Las raíces étnicas y su influencia sobre la política israelí

Hoy día, cuando la polarización en Israel es tan profunda entre un gobierno que promueve una reforma judicial de carácter anti-democrático, y la activa oposición que se expresa en manifestaciones multitudinarias apoyadas por economistas, juristas, militares, educadores y miembros de la comunidad de alta-tecnología, no se puede continuar ignorando los profundos conflictos étnicos que caracterizan la sociedad israelí
Por Daniel Galay

Frente a los peligros y amenazas al Estado de Israel, en esta nueva etapa del gobierno con el primer ministro Benjamin Netanyahu, es imperioso tratar de dilucidar como podrán darse cambios positivos en el seno de la sociedad israelí que promuevan un dialogo entre sus diferentes componentes. Por una parte se desata una lucha cruenta entre el nuevo gobierno y la oposición, parlamentaria y no-parlamentaria, pero por otra parte debemos indicar de que modo puede crearse cierto entendimiento entre los diferentes componentes de la sociedad israelí. Esto es absolutamente necesario para evitar un futuro desbarrancamiento. Todo esto nos remite a analizar conflictos básicos dentro de la sociedad israelí que van mas allá del nivel político.

El movimiento sionista, antes y despues de la creación del Estado de Israel, promulgaba la concentración del pueblo judío en su patria ancestral. Como parte de este objetivo se declaraba la Concentración de las Diásporas (Kibutz Galuyot) y para este fin se crearon múltiples medios para integrar a los nuevos inmigrantes a la vida israelí. Se crearon los Ulpanim de hebreo, Centros de absorción (merkazey klita) y publicaciones de diverso tipo en todos los medios de comunicación. El objetivo era de integrar a los nuevos inmigrantes a la cultura del país, al idioma hebreo y al estilo de vida reinante en el joven Estado. Esto se continuo así hasta nuestros días.

Todo esto es sabido, pero nunca existió una clara teoría de como deben los diferentes grupos de inmigrantes integrarse entre si y como puede el país asimilar de un modo creativo las diversas culturas que venían a enriquecerlo. A lo largo de los años la política de integrar a los inmigrantes, nuevos olim, se hizo mas flexible. El caso mas sobresaliente es como en los años noventa del siglo pasado, con la gran ola migratoria de la ex Unión Soviética, se toleró en gran medida el uso del idioma ruso, se creo el excelente teatro Gesher que empezó actuando en ruso y ya hace tiempo pasó al hebreo; en muchos programas educativos se permitió mas el uso del idioma que los olim traían consigo. Pero nunca hubo un intento oficial serio de permitir un encuentro de culturas y mentalidades tan diferentes, de modo que este proceso de integración al país sea fructífero, pleno y profundo. Es decir, sin borrar las herencias culturales de cada comunidad. Todo tendió a ser unidireccional, es decir, que los nuevos inmigrantes deben adaptarse al estilo de vida israelí. Me es conocido solo un intento serio (tal vez existan otros) del escritor Daniel Belete, de origen etíope, quien en sus libros intenta describir la concepción de mundo de su comunidad y los conflictos que se crean con la mentalidad reinante en el país.

Todo esto parecería ser relativamente normal. Pero si se toma en cuenta que los conflictos políticos en el Estado de Israel se abrevan en gran medida de tensiones inter-étnicas, entonces empezamos a entender la gravedad de un proceso de aclimatación al país que por décadas ignoró y sigue ignorando el bagaje cultural de los nuevos inmigrantes. Para dar solo un ejemplo: en el actual gobierno de Benjamín Netanyahu unos 5 ministros son de procedencia judeo-marrocana y frecuentemente actúan como grupo de presión dentro del Partido Likud. Esto nos da la pauta del peso que tiene el factor étnico en las decisiones al mas alto nivel de la política israelí. Uno de estos políticos, Dudi Amslam, exigió ser Ministro de Justicia o presidente del Parlamento, y cuando Netanyahu rehusó, el prefirió, aun como miembro del Likud, no ser parte del gobierno. El primer ministro argumento su decisión diciendo que no podía fiarse de Amsalam (quien es conocido por sus declaraciones públicas anti-askenazíes) pero finalmente Netanyahu decidió darle a Amsalam la posición de ministro en los marcos del Ministerio de Justicia.

Hoy día, cuando la polarización en Israel es tan profunda entre un gobierno que promueve una reforma judicial de carácter anti-democrático, y la activa oposición que se expresa en manifestaciones multitudinarias apoyadas por economistas, juristas, militares, educadores y miembros de la comunidad de alta-tecnología, no se puede continuar ignorando los profundos conflictos étnicos que caracterizan la sociedad israelí. Es esta una omisión o ceguera que ha de acarrear resultados nefastos. Como es bien sabido, Netanyahu es apoyado por sectores religiosos (askenazíes y orientales), por una gran sector judeo-árabe de la población y por rusos parlantes. La pregunta es ¿como la oposición al gobierno no toma en cuenta estos factores de modo de influir sobre las bases del gobierno y tratar de socavarlas?

En mi modesta opinión, el impedimento mayor para crear un dialogo inter-étnico fértil esta en la incapacidad del publico askenazi de abordar su propia etnia. Este es un público que en su mayoría construyó su identidad israelí sobre la negación de sus propias raíces étnicas, que fue fundamentalmente un dictado sionista. En el momento que los israelíes de procedencia askenazí se desentienden de la categoría étnico-cultural, no tienen ninguna posibilidad de crear un dialogo fructífero con los israelíes de otras procedencias étnico-culturales. En otras palabras, las fuerzas que frenan la liberación étnica de Israel son hoy día muy fuertes. La resistencia de los askenazíes de aceptar su própia etnia como parte de la identidad israelí, es el mayor factor que obstruye un dialogo y acercamiento entre diversos sectores en conflicto dentro de la sociedad israelí.

A la luz de lo dicho, es alentador saber que el «Forum para la Identidad y Legado cultural Askenazi» que está activo ya seis años, dio últimamente un paso adelante creando el IBAC (International Board for Ashkenazic Culture) quien puede en este tema central cumplir una función esclarecedora tanto en Israel como en las comunidades judías en la Diáspora.