Acto Central de la comunidad judía de la Argentina:

“Con Israel, contra el terrorismo”

Alrededor de 2.500 personas se convocaron, en la noche del pasado 1 de agosto, en el gimnasio del Club Náutico Hacoaj -en su sede Capital- bajo la consigna “Con Israel, contra el terrorismo”. Hubo un solo discurso a cargo del Embajador israelí en la Argentina, Rafael Eldad quien, en la parte más vibrante de la alocución advirtió que “si los árabes dejan sus armas, no habrá mas violencia, pero si los israelíes dejamos las armas, no habrá más Israel”.

En un acto convocado por las instancias centrales de la comunidad judía de la Argentina, la comunidad local demostró su apoyo a Israel por el duro conflicto que se vive en el Medio Oriente.
El encuentro; organizado por la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA), la Delegación de Asociaciones Israelitas Argentinas (DAIA) y la Organización Sionista Argentina (OSA); se llevó a cabo en el gimnasio del club Náutico Hacoaj, ante unas 2.500 personas.
Antes del discurso del Embajador Eldad, se leyó un comunicado suscripto por estas organizaciones en el que se afirmaba que:

“La comunidad judía argentina expresa su pesar ante la pérdida de todas las vidas inocentes, en el desgarrador conflicto desatado por la organización terrorista Hezbollah, que no trepida en usar como rehén a hombres, mujeres y niños, y en utilizar instalaciones civiles y viviendas como rampas de lanzamiento de sus misiles, siempre apuntados premeditadamente contra blancos civiles en Israel.”
“El pueblo libanés, al igual que el pueblo israelí, está sufriendo las consecuencias de que el gobierno de El Líbano no haya desarmado a las milicias terroristas, tal como lo exige la resolución 1559 del Consejo de Seguridad de la ONU.”
“¿Qué clase de partido político, como alega serlo Hezbollah, posee miles de misiles y armamento sofisticado, y usurpa territorio de un estado soberano, actuando como punta de lanza del régimen fundamentalista iraní?”
“la comunidad judía está plenamente identificada con Israel y con su pueblo, que ama la paz, que anhela la paz, pero una paz sustentable, sin la permanente amenaza terrorista y con las necesarias garantías que impidan la reiterada agresión al territorio israelí.”

“Todos los pueblos de la región merecen vivir en paz. Todos los niños, libaneses e israelíes, deberían estar en sus escuelas y no es sótanos o refugios subterráneos; para ello, debe existir un compromiso del gobierno libanés, con el pleno respaldo de la comunidad internacional para erradicar a la lacra terrorista”.

Eldad

Señoras y Señores;

Gracias, muchas gracias, por acompañarnos hoy, especialmente, en este acto. Sé que, a veces, las palabras están vacías de contenido. Pero no esta vez: muchas gracias.
La presencia de todos ustedes significa una muestra de solidaridad y unidad; sirve para fortalecer a Israel y a las comunidades judías de la diáspora. Esto, sumado a las misiones de buena voluntad sostenidas por aquellos que viajen hacia Israel y la fortaleza que demostremos, nos ayudará a transitar este camino, en la calle y en los medios de comunicación, porque – de lo que se trata- es de la salvaguarda de nuestro Hogar Nacional, el lugar donde al llegar siempre encontrarán a alguien dispuesto a cuidarlos y brindarles todas las oportunidades.
Ahora, especialmente ahora, decimos, ¡Am Israel, Jai! ¡El pueblo de Israel vive!

