En las últimas semanas, se vienen sucediendo manifestaciones masivas en las calles de todo Israel en contra de la reforma judicial de Netanyahu y sus socios políticos. Miles y miles de personas con banderas israelíes y pancartas salen a desafiar un proyecto que, de salir aprobado, podría eliminar el carácter democrático del Estado. La aplicación de medidas autoritarias, discriminatorias y violatorias de los derechos humanos serían mucho más fáciles de ejecutar con esta reforma judicial. El fin del Poder Judicial israelí
tal como lo conocemos podría ser, paradójicamente, el argumento que los enemigos del Estado encontrarían para intentar boicotear a Israel en el mundo. Uno podría
pensar que es una afirmación exagerada, pero resulta que hay varios ítems donde el actual status quo de Israel en el concierto de las naciones podría verse afectado
seriamente.
El primer ítem es que esta reforma permite al gobierno de turno no acatar las resoluciones de la Corte Suprema solo mediante una votación en la Knesset con una mayoría simple. En la práctica, podría hacer que el Gobierno de Netanyahu -con su actual mayoría simplemente no acate lo que decida la Justicia y exista un problema de orden social en el país. Es decir, legalizar el desacato a las decisiones del máximo órgano judicial del país. Si se llegara aplicar esto, ello significaría una absoluta muestra de debilidad del Estado al no ser capaz de imponer autoridad más allá de los gobiernos que administren el mismo.
El segundo ítem a mencionar es que limitaría la posibilidad de la Corte Suprema de velar por la protección de las Leyes Fundamentales del Estado (Israel, al no tener una Constitución, se maneja con leyes fundamentales sobre aspectos esenciales del país).
Este aspecto es sustancial ya que podría dejar indefensas a millones de personas que deban recurrir al Poder Judicial para obtener justicia sobre diversos asuntos.
El tercer ítem -y el más controvertido de todos- es el de la composición de la Corte Suprema, ya que permitiría tener más injerencia en la toma de decisiones a los partidos que conforman la coalición de gobierno (entre ellos a la ultraderecha homófoba y racista de Smotrich y Ben Gvir). Este punto resulta uno de los más peligrosos, ya que hasta el momento, la independencia de la Corte Suprema resulta una garantía de estabilidad en el orden político-social y jurídico de Israel. De hecho, el año pasado se realizó en Tel Aviv el encuentro internacional de juristas, evento de importancia y cuya sede ha sido elegida en buena medida por la performance del
Poder Judicial israelí ante sus pares del resto del mundo. ¿Por qué el Gobierno trata de reformar un Poder Judicial reconocido entre sus pares del mundo entero?
El último ítem también es importante, porque en distintos países, diferentes organizaciones Representativas de los palestinos han hecho demandas judiciales contra el Estado de Israel y Especialmente contra el Ejercito de Defensa de Israel. Las mismas, en muchas ocasiones, no prosperan porque a nivel internacional se considera que la justicia israelí cumple con los estándares para garantizar el derecho a la justicia a aquellos que requieran a esa instancia. Por ende, se confía en la independencia y
transparencia de la Corte Suprema israelí y se desestiman las causas.
La respuesta desde adentro del Ejército

Si la Justicia israelí perdiera su independencia y no se garantizara el derecho a la justicia en el país, podrían prosperar las demandas internacionales, lo que podría acarrear situaciones difíciles (por ejemplo, pedidos de detención a integrantes del Ejército de Defensa de Israel). Esto lo tienen claro los integrantes de la Fuerzas Armadas que, de acuerdo a diversos medios de comunicación israelíes, habrían sido advertidos de los efectos legales de esta reforma en una reunión efectuada hace algunas semanas del Comité de la Constitución, Leyes y Justicia de la Knesset, en la cual habrían participado representantes del Shin Bet, el Mossad y del Ejército.
