Aparecido en ‘El Nuevo Herald’:

Un líder que no es tan lúcido como lo ven

“Los perfiles del líder de Hezbollah, Hassan Nasrallah, siempre lo describen como el participante árabe más '’brillante'’ o ‘estratégico’. Lo siento, pero yo difiero. Cuando el humo se disipe, Nasrallah será recordado como el dirigente árabe más imprudente desde que Gamal Abdel Nassar, de Egipto, calculó mal su rumbo en la Guerra de los Seis Días”. Así comienza esta interesante columna de Freidman.

Por Thomas Friedman

Sí, sí, ya sé. Soy un occidental demasiado racional. Yo no comprendo la mentalidad oriental y la victoria emocional que Nasrallah cosechará a partir de todo este dolor. No se trata de ganar o perder; se trata de matar judíos. Bien, quizás, pero al final de cuentas, las guerras se pelean por fines políticos. Y se producirá una rendición de cuentas, así que hagamos un poco de matemática.
En primer lugar, Nasrallah ha provocado un retroceso de todo el incipiente movimiento por la democracia árabe. Ese movimiento, por cierto, estaba siendo usado por partidos islamistas -como Hezbollah y Hamas- para ascender pacíficamente al poder. Hezbollah, por vez primera, tenía a dos ministros en el Gabinete de El Líbano. Hamas, a través de unas elecciones patrocinadas por Estados Unidos, le quitó el poder a la Autoridad Palestina. Y en ambos casos, así como en Irak, estos partidos islamistas fueron autorizados a ocupar cargos dentro del gobierno y mantener afuera sus propias milicias.
Lo que tanto Hamas como Nasrallah han hecho -al arrastrar a sus naciones a guerras innecesarias con Israel- es para demostrar que los islamistas no serán llamados a rendir cuentas en mayor medida mediante el poder político. Justamente lo opuesto: ellos no sólo no arreglarán los baches, sino que empezarán guerras, cada vez que así lo elijan, que darán origen incluso a baches más profundos.
¿Acaso esto significa que Hamas y Hezbollah nunca más conseguirán un voto? Por supuesto que no. Sus seguidores siempre los seguirán. Lo que significa es que si la Hermanad Musulmana en Egipto, o islamistas en Jordania o el Golfo Pérsico, albergaban alguna esperanza de tomar el poder a través de medios electorales, pueden olvidarlo. Yo no veo que sus gobiernos permitan algún día elecciones que pudieran llevar al poder a partido islamistas, y tampoco veo a Estados Unidos promoviendo ninguna elección más en la región, por ahora. La experiencia de la democracia árabe está suspendida, debido a que si no se puede confiar en partidos islamistas para gobernar, no se puede confiar en la celebración de comicios.
Todos los dictadores árabes dicen, “gracias, Nasrallah».
Veamos. En el frente de paz, Israel sale de El Líbano y la Franja de Gaza, ¿y cuál es la respuesta de Hamas y Hezbollah? ¿La construcción de escuelas, caminos y empleos en sus territorios recuperados? No. ¿Respetar la frontera con Israel, pero exigir que Israel se siga retirando de la Ribera Occidental (Cisjordania)? No. La respuesta consiste en atacar a Israel desde Gaza con cohetes y secuestrar a soldados israelíes. Hamas y Nasrallah reemplazaron la fórmula »tierra por paz» con “tierra por guerra», a decir de Dennis Ross, el ex enviado a Medio Oriente.
Al hacer tal cosa, ellos se han asegurado que ningún gobierno israelí se retire de manera unilateral de la Ribera Occidental y corra el riesgo de ver cohetes cayendo sobre Tel Aviv. Nasrallah y Hamas han traído la »profundidad estratégica y territorial» de vuelta al pensamiento israelí. Todos los colonos judíos dicen, “gracias, Nasrallah».
Sin embargo, vamos a suponer que a Nasrallah no le interesa la democracia o un Estado palestino. Le tiene que importar su propia posición. Sus aventuras han dado paso a la devastación de su pueblo -lo que le ocurre actualmente a El Líbano es una tragedia terrible- con daños relativamente menores a Israel. El lanzó una guerra en nombre de Irán que arruinó a su gente, y el mejor resultado que puede anticipar es un cese al fuego que le exija a Hezbollah alejarse de la frontera israelí.
Más aún, Irán le dio misiles a Nasrallah para que disuadiera cualquier ataque occidental o israelí sobre el programa nuclear de Irán. Al usar, ahora, frívolamente su carta de los misiles, Hezbollah e Irán han expuesto y debilitado el disuasivo de Irán. Una verdadera tontería.
¿Puede Estados Unidos capitalizar la imprudencia de Nasrallah? En lo personal, creo que la movida estratégica de ajedrez consiste en tratar de separar a Siria de Irán, y llevar a Damasco de nuevo al grupo de árabes sunitas. Ese es un aspecto que cambiaría el juego. ¿Cuál sería el precio sirio? Lo desconozco, pero ciertamente pienso que valdría la pena averiguarlo. Después de todo, Siria alberga a la dirigencia de Hamas en Damasco. Es el puente terrestre entre Hezbollah e Irán, sin el cual Hezbollah no puede sobrevivir. Además, es el refugio seguro para los insurgentes baathistas que están en Irak.
Efectivamente, nosotros tenemos mucho que discutir con Siria. Y lo mismo va para los sauditas, los egipcios y los jordanos, a quienes les preocupa que Siria esté pavimentando el camino para una toma forzosa de la política árabe por parte de iraníes y chiítas.
A mí seguramente me interesaría saber si Damasco respondería a un ofrecimiento de Estados Unidos y Arabia Saudita -como el que convenció a Libia de renunciar a sus armas nucleares- y cruza hacia acá desde el lado oscuro. Es improbable, con toda seguridad, pero si el quipo del Presidente Bush tuviera la inteligencia para lograrlo -lo cual también es improbable- sería la madre de todas las derrotas para Irán y Nasrallah.