Etica, qué ética

La conjura de los necios

Parece que el vendaval ya pasó. Y pretendió ser mucho más que un globo de ensayo. Cuando la DAIA agradeció los servicios prestados, de los integrantes del Tribunal de Etica de la comunidad judía de la Argentina, con la otra mano ya estaba proponiendo la creación de otro tribunal sin tratar, siquiera, retener en sus cargos a los integrantes del actual. “¿Qué significó que la comunidad haya estatuido un Tribunal de Etica y después no vinculara sus acciones con los veredictos del Tribunal creado?”, se preguntaron, reflexionando ante Nueva Sión, Angel Schindel y Elías Neuman, Presidente y Vice -respectivamente- del Tribunal de Etica de la Comunidad Judía de la Argentina. “Llegó un momento en que el Tribunal pareció Frankenstein, una vez creado nadie pudo pararlo, pero tampoco nadie se preocupó en apoyarlo. Son las instituciones centrales las que deben decidir si quieren tener un Tribunal independiente o no”, concluyen los máximos dirigentes del Tribunal que decidió no ser cautivo de los intereses políticos de ningún factor comunitario.

Por Guillermo Lipis

El mismo organismo comunitario que decidió dar forma al Tribunal de Etica de la comunidad judía, el Consejo de Presidentes de Partidos Sionistas, lo salvó de la conjura de los necios que ven en un organismo de ética independiente, un alto riesgo para la continuidad de sus movidas comunitarias.
“¿Qué significa que la comunidad haya estatuido un Tribunal de Etica y después, sus decisiones no resulten vinculantes con las acciones de las instituciones que lo crearon?” se preguntaron Schindel y Neuman.
“No tenemos pruebas fundadas pero sí podemos decir que se fueron reduciendo los apoyos desde el momento en el que avanzamos sobre algunos dirigentes del establishment, sentimos una suerte de reticencia en el apoyo logístico. Hubo como una anestesia en quienes trabajaban para consolidar el funcionamiento del Tribunal”.
Hay algo que en la comunidad no existe, y tal vez no pueda existir nunca, que es una resolución de cómo se valida orgánicamente la sentencia o veredicto de reproche ético en instituciones que se denominan comunitarias pero que no tienen ningún andamiaje último (una red) legal que las vincule.
¿Cómo le pide la comunidad estatuida a un dirigente de una institución que deje su cargo, que no mencione más a la Comunidad Judía de la Argentina como un claro referente identitario de su propia institución.
Hay dos casos emblemáticos de instituciones en conflicto.
Una fue la ya cerrada Universidad Hebrea Argentina Bar Ilán, “la universidad de la comunidad judía de la Argentina” como la solían llamar, por la que la comunidad judía terminó ligando muchos de los palos producidos por el cierre de esa casa de altos estudios al dejar a 700 alumnos en la calle, sin contar ene sa cifra a los docentes, investigadores, administrativos y personal de maestranza.
Otro es el ejemplo del Hospital Israelita. Su entonces interventor, Alberto Astrovsky -hoy Presidente en ejercicio- fue nombrado por la dependencia correspondiente del Estado (INACYM) luego de hacer una consulta y solicitar la recomendación para el nombramiento al entonces Presidente de la AMIA, Hugo Ostrower, y al entonces Embajador del Estado de Israel, Itzhak Avirán.
Si el Hospital Israelita es una asociación civil con personería jurídica propia y no pertenece más que referencialmente a la comunidad, ¿por qué desde el mismo seno de la comunidad se recomendó a una persona como Alberto Astrovsky quien silenció en su presentación a las autoridades del INACYM su entonces inhabilitación para ejercer el comercio? (esta causa es la resolución número 15 emitida por el Tribunal de Etica, por una presentación hecha por el señor Félix Kaplinsky).
Astrovsky fue sentenciado con fuertes reproches éticos en dos oportunidades por el mencionado Tribunal; hoy, además de manejar el Hospital Israelita, tiene fuerte injerencia -oficial u oficiosamente, nunca se sabe ni se sabrá a ciencia cierta- en la señal de cable Menorah, curiosamente otra señal de la “comunidad”, pero de capitales privados.
Sin dar nombres para no empastar la cosa, Schindel y Neuman afirman al respecto que “una cosa es que sigan estando en sus instituciones y otra es que sigan siendo recibidos como si fueran conspicuos dirigentes comunitarios. O nuestras decisiones no han servido, o nosotros nos hemos equivocado, o quieren un Tribunal de Etica cautivo” sentencian.
“La tarea del Tribunal no puede ni debe ser un apéndice de nadie”, afirman.