Así, esta reforma ha generado no solo bronca en el pueblo sino también en las filas de Tzahal (siglas en hebreo de Ejército de Defensa de Israel), donde los proyectos son considerados como un factor que afecta a la seguridad del Estado. No solo por la posibilidad de demandas judiciales en su contra sino porque existe un sentimiento de rechazo a comprometerse con las acciones de un gobierno que no respeta el estado de derecho. Esto se ve claramente en una carta firmada por integrantes de fuerzas
especiales que han expresado su abierta oposición a esta reforma, a punto tal de que ellos advierten que no participarán más de las operaciones militares especiales si avanza el proyecto. Además, se le suma el rechazo de casi todos los integrantes del escuadrón 69 de la Fuerza Aérea a participar de maniobras de entrenamiento de F-15 (este escuadrón tuvo participación en los ataques contra el reactor nuclear que Siria en el 2007). Por ahora, los altos oficiales de Tzahal pueden mantener la disciplina y la cohesión en sus integrantes, pero ya han advertido a Netanyahu del peligro que representa este proyecto para la institución y para la seguridad del Estado.
«Es la economía, estúpido»
Pero no solo para la seguridad representa un peligro, también lo es para la economía. Cientos de economistas han firmado una carta solicitando que se frene este proyecto, que podría generar daños fuertes y rápidos a la economía. En la carta, solicitan al gobierno que escuche las advertencias internas y externas acerca de la consecuencias económicas de continuar con este proyecto (es bueno recordar que el HSBC advirtió de una pérdida de valor del shekel, de seguir el proyecto su curso). La misma está
firmada, entre otros, por el Profesor Jacob Frenkel, ex titular del Banco Central de Israel y por el profesor Manuel Trajtenbeg (de origen argentino). Curioso ha sido que varias compañías dedicadas a la informática han apoyado las protestas contra el proyecto de ley y varias amenazan con retirarse del país. Teniendo en cuenta esta serie de acontecimientos, uno se comienza a preguntar si el gobierno -y en especial Netanyahu- no han calculado de manera errónea las enormes consecuencias que puede tener para el país.
Este proyecto tiene el poder potencial para liquidar con la democracia israelí y convertir al país en otro régimen autoritario como los que se encuentran en Hungría y en Polonia (cuyos mandatarios son amigos del primer Ministro). Pero no solo es eso sino que este proyecto va camino a destruir nada más ni nada menos que la Declaración de Independencia. ¿Una justicia intervenida por Smotrich y Ben Gvir va a garantizar que los habitantes de Israel puedan vivir en libertad y en paz como proclama la Declaración de Independencia? La economía, la cultura, la ciencia, la salud y por sobre todas las cosas, la seguridad se ve afectada por este proyecto.
Final abierto
Netanyahu está logrando lo que los máximos enemigos de Israel no han podido hasta este momento: poner en jaque al Estado de Israel. El odio que Bibi fomentó en los discursos contra Itzjak Rabin, cuando sus seguidores lo comparaban con un SS, es el que ahora está llevando a que se rompa la unidad del Estado. Las cartas de los integrantes de Tzahal y de otras fuerzas de seguridad se suceden una tras otra por la desconfianza hacia el gobierno. Cada día son más las voces que aconsejan al primer ministro abandonar su proyecto de reforma judicial pero él sigue obstinado en su propósito de perpetuarse en el poder a toda costa. Y no nos olvidemos, con él también aparecen sus amigos ultraderechistas que intenta imponer una teocracia fundamentalista.
Los acontecimientos siguen su curso y al momento en que se publique este artículo puede haber Novedades que pueden transformar el final de esta historia. El final está abierto ya que está en plena ebullición el choque entre las fuerzas democráticas contra las fuerzas antidemocráticas. El Israel democrático está luchando como pocas veces por su supervivencia y esta vez no es contra un enemigo externo. El máximo peligro viene de las propias filas israelíes, que buscan destruir lo que tanto esfuerzo llevó realizar. Bibi, “el rey de Israel”, finalmente ha quedado al descubierto con las causas en su contra y en su desesperación busca llevarse puesto al Estado. Ese Estado que formó a personas como Yonatan Netanyahu (el hermano del primer Ministro), quien fuera integrante de la Operación Entebbe. Su Hermano fue un héroe que sacrificó su vida al servicio del pueblo de Israel y su Estado. Ahora su hermano está sacrificando a ese pueblo de Israel y su Estado por sus intereses personales