“El fin del amor”. Amazon Prime video.

El lugar del judaísmo en la deconstrucción de la subjetividad.

Una conjunto de interrogantes constituyen a la serie argentina cuasi autobiográfica de Tamara Tenembaum, protagonizada por Lali Espósito: ¿qué es ser mujer, que es el amor, que es una pareja, que es ser padre o madre, y en todos los capítulos: qué es ser judío?
Por Ana Wortman

En una charla virtual reciente del Dr. Ivan Cherjnovsky sobre La identidad judía en el cine argentino, organizada por Tzavta, se le pregunto qué diferencia había entre el viejo y el nuevo cine argentino en relación a lo judío.   Allí afirmó que mientras en el viejo cine argentino la comunidad judía local se interrogaba en su relación con el afuera, en el nuevo cine argentino la comunidad miraba para adentro.   Esta afirmación nos quedó dando vueltas en la cabeza y constituyó un estímulo para pensar producciones audiovisuales recientes y en particular, una nueva producción de Kramer y Sigman, a quienes recordamos por la exitosa película Relatos Salvajes, una de las películas argentinas más vistas en salas nacionales e internacionales. En uno de los Relatos … se mostraba en el transcurso de un casamiento de la colectividad judía -escena emblemática de lo judío en la historia del cine para mostrar a la comunidad- que había “detrás” del amor de una pareja de la colectividad de clase media alta.

En el contexto de la convergencia digital y del capitalismo de plataformas, las industrias culturales se están transformando vertiginosamente. Así es como ahora KyS, junto con la MGM, la productora del “león” que ruge, produjeron para Amazon Video, una serie de 10 capítulos basada en el libro de Tamara Tenembaum El fin del amor (2019), superéxito de ventas y ahora también éxito de visualizaciones en la nueva cultura de streaming que transitamos cotidianamente.  Nos parece necesario señalar que esta nueva producción, debe contextualizarse en una importante producción de series sobre la cuestión judía, muchas de ellas producidas en EEUU o Alemania. Podemos mencionar a la exitosa  Poco ortodoxa,  también One of us , Shtisel,  y otras de origen israelí donde el eje no es exclusivamente lo judío sino el conflicto Palestina Israel, excepto La reina de Jerusalem que hace referencia a las distintas manifestaciones de lo judío:  las características de la cultura y la lengua sefaradí, menos conocida en el mundo occidental, la cultura ashkenazi, sus tensiones con la anterior,  la relación del territorio con el Protectorado británico antes de que el territorio de Palestina se convierta en Estado de Israel etc. 

En todo caso, lo novedoso en la producción audiovisual global que pone una lupa sobre lo judío, es el interés por el “mundo ortodoxo”. Si en el siglo XX lo judío estaba asociado a la modernidad, a la transformación social, a lo rupturista, al amor por el saber y la cultura, en el imaginario global del siglo XXI, lo judío aparece  tensionado  entre el discurso de la diversidad y la deconstrucción (feminismo, la diversidad sexual, igualdad en el trabajo, en el saber, en la religión,  rabinas mujeres, se plantean y legitiman muchas maneras de vivir el judaísmo), como también por lo judío ortodoxo, “mundo” lleno de claroscuros y que también descubrimos -quienes estamos “afuera”. Así como hay un resurgir de los fundamentalismos religiosos en distintas partes del mundo, también detectamos una mayor visualización global del fundamentalismo religioso judío, durante la pandemia por ejemplo y su comportamiento frente a las restricciones sanitarias en NYC USA, su rol en la política israelí y ahora el mundo ortodoxo en la Argentina a través de la lente singular de Tamara Tenembaum. 

A lo largo de los 10 capítulos de no más de 30 minutos cada uno, el espectador va compenetrándose en el mundo imaginario de Tamara Tenembaum narrado a través de la lógica de las series de plataformas.  Muchos y variados son los temas que allí se hablan, los cuales podrían constituir cada uno una unidad de temas teóricos de la sociedad y cultura contemporánea.  El universo protagonista es la generación que está desprendiéndose del mundo familiar de origen: post centennials que en general aun no formaron una familia y que en la economía argentina actual presentan muchas dificultades para lograr autonomía tanto en términos de estabilidad laboral y del alto costo de los alquileres.  Es una etapa de la vida de muchas decisiones, al menos para quienes nacimos hasta dos décadas posteriores a la Segunda Posguerra, cuando se planteaban toda una serie de mandatos indiscutidos que -en sociedades con movilidad social- debían cumplirse con más o menos sacrificio: dejar la casa de los padres, irse a vivir solo, tener pareja heterosexual, estudiar una carrera universitaria, casarse, tener hijos.  Esos mandatos característicos de la generación de la madre de Tami (Tamara en la serie), son todos puestos en cuestión en la generación nacida hacia los años 90.

Una serie de interrogantes constituyen a la serie: qué es ser mujer, que es el amor, que es una pareja, que es ser padre o madre, y en todos los capítulos qué es ser judío. Si el título nos sitúa inicialmente en la pregunta por los fundamentos de las relaciones de la pareja heterosexual, como habría sido la de los padres de la autora, pareja mutilada por el atentado a la AMIA en la cual muere su padre a los 5 años, a partir de ese interrogante cada uno de los capítulos gira en torno al resto de los interrogantes señalados.  Ese estimulo de deconstrucción permanente, cansador muchas veces, aparece cuando, a pesar de la falta/ausencia del padre, Tami parece haberlo conseguido “todo”. Ella tiene frente a la mirada externa lo que se espera para su edad: pareja con joven profesional con depto amueblado, trabajo de lo que le gusta (aunque es un tema recurrente lo poco que gana), amigas, etc. Sin embargo, deja a su pareja; y cierta incomodidad existencial la lleva a poner todo en cuestión. También como en el psicoanálisis, a lo largo de los capítulos hay un ir y venir entre el presente y el pasado… Somos, como sujetos, según nos fuimos constituyendo en el pasado, más allá que pongamos todo en cuestión. ¿Cuánto habla de nosotros lo que fuimos? Ir al casamiento de su “vieja” amiga Sarita de la comunidad, moviliza a Tami a revisar quien es, quien era, a poner en tensión el amor y el sexo.   Es notable observar a lo largo de la serie como, cuando ella o alguna de sus amigas se encuentra en un conflicto personal, el sexo, la música electrónica de fondo, cierta oscuridad y la droga se presentan como un “refugio” al sinsentido existencial.

Por último, nos resulta clave señalar el papel central que ocupa el celular en todas las relaciones sociales que se entablan a lo largo de la serie: estamos y no estamos al mismo tiempo a partir de esa presencia inexorable de los mensajes del whatsapp. 

Si bien fue a los 12 años cuando Tami empezó a tener una vida “fuera” de la comunidad ya que empieza a ir a un secundario laico, no hay momento de la serie que no dialogue con lo judío.  Como se dice en un momento de la serie: “ser parte de” nos constituye como sujetos.

Aunque en todo momento parece querer despegarse del judaísmo, no debe haber practica más judía que la formulación del interrogante ante lo evidente.