Señoras y Señores;

Quiero invitarlos a pensar, juntos, algunas inquietudes que, especialmente desde el 12 de julio, me acompañan, presionan, duelen y me hacen sentir, una víctima mas de la incomprensión.
Se han acuñado términos difíciles de comprender en cualquier idioma y no entiendo, de verdad, de qué se habla cuando se dice, “guerra proporcional” o “guerra preventiva”.
Nadie puede pedir perfecciones durante un conflicto. E Israel es un país como todos, con defectos, con virtudes, pleno de cosas a imitar y con otras que debería abandonar.
Tal vez, ahora, pueda llegar a pensar por qué fueron tan malinterpretadas las retiradas unilaterales que, tanto Hamas como Hezbollah, visualizaron como medidas de debilidad.
Tal vez el mundo no midió, adecuadamente, qué significa el triunfo de Hamas y los partidos extremistas en Medio Oriente.
Tal vez no se tuvo en cuenta que un país como Israel se vería obligado a actuar frente al terrorismo fundamentalista.

Seguramente no consideramos que la amenaza de Irán de borrarnos del mapa, sería tan solo eso; una amenaza. Ahora debemos aprender a convivir ante tan angustiante realidad. Especialmente porque el armamento nuclear iraní está en un punto de no retorno y, este tiempo cuenta a su favor para lograr un mejor y mayor equipamiento bélico.
¿Se imaginan, les pregunto sólo si se imaginan, ¿qué podría significar que Irán pudiera convertirse en potencia nuclear?
¿Sospechan qué será de Israel y, por extensión, que quedaría de todo el mundo occidental?
¿Se figuran en qué se transformaría este planeta si se olvidase la lección de Auschwitz e Hiroshima y el mundo apretase, otra vez, el acelerador, a fondo?
Y, por ultimo, les pregunto si pueden llegar a pensar ¿qué pasaría si Israel quedase solo, aislado y Occidente mirase hacia otro lado? Esta opción, considero, es la que rige la agenda iraní de hoy.
Así como los iraníes quieren desviar la atención sobre la cuestión nuclear, los sirios desean volver a controlar el Líbano y evitar, de todos los modos posibles, las sanciones que llegarán, más temprano que tarde, de un tribunal internacional, por su participación en el asesinato del ex primer ministro libanés.
Ya la población libanesa dijo “no” a la ocupación de parte de Siria. Y tuvieron éxito. Me pregunto si, ahora, ¿lo volverán a tener contra Hezbollah?
Esta es, para mí, el orden del día de la agenda siria.

Y de la agenda libanesa, ¿quién habla?
¿Creen, por ventura, que Hezbollah se someterá a un estado débil? Y me lo preguntó ahora, teniendo en cuenta que, fueron estos fundamentalistas extremos los que declararon la guerra, de manera unilateral; los que secuestraron a nuestros soldados y los que están haciendo pagar al Líbano y a toda la región, el precio de convertirla en un campo de batalla.
No nos engañemos: Hezbollah, que mostró su horrible rostro en dos atentados en Buenos Aires, uno a la Embajada de Israel y otro a la Comunidad Judía Organizada, a la AMIA, es un grupo pro iraní y pro sirio.
No tengo dudas de que El Líbano, aunque quisiera, no podría desmantelarlo.
Pero, creen, por ventura, que alguien ayudará a El Líbano? ¿O piensan que, el panorama que tenemos en puertas, es el de una guerra civil?
Y me lo pregunto porque sé, como saben ustedes, que ningún ataque llegó gestionado, motivado o realizado por el ejército libanés ni por la población libanesa.

