Netanyahu está destrozando la sociedad israelí

"Israel es hoy una caldera con mucho, mucho vapor acumulándose en su interior, y los tornillos están a punto de salir disparados en todas direcciones.", señala el comentarista político Tom Friedman - ganador de tres Premios Pulitzer- en su editorial de la semana pasada en el New York Times, que ponemos a disposición de los lectores.
Por Tom Friedman. Traducción: Oded Balaban

Los atentados mortales de jóvenes palestinos contra israelíes coinciden con la expansión de los asentamientos israelíes y el incendio de aldeas palestinas por colonos, así como con un levantamiento popular contra la toma del poder judicial por parte del Primer Ministro Benjamin Netanyahu. Juntos amenazan con un colapso de la gobernabilidad como nunca antes se había visto en Israel.

Una muestra de la gravedad de la situación es que varios ex jefes del Mossad —algunos de los funcionarios públicos más respetados del país— han denunciado el golpe judicial de Netanyahu, el último de ellos Danny Yatom. El sábado por la noche, según Haaretz, Yatom declaró en el noticiero del Canal 13 de Israel que si Netanyahu sigue adelante con sus planes de eliminar de hecho la independencia de la Corte Suprema israelí, los pilotos de combate y los miembros de las fuerzas especiales podrán desobedecer legítimamente las órdenes que vengan del gobierno.

Ellos “firmaron un acuerdo con un país democrático”, dijo Yatom. “Pero en el momento en que, Dios no lo quiera, el país se convierta en una dictadura” y reciban “una orden de un gobierno ilegítimo, entonces creo que sería legítimo desobedecerla”.

No se trata de una especulación vana. En los últimos días, unos 250 oficiales de la División de Operaciones Especiales de la Inteligencia Militar han firmado una carta pública en la que declaran que “dejarían de presentarse al servicio” si el gobierno sigue adelante con su autocrática revisión judicial, informó The Times of Israel. Sumaron sus voces a “grupos de pilotos, tanquistas, submarinistas, marineros y otras fuerzas especiales que han escrito cartas similares”.

Israel nunca ha vivido una intifada palestina, una intifada de colonos judíos y una intifada judicial de ciudadanos israelíes, todo a la vez. Pero eso ha empezado a ocurrir desde que el gobierno de extrema derecha de Netanyahu asumió el poder.

El domingo 26/02), un pistolero palestino mató a dos judíos israelíes cerca de Nablús para vengar la muerte de 11 palestinos a manos de las fuerzas israelíes en Nablús unos días antes. A continuación, los colonos incendiaron y destrozaron al menos 200 edificios en cuatro aldeas palestinas de la zona donde se produjo el tiroteo. Y eso ocurrió después de que unos 160.000 israelíes salieran a las calles de Tel Aviv el sábado por la noche para oponerse al golpe judicial de Netanyahu, después de que éste dijera a los ministros de su gabinete: “Quiero daros un puñetazo para poder golpearles”, a los manifestantes.

La violencia entre colonos y palestinos no es nueva. Pero cuando coincide con el gobierno más ultranacionalista y ultraortodoxo de la historia de Israel —que ahora está dirigido por fanáticos religiosos mesiánicos, cuyo objetivo es anexionarse toda Cisjordania y que ahora controlan carteras clave de policía, finanzas y asuntos militares— los tradicionales ministros israelíes moderados que normalmente trazarían una línea contra tales acciones han sido sustituidos por los que quieren borrar las líneas por completo.

El nuevo factor, sin embargo, que podría desgarrar realmente la democracia de Israel, es el plan de Netanyahu para acabar esencialmente con la independencia de la Corte Suprema israelí en nombre de una “reforma judicial”. Haciendo caso omiso de las encuestas que muestran que la mayoría de la población se opone al golpe judicial —y pese a los llamamientos de los presidentes israelí y estadounidense para que se pospongan los cambios hasta que pueda haber un diálogo nacional sobre el tema— Netanyahu y sus aliados extremistas se están moviendo para aprobarla sin más en el Parlamento en las próximas semanas.

La velocidad vertiginosa de la maniobra está dejando al descubierto el fraude total que es Netanyahu cuando insiste dulcemente ante líderes y periodistas extranjeros en que simplemente quiere aprobar unos inocentes arreglos técnicos para que la Corte Suprema de Israel esté más en línea con la de Estados Unidos, Canadá o Francia.

¿De verdad? Hágase esta pregunta: ¿Qué líder israelí se arriesgaría a una guerra civil en su país, a una ruptura con los demócratas judíos de todo el mundo, a una ruptura con Estados Unidos, a un daño significativo al milagro de la alta tecnología de Israel, y ahora a que los soldados israelíes digan abiertamente que no morirán para proteger a una dictadura? ¿Qué dirigente israelí arriesgaría todo eso por unas pocas correcciones técnicas judiciales?

