¿América también es Sefarad?

En esta nota, Mario Eduardo Cohen, presidente de CIDICSEF, echa luz sobre distintos escritores argentinos de origen asquenazí que se sintieron atraídos por Sefarad y por España, tales como Máximo Yagupsky, Cesar Tiempo, Carlos Grünberg y Alberto Gerchunoff, entre otros autores cuyo testimonio “ha quedado plasmado en numerosos poemas, prosas y artículos”
Por Mario Eduardo Cohen

Somos, Alberto, la sección hispana

de los nabíes y de los rabíes,

que dobla en sus ladinos otrosíes

la unicidad jerosolimitana

Somos la cuadratura castellana

del círculo judío, Sinaíes

en buen romance, Torás sefardíes,

salmos y trenos a la toledana.

Carlos Grünberg (1)

Así se expresaba el poeta judeo argentino de raigambre asquenazí Carlos Grünberg, en una vehemente apelación a la raíz hispana de sus supuestos antepasados.

Lo que trataremos de demostrar ahora es que una gran corriente de la literatura latinoamericana, creación y obra de judíos asquenazíes, reivindica el pasado judío en Sefarad y se posiciona como su heredera cultural. Nos pareció oportuno dedicar un espacio a renombrados escritores argentinos de origen asquenazí que se sintieron atraídos por Sefarad y por España. Su testimonio ha quedado plasmado en numerosos poemas, prosas y artículos.

Otro elemento que resaltamos es que varios de estos escritores judíos asquenazíes, eligieron para expresarse el lenguaje español castizo, alejado del habla cotidiana de los argentinos. Máximo Yagupsky, Cesar Tiempo, Carlos Grünberg y Alberto Gerchunoff, entre otros, se caracterizan por volver al lenguaje cervantino castizo.

Dedicaremos algunos párrafos a Alberto Gerchunoff, el primer gran escritor judío asquenazí argentino, autor en español, consagrado con su celebre libro Los Gauchos Judíos, editado con motivo del centenario de la emancipación argentina. Había nacido en 1883 en Proskurov, Rusia. A los 6 años de edad, su familia íntegra –sin saber una palabra de español- emigra de Rusia y se establece en Moisés Ville para luego instalarse en la Colonia Rajil (Entre Ríos), donde pasó su infancia y fue labrador. A los 12 años se trasladó a Buenos Aires donde años después comenzaría su tarea de periodista y escritor en el idioma aprendido: el español. A los 27 años publica Los Gauchos Judíos en español, idioma que no era el materno.

Señala el crítico literario Leonardo Senkman, de la Universidad Hebrea de Jerusalén, la ligazón profunda de Gerchunoff con Sefarad y con España:

Alberto Gerchunoff

Alternando con estampas evangélicas del tiempo del Nazareno, Gerchunoff buscó legitimación para sus judíos en la tradición lingüística hispánica. Nombres gentilicios, giros idiomáticos y ambientes de la tradición judeo-hispánica medieval cumplen una función significativa, no menos importante que el criollismo rural: legitimar a los inmigrantes judíos rusos ante el discurso nacionalista hispanoamericano. El idioma de Los gauchos judíos se esfuerza por connotar la lengua de Cervantes, exhumando los arcaísmos y su sintaxis y el uso preciso de culteranismos. Para legitimarse culturalmente alude a los insignes filósofos hispano-hebreos como Maimónides, o poetas como Yehuda Ha’levy y Shem Tov de Carrión, venerados por católicos españoles, al igual que por judíos sefarditas. La nueva identidad judeo-gaucha inventada por Gerchunoff, de connotaciones criollistas, no ocultaba sus orígenes.” (2)

Francisco Luis Bernárdez indaga sobre el autor de Los Gauchos Judíos. Señala que “España, la España que él (Gerchunoff) quería y veneraba, no era sino aquella maravillosa Sefarad en que su milenaria estirpe había conocido uno de sus más brillantes e intensos períodos históricos culturales”…” (Gerchunoff ) no quiso sino evidenciar la afinidad judeoespañola”. (3)