¿En qué motivos sintetizarían los móviles que los llevaron a presentar la renuncia colectiva?

Porque no existió -en la práctica- una adhesión de las instituciones al Tribunal de Etica, porque no hubo un carácter vinculante en las decisiones adoptadas por nosotros y porque no disponemos de la infraestructura necesaria para funcionar.
El por qué y para qué estamos, entonces, deja de estar claro cuando no hay acción.
En la AMIA, por ejemplo, desapareció en tres oportunidades el bibliorato de consulta pública con todos nuestros veredictos (dicen que desaparecían con movimientos o mudanzas).
Esto es paradojal: cuando están velando al muerto la gente empieza a interesarse sobre quién era y qué hacía y a valorar lo que hizo.
No es una sofisticación superlativa la creación de un Tribunal de Etica, pero la dirigencia no se ocupa porque debe de tener otras cosas más importantes que hacer.

El espejo exterior

Mientras en nuestra comunidad algunos factores desechan la reintroducción de “lo ético” en la vida comunitaria, tal vez, valga la pena nombrar algunos ejemplos de pensadores judíos que la rescatan a rajatabla e instalan la ética judía para la vida cotidiana.
“Las propuestas de la ética judía están teniendo un valor creciente como referencia y orientación para los sectores del planeta de ideales humanos más avanzados” afirma Bernardo Kliksberg.
“Muchas de ellas -continúa- están siendo retomadas con vigor por organismos internacionales, organizaciones no gubernamentales, y movimientos que buscan un mundo mejor”.
Kliksberg menciona algunos ejemplos al respecto:
“Un principio pilar del mensaje moral transmitido fue la idea de que somos responsables el uno del otro. Nuestro tiempo se caracteriza por lo contrario, altas dosis de egoísmo de los que tienen respecto a los que no tienen, pasar de largo, insensibilidad”.
“Las grandes desigualdades son severamente censuradas por el judaísmo. Los profetas de Israel, hoy referencia de numerosos sectores del género humano, cuestionaron implacablemente las injusticias sociales, y enjuiciaron moralmente a los poderosos que las fomentaban. Pero el judaísmo fue aun más lejos. Creó una institucionalidad completa para prevenir las polarizaciones sociales”.
“En las sociedades latinoamericanas, y en muchas otras, con frecuencia se desarrollan políticas públicas que, se sabe, van a significar fuertes sufrimientos para sectores amplios de la población, argumentando que ‘el fin justifica los medios’. La ética judía no acepta este razonamiento y nos obliga a buscar medios que respeten los valores éticos”.
“¿Cómo enfrentar las paradojas que planteamos inicialmente?”, se pregunta Kliksberg.
“El judaísmo indica orientaciones que tienen eco creciente. Para él, el problema debe ser encarado por una acción conjunta de todos los actores sociales. Cada uno de ellos debe asumir sus responsabilidades”.
Bernardo Kliksberg plantea esta plataforma de trabajo en foros internacionales no judíos, reafirmando a la ética judía como una sólida base para el despegue de la humanidad.
Albert Einstein solía preguntar a su auditorio: “¿Quién ha sido mejor conductor de hombres, Maquiavelo (el autor original del principio de que el fin justifica los medios), o Moisés?”
“¿Quién puede dudarlo?” se contestaba a sí mismo el genial físico.
El problema, parece ser, es que algunos dirigentes de nuestra comunidad no aprendieron, ni aprenderán, de ninguno de ellos. De no ser así, no tendríamos que estar lidiando con esta lamentable y decadente conjura de los necios, y el Tribunal de Ética de la comunidad -con el destacado perfil de sus miembros- no hubiera corrido peligro.