En el marco de la 17 edición del Festival de Cine internacional Judío en Buenos Aires, se presentaron doce películas en las cuales se involucran también doce países en la producción: Alemania, Argentina, Austria, Bélgica, Brasil, Canadá, Estados Unidos, Francia, Hungría, Reino Unido, Suiza y, obviamente, Israel.
En las últimas ediciones nos encontramos con directores que trabajan trasnacionalmente pero son latinoamericanos, como Jonathan Jakubowicz, de Venezuela, con su excelente película Resistencia sobre la participación de Marcel Marceau/Manguel en la Resistencia francesa contra la ocupación nazi, y Jorge Gurvich, director de cine argentino radicado hace 40 años en Israel. Gurvich ha producido una gran cantidad de películas y ahora nos presenta “Regreso al Maracaná”.
Como se puede advertir en entrevistas a ambos directores, a través de los relatos ficcionales que despliegan en sus películas, dan cuenta de la complejidad de la identidad judía y los desgarramientos que atraviesan ellos o atravesaron sus familias en historias de dictaduras, exilios, y muertes en campos de concentración.
Aquí nos vamos a centrar en la película dirigida por el director argentino israelí Jorge Gurvich, con diálogos en hebreo, inglés y portugués. Ya el título nos invita a la reflexión ¿De qué está hablando? ¿Qué significa ese título? ¿Por qué mencionar un mundialmente reconocido estadio de fútbol implica deducir una gran cantidad de características del lugar? ¿Cuánto tiene que ver esa palabra con la identidad brasileña? ¿Qué pasiones y sentimientos se ponen en juego? En primer lugar, conocer algunos rasgos del director nos ayudan a comprender el sentido profundo de la película. En una entrevista para la TV en Israel, Gurvich menciona que se exilió en Israel en el contexto de la última dictadura militar argentina y señala que allí pudo estudiar cine, carrera que no podía cursar en Argentina en esos años. Otro rasgo de su desgarramiento con respecto al país donde nació es que les pide a sus hijos israelíes que cuando muera y vayan al cementerio a visitarlo cada cuatro años le cuenten como salió Argentina en el Mundial. Esos dos elementos constituyen el puntapié para abordar la trama de la película que filmó sobre esta tensión subjetiva, pero a partir de la historia de una familia brasileña, los Spivak, que migran a Israel con su hijo de 20 años. Samuel y Roberto Spivak , ya su nieto Itai será israelí y no le interesará el fútbol. Samuel, el abuelo de la familia, con problemas cardíacos y una operación inminente, manifestaba un profundo deseo de viajar a Brasil donde se realizaría el Mundial de Fútbol del 2014.
Con mucho sacrificio económico, en dicho viaje irán su hijo, recientemente divorciado, sin casa, con una situación económica inestable y con una sensación de frustración en diversos planos de su vida, frente a su ex mujer quien habría establecido una relación afectiva con un jefe de su trabajo de origen alemán, pareja que daría cuenta de una mejor situación económica, y su nieto. El viaje a Brasil nos revelará un pasado complejo en la relación de Samuel con su propio padre, quien habría dilapidado su herencia y finalmente se habría suicidado. También una relación conflictiva con su hermana quien habría cortado interiormente con los deseos de su padre muerto de ir al cementerio cada cuatro años a contar qué ocurrió con Brasil en el Mundial.
Un punto también clave de la película es la relación intensa y difícil muchas veces entre padre e hijo varón judíos, donde se ponen en juego las expectativas, deseos y proyecciones de los padres con respecto a los hijos, asimismo las frustraciones, los mandatos, la necesidad de trascendencia a través del hijo varón. En varias oportunidades Samuel expresa preocupación por no dejar herencia a la descendencia, así como interviene muchas veces en demasiados aspectos de la vida del hijo: lo critica, pero lo ayuda al mismo tiempo. Como en espejo, le resulta insoportable el fracaso del hijo que no supera al padre, en términos de dinero, estudios etc., culpándolo del sacrificio que el padre hizo por él. Como en otros relatos judíos vemos en la película historias de huidas buscando una mejor situación económica, muchas veces como consecuencia de contextos irreversibles como exilios, persecuciones, crisis económicas, etc. De esta manera, la condición judía se constituye a partir de sucesivos desgarros y pérdidas.
Sin embargo, la alegría, el encuentro y la fiesta estarán presentes, muchas veces alrededor de la comida. En los personajes de la película se manifiesta una tensión entre el país que eligieron para vivir, Israel, como parte de la condición judía, y la pertenencia al país donde nacieron. En este caso representada por Brasil, su asociación a la pasión por el fútbol y la fiesta popular caracterizada por la música y el baile, aunque en varias ocasiones se muestra la presencia de la delincuencia y la mentira, rasgos de la vida cotidiana que desconocen. El abuelo Spivak quiere vivir el Mundial en Brasil, como un presentimiento que puede ser la última vez. Los tres, abuelo, hijo y nieto israelí recorrerán Brasil y pasarán por distintas situaciones dramáticas y alegres también.
El Regreso al Maracaná estará lleno de obstáculos. Como también lo expresa la dificultad y la corrupción para la obtención de entradas para ingresar a los estadios. En dos oportunidades son objeto de estafas y robos: no todo es fiesta en Brasil. En una primera oportunidad, las entradas son robadas y en una segunda, Samuel paga 4.000 dólares para entrar al Maracaná. Pero desgraciadamente logra entrar y allí muere. Roberto e Itai, hijo y nieto, temen que eso pase, ya que se enteran de la cirugía prevista en Israel y del diagnóstico de una médica que lo atiende en Brasil frente a una descompostura. Por eso hacen lo imposible para estar con el abuelo Samuel hasta sus últimos minutos. Tanto la felicidad como el dolor no son eternos y lo que nos muestra la película de Gurvich es como el encuentro, el afecto, la pasión y la necesidad de vivir intensamente hacen al sentido de la vida.