Para Enrique Espinoza Los Gauchos Judíos “reanudan en América ese hilo de oro proveniente de aquel magnífico Sem Tob de Carrión”. (4)

El propio Gerchunoff señala en un artículo que el judío se siente orgulloso de estar en la lengua española: “El judío asimiló la lengua española con extraordinaria profundidad. Se dio al espíritu español, en el proceso de cultura, matices que caracterizan su originalidad genuina; incorporó al suyo, en cambio, los elementos expresivos del idioma, dentro del cual se manifestó desde el primer instante con una espontaneidad asombrosa”.(5)

En la misma corriente literaria de Gerchunoff se inscribe el poeta Carlos M. Grünberg, ya mencionado en otra parte de este artículo. Al respecto opina el citado especialista Leonardo Senkman:

“En una misma línea de legitimación a través de la lengua castellano escribió sus mejores poesías Carlos M. Grunberg. Su Mester de Judería (año 1940) reitera una inequívoca filiación española al mismo tiempo que rinde homenaje al linaje hispano-hebreo de sus ancestros, por más que personalmente tenga origen asquenazí, igual que Gerchunoff”, y agrega que “Algunos de sus adjetivos y sustantivos exhuman costumbres y hábitos de la tradición hispano–hebrea más gloriosa, tanto de España musulmana como cristiana”.(6)

Por otra parte, resulta muy significativo que el primer libro que publicó en castellano la filial del idishista Instituto Científico Judío (IWO) haya sido, precisamente, la obra de (Antonio) Portnoy: Los judíos en la literatura española medieval. En su prólogo de 1942 el IWO porteño explicaba la “importancia especial” del tema de los judíos en la literatura española medieval “para los judíos argentinos”, debido precisamente a la “vinculación lingüística y cultural de este país con la Península, que ha sido durante generaciones el campo fértil del espíritu creador judío”(7). Cabe destacar que el año 1992 se adhirió a la recordación de los 500 años de la expulsión con una publicación especial. También la Sociedad Hebraica Argentina publicó un número especial de 714 páginas de la revista DAVAR dedicado a la presencia sefardí en la cultura del mundo.

Volviendo a los autores, diremos que otro caso interesante es el del poeta Enrique Espinosa, quien dedicó gran parte de su obra a reivindicar el judaísmo de Heinrich Heine, a pesar de su conversión al cristianismo. Además, se ocupó de señalar los vínculos de Heine con Sefarad.

Respecto a lo primero, el propio Jorge Luís Borges lo señala en un fragmento de su poema:

Enrique Heine piensa en aquel río

del tiempo que lo aleja lentamente

de esa larga penumbra y del doliente

destino de ser hombre y ser judío.

En el poema “La Noria” Espinosa retrata el aspecto hispánico de Heine:

Melodías hebraicas y españolas,

los nietos de Rabí de Zaragoza

riman contigo a doña Clara a solas.

Y todo tu prosístico venero

el sentimiento trágico remoza

del castellano aventurero…(8)

Otro caso excepcional lo constituye José Isaacson. Al respecto de este autor, decía Francisco Luís Bernárdez: “Por José Isaacson la poesía judeocastellana renace en la Argentina y su voz recoge los ecos de Gabirol y demás poetas de la vieja Sefarad, para exaltar en el amor algo más que instinto carnal”.(9)

En uno de sus poemas, es la voluntad de Isaacson descender de Sefarad:  

Cuando España fue/ Sefarad, / mis lejanos abuelos/ los Madera, / forjadores/ del acero toledano/ y de las palabras/ más viejas/ que en español se pronunciaron/ con tus abuelos/ cruzaron los exilios…”

“El Quijote/ y Juan de la Cruz/ y Teresa” y el poeta exhuma “una tierra de higos/ y racimos esenciales/ que… alimentó las raíces/ de esa España, colgado de los cielos/ vieja piel del toro que no muere.”(10)

En otro poema recuerda al Benito de Sefarad, como lo llama con todos sus nombres:

“Benito/ Espinosa de los Montoneros, / Benito orensano, / espino como espinillo/ que en Sinaí ardió / y ardió/ y ardió/ sin consumirse. /Baruj, Benito,/Bento Despinosa, Benedictus de Spinoza/ con nombres, / de múltiples exilios/ te nombraron”. (11)

En las últimas décadas del siglo XX y comienzos del siglo XXI es remarcable, en el ámbito latinoamericano, la labor del escritor judío asquenazí Marcos Aguinis. Son numerosos sus artículos sobre temas de Sefarad (como el libro sobre Maimónides) y su novela La gesta del Marrano se refiere a la vida en la colonia en la época de la Inquisición.

