La extrema derecha en Israel

Un gobierno inflexible que daña las relaciones internacionales

Cuando el ministro de Justicia israelí, Yariv Levin, puso a rodar la reforma judicial, no solo exacerbó la indignación en Estados Unidos, sino que generó una ola de rechazo inédita, tanto a nivel local como internacional. Resulta difícil imaginar cómo Israel gestionará sus vínculos con Occidente en este contexto.
Por Damián Szvalb

Durante los tres primeros meses del gobierno de Bibi Netanyahu y sus socios de extrema derecha, se han deteriorado las relaciones internacionales de Israel, por dos motivos: su política hacia los palestinos, que está en manos de los sectores más antiárabes de la política israelí, y el impulso de la reforma judicial, una batería de leyes que, así como está planteada, dañará–para decirlo suavemente– la democracia israelí.

Lo primero afecta, sobre todo, los vínculos que Israel fue tejiendo con los países árabes sunitas en el marco de los Acuerdos de Abraham. No es que los países que se acercaron a Israel (Emiratos Árabes Unidos, Bahréin, el Reino de Marruecos y Sudán) se hubieran sensibilizado ahora con los palestinos, pero los duros posicionamientos del nuevo gobierno con respecto a los asentamientos y a la administración civil en Cisjordania hacen ruido en la calle árabe. A esto hay que sumarle la escalada de violencia que se registra en ese territorio.

Desde 1967, Cisjordania ha sido administradapor el Ministerio de Defensa y las Fuerzas de Defensa de Israel(FDI). Los asentamientos israelíes, que gran parte de la comunidad internacional considera ilegales según el derecho internacional, no gozan del mismo estatus que las ciudades dentro de Israel y muchos de sus servicios dependendel Ministerio de Defensa y el Ejército israelí.

Bezalel Yoel Smotrich, líder del Partido Sionista Religioso y al que Bibi nombró, además de ministro de Finanzas, como “segundo” en Defensa, y sus partidarios, han intentado durante muchos años “normalizar” el estatus de los asentamientos y hacer que se asemeje al de los pueblos y ciudades dentro de Israel. La transferencia de autoridades de las FDI a los ministerios civiles sería un paso importante en esa dirección.

Lo que completa un panorama preocupante para Israel, en relación con el mundo árabe y musulmán, es el abrazo entre los sauditas e Irán,quealeja la posibilidad de normalizar relaciones con Arabia Saudita, el objetivo central de Bibi en política exterior.

La relación con Estados Unidos, en supeor momento

Las relaciones entre Estados Unidos e Israel se han vuelto a tensionar como pocas veces desde que a principios de los setenta establecieron una sólida alianza. El anterior conflicto también tuvo de protagonistas a Bibi y aun presidente demócrata, Barack Obama. Se llevaban mal personal y políticamente. Ahora es Joe Biden y su administración la que han entrado en crisis con el gobierno de Israel.

Apenas Bibi ganó las elecciones, a finales del año pasado, el gobierno de Biden empezó a percibir que la conformación ideológica de la coalición a la que podía aspirar el entonces jefe de la oposición israelí iba a dificultar los acuerdos futuros entre ambas administraciones sobre dos temas siempre sensibles: cómo abordar el plan nuclear iraní y la política hacia los palestinos. Ahora se sumó un tercero: la reforma judicial que impulsa Bibi.

Cuando se conocieron los nombres de los integrantes de la coalición, en los pasillos de la Casa Blanca se empezó a discutir la estrategia a seguir en las relaciones con el nuevo gobierno de Israel. Allí se comenzó a debatir cómo se iba a encarar esa relación. Es más, se empezó a evaluar la posibilidad de no mantener vínculos directos con algunos de sus ministros, como Ben-Gvir y Smotrich, que el gobierno de Estados Unidos define como ultranacionalistas.

Consciente de estas preocupaciones en el corazón de la Casa Blanca y ya a punto de asumir, Bibi intentó, a través de entrevistas, dejar en claro que el que mandaría seríaél y no Ben Gvir ni Smotrich: “Ellos se unen a mí, no yo a ellos”. A esta altura, la preocupación por el rumbo que podía adoptar el nuevo gobierno ya era compartida por buena parte de la comunidad judía de Estados Unidos. Por esos días el diario The New York Times publicaba un editorial en el que calificaba al nuevo gobierno de “amenaza significativa para el futuro de Israel”.