Me pregunto si ¿Será posible volver al status quo anterior al 12 de julio? Personalmente lo veo imposible y creo que será necesario, imprescindible, una reforma, profunda, del sistema libanés y la revitalización del Proceso de Paz para comenzar desde algún lugar sabiendo qué incluir a más partes interesadas, que las que habíamos tenido hasta principios de julio, es una tarea ardua, difícil y considero que, de momento, no están dadas las condiciones.
Y ahora hablemos de las víctimas civiles ¿Será posible que El Líbano y Hezbollah expresen el mismo sentimiento e identificación que siente Israel por las víctimas civiles?
Saben que Israel no quiere ver victimas, en ningún frente y amenazadas bajo ninguna circunstancia.
No se si tenemos capacidad para visualizar o imaginar la tragedia que significa colocar a los residentes civiles en zonas de guerra. Y me pregunto ¿Qué castigo le cabe a aquel, o aquellos, que utilizan a hombres, mujeres y niños como “escudos humanos”?
Especialmente, cuando sabemos que más de 150 misiles fueron lanzados, en pocas horas, desde la aldea de Qaná, mientras hombres y mujeres, estaban desplegados en el interior de la aldea, y escondidos dentro de las viviendas.
Hoy se sabe que, el bombardeo de Qaná, fue a las 12 de la noche y el edificio se derrumbó a las 7 de la mañana. Me preguntó ¿qué ser humano es capaz de aguardar, en un bunker, sin salir en busca de otro lugar, después de un hecho semejante?
Saben que librar una guerra resulta imposible sin daños colaterales. En este entorno, los civiles, pagan un precio muy alto. Nadie duda que, sería ideal que los enemigos se enfrentasen en el desierto. Pero esto, en la práctica, no sucede. Especialmente cuando hablamos de Hezbollah, que instala sus misiles, armas y depósitos, en importantes centros urbanos, como Beirut o aldeas a lo largo de la frontera.
No quiero pecar de cínico, pero debemos hacernos algunas preguntas. Hoy murieron 40 personas, víctimas de atentados terroristas, en Irak. El mismo día de la tragedia de Qaná, otras 64 personas perecieron en ese país.

Me preguntó porqué lo acontecido en Irak pasó, casi, desapercibido y lo de Qaná será, sin duda, manipulado durante años. ¿Será que los muertos de Irak cuentan menos? O, quizás, la diferencia reside en que, en Irak, no se puede involucrar a Israel mientras que, en el Líbano, se presenta la oportunidad de satanizar al Estado Judío?

El Líbano es un país que asila, guarda y protege a una facción terrorista. Hezbollah no se cansa de repetir que hay que eliminar a Israel y que no se detendrán hasta obtenerlo. Me pregunto si el mundo occidental tiene suficiente conciencia que, en un plan de exterminio, solo seremos los primeros y que el fundamentalismo, religioso y terrorista, amenaza con extenderse desde el Atlántico hasta el Índico o, tal vez, más allá de todas las fronteras conocidas. Y agrego que en este momento está en juego mucho más que Israel y la seguridad de su población. De algún modo, se está jugando el dominio terrorista en el mundo entero.

Me pregunto ¿Qué pasa con el cumplimiento de la Resolución 1559 de Naciones Unidas, que exige el desarme de todas las milicias del territorio libanés? Piensen, por un momento, si esta Resolución se hubiera cumplido, hoy no habría contra quien confrontar.
Líbano permitió que, en su territorio, se depositasen los misiles que están cayendo sobre Israel; permitió que se tejieran redes subterráneas altamente sofisticadas (construidas por la Guardia Revolucionaria iraní, con arquitectos e ingenieros que fueron utilizados en las centrales nucleares iraníes) y permitió, también, que Hezbollah siga siendo reabastecida.
Nadie puede hablar de Líbano como país inocente, especialmente cuando sabemos que fueron capaces de oponerse y resistir, de manera increíble, a pesar del fracaso actual.
Reitero, una vez y todas las que sean necesarias: las operaciones en el Líbano no están destinadas a la conquista sino a neutralizar los lugares desde donde se lanzan los cohetes hacia Israel.
Hezbollah ya lanzó unos 1800 misiles, de corto, medio y largo alcance, hacia sitios en donde residen un millón de civiles, tanto judíos como árabes.

Me pregunto ¿por qué El Líbano no movilizó a su tropa? ¿Es suficiente, para eximirse de toda y cualquier responsabilidad, dar a conocer al mundo que son pocos y mal pertrechados?
Sin embargo, ese mismo Líbano fomenta el odio hacia Israel y no hacia los terroristas que tienen en su territorio.
Hezbollah es una milicia libanesa. Es parte de esa sociedad. Y forma parte del gobierno. Nadie, ni tan siquiera el Líbano, puede decir que no sabían que Hezbollah iba a atacar. Esto no se puede permitir.

