Una amplia mayoría de los ministros del Gabinete de Seguridad israelí decidió la extensión de las operaciones militares en el sur de El Líbano.
La aviación israelí bombardeó, este 1 de agosto, la zona de Baalbek, en el Valle de Líbano y cerca de la frontera con Siria. A pesar de ello, el ministro de Defensa israelí, Amir Peretz, aseguró que su país no tiene ninguna intención de provocar una guerra con Damasco.
«No hay ningún plan para emprender una guerra con Siria. Estamos siguiendo de cerca lo que pasa allí y atacaremos a cualquier vehículo que transporte armas desde Siria hacia El Líbano, pero no hay ninguna intención de abrir un frente con Siria», afirmó Peretz.
Israel está atacando la infraestructura de Hezbollah hasta al río Litani, a unos 20 kilómetros al norte de la frontera.
Olmert, por su parte, aseguró que el Ejército continuará con las operaciones en El Líbano «hasta alcanzar nuestros objetivos»: «limpiar» las instalaciones de Hezbollah y entregar el control a una fuerza multinacional.
Según diversas fuentes esa fuerza, que estaría conformada por soldados de la Unión Europea (UE) y la India, tendría de 10.000 a 20.000 hombres al mando de oficiales franceses.
Un portavoz del Gobierno israelí manifestó que desde que comenzó la ofensiva contra Hezbollah, el Ejército destruyó alrededor del 75% de sus misiles tierra-tierra, entre ellos los «Zilzal-2», montados en Irán y capaces de alcanzar el centro del país.