En febrero todo siguió empeorando. Estados Unidos le hizo saber a Bibi que no aceptaba que, en el acuerdo que permitió la conformación de su gobierno, se estableciera que Smotrichcapitanease dos unidades militares a cargo de la administración civil en Cisjordania. La negativa se fundaba en el temor de queesa decisión desatase movimientos unilaterales, como la expansión y anexión de asentamientos de Israel, que pudieran obstaculizar la negociación de una solución de dos estados al conflicto israelí-palestino. Cada vez son menos los que no se resignan a aquella solución para resolver el conflicto.

Dos hechos adicionalesiban a tensar aún más las relaciones. El primero fue el ataque al pueblo palestino deHawarapor parte de cientos de colonos, poco después de que un palestino matara a dos israelíes en la misma zona. Fue uno de los crímenes de odio más significativos cometidos por israelíes contra palestinos en los últimos años. El otro fueron las declaraciones deSmotrichacerca del hecho: llamó a la destrucción de Hawara

Ante el ataque de los colonos, el gobierno de Estados Unidos le pidió a Bibi Netanyahu que persiguieraa los perpetradores israelíes de los incidentes con “igual rigor” que el que exhibe conlos palestinos que llevan a cabo ataques contra israelíes. Además, la Administración Biden a través del portavoz del Departamento de Estado, Ned Price, condenó los comentarios de Smotrich sobre Huwara y los calificó de “irresponsablesy repugnantes”. La tensión fue de tal magnitud que el Departamento de Estado evaluó negarle una visa para dar una conferencia en ese país, visa que, finalmente, le fue otorgada.

La reforma judicial

El feroz impulso de la reforma judicial está consiguiendo algo inédito: al mismo tiempo que genera estragos en las relaciones con Occidente, que ve con preocupación este avance que anularía la independencia de los poderes, envalentona a los países “menos” amigos, que observan con atención la crisis interna que esta reforma generóyel modo en queésta debilita la imagen del país en todo el mundo.

En este panorama, de a poco todos se le animan: desde la alcaldesa de Barcelona y su absurda decisión de “romper” relaciones con Israel y suspender el hermanamiento de esa ciudad con Tel Aviv, hasta los palestinos, que intentan en Naciones Unidas que el Consejo de Seguridad apruebe una resolución contra la política del gobierno israelí,la cualbusca expandir los asentamientos en Cisjordania. Creen que puede pasar lo mismo que en diciembre de 2016, cuando la administración Obama no vetó una resolución del Consejo contra los asentamientos, lo quegeneró una fuerte crisis entre Israel y Estados Unidos.

La reforma judicial está agrietando la relación con Estados Unidos y ha provocado momentos incómodos paraBibi en sus recientes visitas a Italia y a Alemania. El canciller alemán Schulz le habría expresado a Netanyahu su preocupación porconsiderar que la legislación propuesta podríadebilitar el sistema judicial.

Por otra parte, destacados referentes de la cultura, la academia y la intelectualidad israelí han pedido a Alemania y al Reino Unido que cancelen la visita del primer Ministro. 

Cuando el ministro de Justicia,Yariv Levin, puso a rodar la reforma judicial, no solo exacerbó la indignación en Estados Unidos, sino que generó una ola de rechazo inédita, tanto a nivel local como internacional. Sin embargo, ni las masivas manifestaciones que se mantienen desde hace casi dos meses en las calles de Israel ni los pronunciamientos de gobiernos ode las mismísimas comunidades judías de la diásporatorcieron un centímetro siquiera el brazo del gobierno de Bibi, al menos hasta el momento.

Resulta difícil imaginar cómo Israel gestionará sus vínculos con Occidente en este contexto. Además, la reforma ha sido rechazada porel “círculo rojo” israelí y criticada por referentes de Seguridad. Y es justamente en esas dos áreas, la economía y la seguridad, donde Bibi edificó el poder que lo mantiene desde hace casi 15 años en el centro dela política israelí.

Algunosanalistas se sorprenden de queeste Bibi haya pasado de ser el rey del statu quo a impulsar y defender una revolución judicial tan extrema que está provocando un temblor social y político sin precedentes. La explicación habría que buscarla entonces en su necesidad de garantizarse su sobrevivencia política, que le permite al mismo tiempo tener herramientas para acomodar su delicada situación judicial. Armó esta coalición en función de eso y no puede romper con ellaporque no tiene adónde ir,dadala desconfianza que suscitaen la mayoría de los dirigentes políticos, justamente aquellos que podríanrescatarlo si decidiera rearmar una coalición sin los extremos. El poder antes que cualquier otra cosa.