Nadie puede justificar que, ningún Dios avale a un hombre – bomba. Más aún: nadie, en su sano juicio, puede entenderlo. Sin embargo, los israelíes somos blancos de esos crímenes y el mundo permanece en silencio. No vemos grandes declaraciones, ni convocatorias de ningún organismo internacional, ni que las grandes potencias tomen resoluciones sobre los civiles, hombres, mujeres, niños, que encontraron -en las garras de esos kamikazes- el fin de sus días.

Me pregunto, ¿en qué frente de batalla estaba un bebe, de cuatro meses, que paseaba con su madre por cualquier ciudad israelí? ¿En donde se agazapaba el verdugo del diplomático que encontró el fin de sus días en el atentado a la Universidad Hebrea de Jerusalén? Y así podría continuar un largo rato.

Sin embargo, debemos continuar diciendo que, estos hechos, se provocan porque hay un pueblo desesperado, que utiliza el terror como medio. Parece que, frente a esto, los israelíes no estamos desesperados a pesar de que, una y otra vez, nos auguran el fin de los tiempos y que la historia se escribirá con nuestra sangre.

Me pregunto si la autodefensa debe ser considerada un pecado?

Me pregunto, ¿Que sanción les cabe a aquellos que obligan a miles de personas a refugiarse en búnkers?

Y cuántos hijos quedarán sin padres, y cuántos padres quedarán sin hijos; cuántas mujeres deberán dar a luz, escondidas, en un hecho que debería quedar como el más feliz de sus vidas, o cuántas fotos son necesarias mostrar para que, la vida de cualquiera de nuestros vecinos, es superior o distinta a la de un israelí.

Me pregunto ¿qué clases de personas utilizan niños inocentes como escudos humanos? ¿Qué clase de seres humanos son los que colocan a inocentes al frente de la batalla?

Me pregunto, ¿qué haría Argentina, o cualquier país, si fuese presa de bombas, misiles y fuegos, incesantes, desde Bolivia, Perú, Brasil, Uruguay o Chile? ¿Qué harían?

Me pregunto que va primero; si matar civiles israelíes o desterrar la amenaza del terror.

Israel no pretende ni reclama nada sobre el Líbano ni son, los libaneses, objetivos militares de la defensa israelí.

Sin embargo, Hezbollah apunta, según sus propias palabras, a la destrucción de Israel.

Me pregunto si el Líbano tiene control de su territorio o ese territorio es utilizado, por fuerzas extranjeras, que exhiben absoluto desprecio por los libaneses.

¿Será posible la instrumentación de una fuerza internacional en la frontera entre Líbano e Israel? Para ponerla en práctica, se necesitará no solo la voluntad de Israel y Líbano, sino el respeto irrestricto de Hezbollah a la propuesta ya que nadie querrá enviar tropas con el riesgo de tener que enfrentar a Hezbollah.

¿Será posible que, la comunidad internacional, se comprometa, de forma total y rápida, con el proceso de paz en Medio Oriente?

Me pregunto si la comunidad internacional puede seguir manteniendo prudencia cuando se escucha la voz del presidente de Irán que llama, una y otra vez, a “aniquilar a Israel”.

¿Será posible una solución, exclusivamente, diplomática? Tal vez haya audacia pero, con esto solo, no será suficiente.

¿Deberemos seguir enfrentándonos a milicias que se consideran buenos guerreros y pésimos soldados? Sabemos que colocar bombas a ciudadanos es una cosa y crear una fuerza militar, eficaz,es otra, completamente distinta.

Me pregunto ¿cuántos ejércitos existen, en el mundo, que se someten a investigaciones sobre sus acciones?

Mas allá de la opción, cierta, de Hezbollah de devolver los golpes, me pregunto si Hezbollah esta en condiciones de defender al Líbano y de proteger a sus ciudadanos?

Me pregunto cuántas veces más dirá que “NO” el mundo árabe; no a las negociaciones, no al reconocimiento de Israel y, lo más doloroso, no a la paz.