Netanyahu arriesgaría todo eso sólo por algo muy grande, muy importante y muy personal. Y eso es una “reforma” judicial que espera que ponga fin a su juicio por cargos de abuso de confianza, soborno y fraude, que podrían llevarlo a la cárcel. La “reforma” judicial también daría a su coalición de derecha el poder ilimitado de construir asentamientos en cualquier punto de los territorios ocupados, confiscar tierras palestinas y destinar dinero de los contribuyentes a escuelas religiosas ortodoxas en las que los jóvenes sólo tienen que estudiar la Torá, no matemáticas, ciencias o literatura, y además estando exentos de hacer servicio militar.

En otras palabras, nada de esta “reforma” judicial coincide con lo que se arguye. Es un juego de poder que Netanyahu quiere para que, con un abrir y cerrar de ojos —un simple voto mayoritario de un escaño en el Parlamento—, pueda anular cualquier cosa que ordene la Suprema Corte.

Por eso el movimiento de protesta contra este golpe judicial sigue ganando fuerza. Israel no es Hungría, donde el líder puede imponer la autocracia sin más. El sábado por la noche (25/02), una multitud se reunió en el centro de Tel Aviv para escuchar, entre otros, a Ehud Barak, ex primer ministro y jefe del Estado Mayor del Ejército. Barak no pudo ser más claro sobre el momento existencial que vive Israel.

Cartel que alude -como una hipérbole- al año 1933, del ascenso de Hitler al poder, en una de las manifestaciones. Noventa años después.

En las próximas semanas, si la coalición de Netanyahu aprueba estas “nuevas leyes de la dictadura”, dijo Barak, serán “anuladas por la Corte Suprema” como ilegales. Cuando eso ocurra y el Gobierno tome entonces medidas para anular algunas sentencias de la Corte Suprema, los cuatro “guardianes” clave de la seguridad israelí —el jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas y los jefes del Mossad, el Shin Bet y la policía— tendrán que decidir de quién reciben órdenes. “Esto creará una crisis constitucional extremadamente grave”, dijo Barak. “Si se cruza el umbral”, añadió, “y se ponen en marcha las leyes de la dictadura, la responsabilidad pasará a nosotros, los ciudadanos del país. Tendremos que seguir la tradición establecida por Gandhi, hace 80 años en la India, y de Martin Luther King, hace 60 años en Estados Unidos, de seguir el camino de la desobediencia civil no violenta. … Es el derecho, incluso el deber, de los ciudadanos cuando su gobierno actúa de forma que rompe las reglas del juego y es contrario a las propias normas fundamentales y al sistema de valores del país”.

Por último, otra cosa que no se ha visto nunca: Un espeluznante baño de realidad de una de las start-ups más destacadas de Israel. El lunes, Assaf Rappaport, director ejecutivo y cofundador de Wiz, una empresa emergente de seguridad en la nube, anunció que Wiz acababa de recaudar 300 millones de dólares en una ronda de financiación de serie D con una valoración de 10.000 millones de dólares. Normalmente, esto también habría sido una muy buena noticia para Israel, pero Rappaport dijo que su empresa no puede ignorar lo que está sucediendo en el país.

“Compartimos el dolor de las familias que perdieron a sus seres queridos en el último día y estamos preocupados por el rápido deterioro de la seguridad en ambos bandos. Lamentablemente”, dijo, “a la luz del golpe judicial, el dinero que recaudamos no entrará en Israel. …Hemos tenido noticias de inversores y empresarios preocupados que están transfiriendo discretamente su dinero fuera del país, así como de empleados preocupados por su futuro en Israel”.

“Wiz ha tenido éxito gracias al excepcional ecosistema que existe en Israel, pero ahora nos enfrentamos a una amenaza existencial. Creemos que es crucial que el Gobierno dé prioridad a la seguridad de los ciudadanos y detenga cualquier medida legislativa que pueda agravar la situación actual.”

Oye, Friedman, parece que últimamente sólo escribes sobre Ucrania e Israel. ¿No tienes nada más que decir?

No es una casualidad. Creo que si Ucrania cayera en manos de Vladimir Putin e Israel se convirtiera en una falsa democracia como Hungría, el mundo entero se inclinaría hacia el lado equivocado.
Israel es la única democracia real con un poder judicial independiente en Oriente Próximo. Ucrania defiende a la Unión Europea, un gigantesco motor del Estado de Derecho, el libre mercado, los derechos humanos y las normas democráticas, aunque no todos los países de la UE los hayan adoptado plenamente. Si se socava la democracia en la UE e Israel, la democracia en todas partes estará más amenazada.