El Holocausto y sus deformaciones a propósito de la guerra en Medio Oriente:

El peligroso camino del olvido

Por estos días, entre opositores, cierto periodismo y hasta algunos políticos europeos, se está haciendo cada vez más común escuchar que “los judíos hacen lo mismo con los árabes que lo que Hitler hizo con ellos”. No sólo se mezcla a la comunidad judía en general (y sus generaciones) con acciones de un Estado Moderno; sino también que, comparar las acciones del Ejército de Defensa de Israel sujetas -por supuesto- a debate, con la mayor masacre de la humanidad es, lisa y llanamente, minimizar la barbarie del genocidio nazi.

Por Bruno Kusevitzy

En rigor, esta historia comenzó a visualizarse tres años atrás, cuando el escritor portugués José Saramago afirmó que «los 6 millones de judíos de los campos de concentración les están sirviendo (a los israelíes) de una forma muy inteligente y muy sutil», agregando que se utiliza el Holocausto para decir “nosotros hemos sufrido tanto, que todo lo que nos lleve a hacer sufrir a los demás nunca llegará a lo que hemos sufrido en su momento». Con el correr del tiempo, fueron muchas las organizaciones, principalmente partidos de ultra izquierda, que hicieron suya esta teoría, hasta llegar incluso a presidentes del propio MERCOSUR, como el venezolano Hugo Chávez, quien comparó a las acciones de Israel con las llevadas a cabo por Hitler 60 años atrás, en su reciente visita a Irán.
Desde el ámbito argentino, el académico Atilo Borón es uno de los mas acérrimos sostenedores de esta teoría. En un articulo de opinión llamado “Palestina, un silencio repugante” del día 9 de julio de este año, sostuvo que, Israel es un “siniestro heredero de su verdugo nazi”. Luego, en el programa “Fuego Cruzado” del domingo 23 de julio también sostuvo que Hezbollah no es una organización terrorista y hace poco más de dos años atrás, el 22 de marzo de 2004 -en un articulo del diario ‘La Nación’- llegó a decir que Sharón era igual que Hitler.
También sostuvo esta teoría el piquetero Raúl Castells en el programa ‘Hora Clave’ del domingo 23 de julio del corriente año. Y el senador provincial por el justicialismo correntino, Jorge Abib, quien sostuvo que “Israel es Hitler a la décima potencia”, no tuvo reparos en pedir aislar a los judíos porque “causan muchos problemas”, además de justificar los atentados a la AMIA y a la Embajada de Israel.

Disfraces

La expresión de estos dirigentes, posiblemente nos ayude a entender la emergencia de un fenómeno que parecía erradicado en gran parte de Latinoamérica.
El crecimiento del antisemitismo, disfrazado de antisionismo, se puede observar en las cada vez más numerosas marchas de repudio a Israel donde las banderas de Hezbollah y carteles del Ayatola Jomeini no estuvieron ausentes.
Pero también, las pancartas con la estrella de David igualándola a las cruces esvásticas estuvieron a la orden del día, sin que ningún fiscal intervenga para denunciar a quienes la portaban.

Según el diccionario, la palabra genocidio, que tan livianamente se le adjudica a las acciones israelíes, significa: “exterminio sistemático de un grupo humano por motivos de raza, religión o política”.
Sería posible, entonces, hablar de genocidio en los casos de Camboya a manos de los Jemeres Rojos (1975-1979), en Ruanda (1994) a manos de los hutus sobre los tutsis y hutus moderados; O en la ex Yugoslavia, e incluso perpetrado por varios países árabes en contra de los palestinos, aunque ninguno de estos casos tuvo la trágica magnitud del cometido contra el pueblo judío.
Con todo, lo más condenable de la comparación entre las acciones de defensa israelíes y el genocidio nazi es que, tal vez, sea ésta la ruta de su olvido total.
Si en un principio se lo deforma y minimiza, comparándolo con cualquier acción militar, es de esperar que en el futuro el Holocausto no sea más que otro conflicto bélico y no lo que fue: uno de los peores crímenes en toda la historia de la humanidad.