Me pregunto, por ultimo, quién gana y quién pierde. No somos Chamberlain que aseguró una paz para todos los tiempos. Y la Segunda Guerra estaba en puertas.

No somos simplistas ni en las acciones ni en la búsqueda de soluciones.

Nadie duda que no haya remedios mágicos para la trágica situación en que vivimos.

Señoras y señores:

Israel es cien veces más pequeño que sus actuales enemigos.

Israel es el único estado judío. Hay 22 estados árabes.

Nuestra población alcanza los 7 millones de habitantes. Pero estamos rodeados de 300 millones de árabes.

Israel se retiró, hace seis años, de la frontera norte. No hay ningún reclamo ni territorial ni de ningún tipo que Israel haga. Fruto de esta acción, libaneses cristianos, temerosos de Siria, comenzaron a vivir en el norte de Israel y también ellos deben correr hacia los refugios. No puedo evitar preguntarme, quién cuida la frontera, desde el lado libanés y quien habla de esos ciudadanos libaneses que viven en el norte del país?

Hace cuatro años, fueron secuestrados y asesinados tres soldados israelíes. Esto fue filmado por miembros de la UNFIL, un organismo que, como saben, pertenece a las Naciones Unidas y, casualmente, solo casualmente, se descubrió la existencia de esa película. Esos soldados fueron asesinados. Nadie hizo nada, salvo Israel, que canjeó, por esos tres cuerpos y un comerciante israelí, numerosos presos.

Hoy volvemos a reclamar dos soldados, secuestrados, en el Líbano y uno en la Franja de Gaza.

Desde el comienzo del conflicto, hasta el 30 de julio, 18 días en total, Nahariya y Kiryat Shmona fueron las ciudades más atacadas por los misiles. Se habla de 378 Katiuskas aterrizaron en Kiryat Shmona y 339 misiles en Naharía.

Nahariya es una ciudad costera, que supo tener 50 mil habitantes. Hoy su población no alcanza los 7 mil.

Desde el 15 de agosto del 2005, día de la Desconexión israelí de Gaza, al 14 de junio de 2006, se dispararon desde ese lugar alrededor de 687 misiles Kasam. Fruto de este tiempo de impasse hubo 432 heridos y 43 muertos.

Entre septiembre de 2000 y julio de 2004, Israel padeció 22406 atentados

La ciudad de Carmiel, donde vive mi madre, en un solo día, el 19 de julio, desde las 7 de la mañana hasta las 5 de la tarde, fue blanco de 70 misiles.

Se sabe que hay más de 5.500 viviendas destruidas o seriamente dañadas.

Y, aunque les parezca de menor relevancia, un millón de árboles están quemados. Saben qué significa un árbol para Israel; la diferencia entre el vergel y el desierto y cuántos años tarda en crecer.

Se que tenemos casi ningún éxito en intentar contrarrestar las palabras, las imágenes y la propaganda que, hoy por hoy, son las que, efectivamente, ganan las batallas.

Israel nació de la voluntad de la Resolución 181, después de que buena parte de nuestro pueblo quedó, hecho cenizas, en los campos de exterminios nazis.

Fuimos protagonistas de muchas guerras, ninguna buscada.

Lo cierto es que todo lo vivido no trajo un Estado para los palestinos ni la soberanía para los libaneses.

No podemos seguir justificando nuestra existencia; algo que no se le pide a ningún otro país del mundo.

No tenemos, en el territorio israelí, ningún equivalente a Yihad, Hamas, Hezbollah y otros movimientos fundamentalistas.

No podemos seguir sujetos a la doble moral, una la que mide a los países árabes y otra con la que se mide a Israel.

Recibo esta frase que, creo, sintetiza muy bien el estado de la situación: si los árabes dejan sus armas, no habrá mas violencia pero, si los israelíes, dejamos las armas, no habrá más Israel.

Señoras y Señores,

Una ultima convicción:

¡No nos vencerán!