En una inobjetable demostración de convivencia pacífica, las principales comunidades religiosas del país y el gobierno firmaron, este 26 de julio, un documento en el que hacen un llamado «firme y racional» a la paz en el conflicto en Medio Oriente.
Los representantes comunitarios hicieron una invocación a la paz durante la firma del documento por «la vocación de paz y el diálogo entre las comunidades» suscripto en la secretaría de Culto argentina.
El documento -firmado por Luis Grynwald, Presidente de la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA); Samir Salech, Presidente del Centro Islámico de la República Argentina (CIRA); Monseñor Horacio Benites Astoul, Arzobispado de Buenos Aires, y el Embajador Guillermo Oliveri, Secretario de Culto de la Nación- «convoca a los hombres de buena voluntad a recapacitar y advertir que la violencia no tiene una matriz espiritual».
La declaración fue impulsada por el Instituto de Diálogo Interreligioso que orientan el rabino Daniel Goldman, el dirigente islámico Omar Abboud y el sacerdote Guillermo Marcó.
El siguiente es el texto completo de la declaración presentado bajo el título ‘La vocación de paz y el diálogo entre las comunidades‘:
En un mundo preocupado por la fragilidad de la paz, la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA), el Centro Islámico de la República Argentina (CIRA) y el Arzobispado de Buenos Aires, con la convocatoria de la Secretaría de Culto de la Nación, se sienten en la obligación ética de hacer un firme y racional llamado a la paz. Convocamos a los hombres de buena voluntad a recapacitar y advertir que la violencia no tiene una matriz espiritual, dado que los valores supremos de la vida y la paz revisten una santidad única e incomparable que es, al mismo tiempo, una de las mayores coincidencias de todas las confesiones.
Como ciudadanos argentinos integrantes de esta diversidad de tradiciones religiosas y culturales, afirmamos que debemos y podemos hacer un aporte al diálogo, basado en el respeto por la diferencia y en la convicción de que tales diferencias, lejos de constituirse en obstáculos para la integración, nos enriquecen.
Hace falta valor, prudencia y una buena dosis de generosidad para aceptar al otro, enriquecerse con su singularidad y construir espacios comunes que nos contengan a todos.
Instamos a las comunidades locales a continuar trabajando en aquello que nos une y convocamos a ser mancomunadamente responsables en la tarea cotidiana, acompañando el mensaje de concordia con aquellos con quienes podemos ejercer influencia. La violenta adversidad coyuntural que se desarrolla en Medio Oriente nos duele profundamente, y aunque podamos sostener visiones particulares y hasta divergentes sobre el tema, esto no debe doblegar nuestro esfuerzo de honrar la larga tradición que nuestra sociedad tiene en materia de convivencia plural, la cual debemos continuar profundizando para exhibirla al mundo como modelo.
Somos hijos e hijas de una herencia muy rica en ese sentido, que se ha visto potenciada en los últimos años con madurez y generosidad, desde quienes tenemos responsabilidades en nuestros respectivos ámbitos religiosos y comunitarios y también desde la Secretaría de Culto, que ha estimulado, generado y acompañado muchas de las acciones emprendidas.
Aspiramos a que estas palabras sirvan para que cada uno de nosotros, no importa la fe que profese, se proponga reflexionar con profundidad sobre los valores universales que compartimos, como lo viene promoviendo el Instituto del Diálogo Interreligioso.
Finalmente, hacemos una apelación a quienes desde los medios de comunicación pueden ayudarnos a transmitir y difundir los valores más profundos de paz y encuentro.