“Nuestra bronca”: ¿una bronca de todos?

Se presentó en el Cine Gaumont, de nuestro país, el documental Nuestra Bronca, dirigido por Tomer y Shlomo (Sergio) Slutzky, que indaga en qué hay detrás de la desaparición en la dictadura militar de su familiar Samuel (Samy) Slutzky, qué intereses hay en Argentina y en Israel para que no se haga justicia, y por qué se sigue encubriendo a Aníbal Gauto, uno de los sospechosos del caso, que vive en el barrio de Kiriat Bialik, Israel, 100 km de la casa de los Slutzky. Premiado con una mención de honor en el Festival Internacional de Cine de Haifa 2022, y expuesto en los festivales en Varsovia y Jerusalem, “Nuestra Bronca” se va convirtiendo en una especie de road movie familiar que pasa de un barrio en las afueras de Tel Aviv a un juzgado en Buenos Aires, en el que también se cuentan otras historias: la del padre visto desde la perspectiva del hijo que, con una mirada cargada de indulgencia, paciencia y ternura, lo ve como un Quijote, un perseguidor de causas perdidas y también la nunca saldada cuestión de la actuación de Israel durante la dictadura en Argentina.

Por Pablo Gorodneff

El mismo día que vi “Nuestra bronca” empezaba el Mundial de Futbol de Qatar, y fallecía a la edad de 94 años Hebe de Bonafini, cofundadora de Madres de Plaza de Mayo y quizás su figura más emblemática. El futbol y los derechos humanos en nuestro país tienen su cruce fatal en el Mundial de 1978, cuya final se jugó en el estadio de River Plate, a pocas cuadras de la ESMA. Y digo esto porque los contextos condicionan la subjetividad, porque no creo en las casualidades, y lo que iba a ver me lo confirmó.

La primera escena del documental se desarrolla durante el Mundial 2018: un grupo de argentinos reunidos en Israel entonan canciones de cancha mientas esperan por el partido de la selección: un mes antes, la AFA había suspendido un encuentro entre los equipos de Argentina e Israel, luego de que autoridades israelíes intentaran llevar el partido de Haifa a Jerusalem.  En la continuidad de esa escena inicial, Slutzky padre pega carteles con la cara de Teodoro Aníbal Gauto, acusado de haber cometido delitos de lesa humanidad en el centro clandestino de detención de “La Cacha”, que funcionó en La Plata durante la última dictadura cívico militar. Un primo de su padre, Samuel Leonardo Slutzky, quien permanece desaparecido, estuvo cautivo en “La Cacha”, donde se presume que murió como consecuencia de las torturas a las que fue sometido. Gauto, quien es buscado por la justicia argentina, se casó con una mujer judía y emigró a Israel con ella, bajo otro nombre, donde no hay tratado de extradición con Argentina. Una coartada perfecta, y a la vez una burla dolorosa. El documental muestra entonces el derrotero de Shlomo, acompañado de su hijo Tomer para lograr que la Corte Suprema Israelí le quite la ciudadanía a Gauto para que pueda ser extraditado y juzgado en la Argentina.

 Pero a la vez, en una especie de road movie familiar que pasa de un barrio en las afueras de Tel Aviv a un juzgado en Buenos Aires, también se cuentan otras historias: la del padre visto desde la perspectiva del hijo que, con una mirada cargada de indulgencia, paciencia y ternura, lo ve como un Quijote, un perseguidor de causas perdidas y también la nunca saldada cuestión de la actuación de Israel durante la dictadura en Argentina.  Mientras tanto, se suceden entrevistas y testimonios que no solo hacen al objetivo perseguido por Shlomo, sino que también sirven como pintura de épocas reciente que ahora parecen  lejanas: una entrevista a Alberto Fernández en su visita a Israel, primera salida del país luego de asumida la Presidencia, antes de la pandemia; Pinjas Avivi, embajador de Israel en Argentina durante la dictadura y su fascinación por Buenos Aires; un ex general israelí y sus observaciones sobre la relación de los montoneros y los palestinos.

Si   “´Disculpas por la demora” (2018), de Shlomo,  relata el encuentro con esta historia desde el punto de vista  familiar, al contactar de manera casual al periodista Mariano Slutzky, hijo del primo de su padre, quizás también encontremos un punto de contacto  en “Sin punto y aparte”(2012) donde se cuenta la historia de jóvenes compañeros de militancia del sionismo socialista que se quedaron a enfrentar el golpe de 1976 y su reencuentro con Shlomo  como parte de aquellos que decidieron emigrar a Israel, donde se exponen los sentimientos contrapuestos que esto genera, cuyos rastros se pueden encontrar en “Nuestra bronca”.

La voz de Gauto aparece en varios momentos del documental, y se percibe un hilo conductor entre su defensa y el modo “administrativo” con el que explica su rol durante la dictadura y los argumentos que expusiera el criminal nazi Adolf Eichmann  durante su juicio,  que dieran lugar a las palabras de Hanna Arendt en su libro “ Eichmann en Jerusalem: “Fue como si en aquellos últimos minutos (Eichmann o Gauto, el agregado es mío)  resumiera la lección que su larga carrera de maldad nos ha enseñado, la lección de la terrible banalidad del mal, ante la que las palabras y el pensamiento se sienten impotentes”