Ex director del Departamento de Adquisiciones de la Biblioteca Nacional, el sociólogo trabajó también en la emblemática Editorial Universitaria de Buenos Aires (EUDEBA) y fue asesor de la Comisión Nacional de Bibliotecas Populares (CONABIP). En su flamante proyecto ofrece apuntes de vida de más de 1677 mujeres y hombres, plasmados en fotos y textos que se extienden a lo largo de 809 páginas. El libro lo edita bajo el sello Jirones, que lleva adelante junto a la artista plástica Nora Patrich, su compañera. Baschetti vive rodeado de plantas y obras de arte, y sus flamantes historias reunidas están ordenadas por etapas cronológicas y en forma alfabética.

“Comencé por recuperar del olvido aquienes, desde fines del Siglo Diecinueve, desembarcaron en estas tierras. Perseguidos en la vieja Europa, eranportadores delas ideologías comunistas, socialistas y anarquistas y, además de sobrevivir, se organizaron con sus emejantes, trabajadores explotados por el capitalismo salvaje”.

En Argentinos. Judíos. Rebeldes. Revolucionarios, Baschetti exhuma a decenas de militantes judíos que dejaron todo y se involucraron en la Guerra Civil Española “para defender a la República del franquismo cavernícola. Algunos murieron, muchos fueron apresados o deportados. Cientos de sobrevivientes perdieron una batalla pero no la Guerra, y se alistaron para combatir luego contra el nazismo y el fascismo durante la Segunda Conflagración Mundial. Nunca bajaron los brazos”, explica el autor, responsable de mantener viva la memoria colectiva a través de éste y otros libros emblemáticos, como Documentos de la Resistencia Peronista.

Casos paradigmáticos de su nueva investigación son los de Adolfo Kaminsky y Meir Berliner. Kaminsky formó parte de la Resistencia Francesa a la ocupación nazi y fue considerado un héroe galo. Más adelante, desde el Frente de Liberación Nacional Argelino enfrentó al colonialismo francés. Berliner estuvo preso en el campo de concentración de Treblinka y en condiciones desfavorables, “mil a uno y me quedo corto”, aclara, “apuñaló y mató a un oficial nazi durante una formación militar. Así, vengó las injustas muertes de su mujer e hija gaseadas en aquel lugar de exterminio”.

Su recopilación vuelve a la Argentina. “Encuentro y relato quienes fueron los adelantados que conformaron la Organización Israelita Argentina (OIA), una entidad comunitaria que apoyó las medidas nacionales y populares del gobierno de Perón (1946-1955). Esa tarea les valió la repulsa e incomprensión dentro de la misma colectividad”. Allí se detiene en la biografía de Pablo Manguel, primer embajador argentino en el Estado de Israel entre 1949 y 1954, y en la de Sujer Matrajt (también de la OIA) que , creáse o no, ya era espiado por la CIA en mayo de 1949.

A partir del derrocamiento de Perón, en septiembre de 1955, la Argentina ingresa “en una espiral de violencia que no cejará hasta 1983. La sociedad toma parte activa o pasivamente, y ya nada será igual en los hogares, agrietados por la dualidad peronismo-antiperonismo. “Miles de compatriotas se involucran en la Resistencia Peronista, una acción revolucionaria en la que participaron tres generaciones. Entre ellos, muchos judeo-argentinos decididos a pelear bajo la consigna ‘Perón Vuelve’. No la tuvieron fácil: para la represión eran ‘peronachos’ a eliminar; y para algunos de sus compañeros no eran confiables porque venían del judaísmo”. Con el tiempo “los melones se fueron acomodando solos en el carro. Había que desconfiar de otros, que se ponían la camiseta peronista en beneficio propio y rosqueaban con el gobierno de turno”, evalúa.

Se ocupa también de Julio Bortnik, que con varios compañeros sustrae y recupera en 1963 el sable corvo de San Martín para entregárselo a un Perón exiliado. “El paso siguiente fue reconstruir las biografías (y fatalmente las muertes) de aquellos militantes comprometidos con la Tendencia Revolucionaria del Peronismo; movimientistas o alternativistas. Eran impulsores de un país Justo, Libre, Soberano y Socialista y confluyen allí más de una docena y media de organizaciones de superficie y clandestinas. Un sentimiento patriótico los animaba. Dijo mi amigo David Coco Blaustein: ‘Mi generación sintió la necesidad de abrazarse al país, nos sentíamos los primeros hijos argentinos de aquellos imigrantes’.”

En paralelo florece y se desarrolla la Nueva Izquierda, formada por vertientes de la izquierda revolucionaria que rompen con los partidos tradicionales de esta tendencia. Como en el caso anterior, desentierra nombres y apellidos propios. Un ejemplo es el de Manuel Negrin (PRT-ERP), de quien un compañero suyo, rugbier juvenil, al saber sobre su fin asevera: “Tenía una solidaridad sin límites, se puso en riesgo pudiendo disfrutar de una vida plena de clase alta . Será inolvidable”.

La represión y elexterminio generalizado, desde 1975 con la Triple A y a partir de 1976 con el Terrorismo de Estado, alcanzó a comunistas, socialistas y trotskistas. Se los menciona y reconoceen este libro junto con centenares de delegados obreros “con conciencia de clase, incorruptibles y defensores a ultranza de sus compañeros frente a las patronales que en inmensa mayoría aportaron sus legajos para facilitar el trabajo de los genocidas”.

La lista de asesinatos se incrementó con el secuestro de numerosos estudiantes, delegados de colegios secundarios y universitarios, así como científicos y abogados de presos políticos y gremiales que, “en condiciones terroríficas, seguían presentado recursos de amparo y hábeas corpus. Se losr ecupera íntegros en sus principioséticos en pos de memoria, verdad y justicia”.

En 1982, durante los albores de la democracia, surgió el Movimiento Judío por los Derechos Humanos encabezado por el rabino Marshall Meyer y el periodista Herman Schiller. Este último desgrana una explicación, inserta en la obra, sobre las semejanzas y diferencias entre el sionismo en Israel y el peronismo en Argentina.

En la contemporaneidad surge el Llamamiento Argentino-Judío, con definiciones “valientes y certeras en cuanto a la cuestión nacional, nacional, su posicionamiento en el campo popular y sucrítica a organismos como la DAIA”, señala Baschetti en el libro.

También se suman aquellos judeo-argentinos “enfrentados a la política del Estado de Israel con el pueblo palestino. Intelectuales dan su parecer critico y se escucha por primera vez la voz de jóvenes pacifistas –enrolados por la fuerza en el ejército hebreo- que se niegan a usar las armas para reprimir y sojuzgar”.

Sobre el final aparecen las nuevas generaciones de argentinos de origen judío que suman su esfuerzo y constancia para que “en nuestro país, los más postergados vivan mejor y puedan satisfacer sus necesidades básicas. ‘Nadie puede sentirse realizado en un país que no se realiza’, dijo alguien. Esta gente lo tiene muy claro”.

Es el comienzo de una tarea que Baschetti espera acrecentar con nuevos testimonios. “El objetivo es poner al descubierto esa falacia instalada por sectores fascistas, nazis, de derecha, que buscan un chivo expiatorio y deforman la realidad hasta adaptarla a sus preconceptos”.