En conclusión, destaca en otro artículo Senkman, también que “no es casualidad que Alberto Gerchunoff y su generación emprendieran un trabajo literario de legitimación estética de la presencia judía en América hispana, apelando a imágenes de Sefarad/España, muy sugestivas, durante la intensa reacción hispanista católica, las cuales suscitaron el tan deseado reconocimiento al reencuentro de Sefarad en tierras hispanoamericanas”.(12)

Creo que estos ejemplos denotan una gran variedad de evocaciones del Sefarad clásico y de la España de los primeros grandes escritores judeo argentinos. Por otra parte, hemos señalado -en muchos de ellos- el uso del idioma castizo original, excluyendo los americanismos. No fue una casualidad: se trató de un movimiento literario profundo que se embanderó como heredero de Sefarad.  Podemos conjeturar que utilizaron esta reminiscencia de España Judía por convicción o para legitimar su presencia en América y atacar a las bases de las manifestaciones antisemitas de la época.

Cabe señalar que la famosa era de la convivencia de la España de las tres culturas ha vuelto a resurgir en América Hispana. En un contexto de una mayoría cristiana y unas minorías judías y musulmanas ensayan una nueva convivencia y hay muchos ejemplos de complementariedad y de apoyo mutuo.

A modo de conclusión:

Judíos sefardíes y asquenazíes de América Hispana manifiestan hoy, en su vida cotidiana, tradiciones, costumbres y herencia histórica, en la lengua española, con todas sus implicancias. Los judíos hispanoamericanos forman hoy nuevamente parte de Sefarad y su legado. De alguna forma, los podemos llamar los nuevos sefardíes, gestores y constructores, padres y abuelos, forjadores de la América construida por manos inmigrantes.

1) Soneto dedicado a Alberto Gerchunoff (fragmento). Revista Davar, Nº31-33, Buenos Aires, 1951, p. 57.

2) Leonardo Senkman. “Los Gauchos Judíos. Una lectura desde Israel” en www.pampagringa.com.ar

3) Francisco Luís Bernárdez. Gerchunoff: Clásico de los verdaderos. Comentario Nº 63, 1968, pp. 32 y 33, citado por Leonardo Senkman en OP. Cit., p. 51.

4) Enrique Espinosa. “A Gerchunoff y los gauchos judíos”, en Davar Nº 31/33 Homenaje a la memoria de Gerchunoff, Buenos Aires, 1951, p. 63.

5) Alberto Gerchunoff. “Los judíos en la lengua castellana” (1924), en El Pino y la Palmera. Sociedad Hebraica Argentina, Buenos Aires, p. 31.

6) Leonardo Senkman. Op. Cit., pp. 46 y 47.

7) Leonardo Senkman. OP. Cit., 1983, p. 52.

 8) Enrique Espinosa. Heine: El ángel y el león. Babel, Buenos Aires, sin fecha, p. 94, citado por Leonardo Senkman en La identidad judía, p. 267.

9) Francisco Luís Bernárdez. Comentario Nº: 35, 1963, p. 53, citado por Leonardo Senkman. La identidad judía…, p. 364.

10) José Isaacson. Cuaderno Spinoza, Ediciones Marymar, Buenos Aires, 1977, (ambas citas son de esa edición), citado por Leonardo Senkman: La identidad judía…, p. 13.

11) Ibidem, pp. 91-92.

12) Leonardo Senkman. “Imágenes de España /Sefarad en autores Argentinos” en Actas del Encuentro Internacional Cinco Siglos de Presencia Judía en América, Editorial Sefarad 92, Buenos Aires, 2000, p. 485.

* La foto de portada corresponde a César Tiempo

.