Postales desde la Alta Galilea

Apuntes de un periodista no objetivo desde el frente

El autor de este artículo es un periodista y sociólogo argentino residente en Israel. Suele tener agudas miradas sobre la realidad israelí, y en este caso, sobre algunos temas no muy conversados acerca de la actual escalada de violencia.

Por Iftaj Treguerman

1- No hay. No hubo ni habrá. No existe el estado que se sienta responsable por el bienestar de sus ciudadanos y que acepte sin reaccionar una situación como la que se dio en Israel.
Sin la menos provocación tropas extranjeras ingresaron al territorio soberano de Israel y capturaron soldados. Sin la menor provocación fuerzas de artillería sometieron a ciudades israelíes durante meses y años a continuos bombardeos.
Ningún estado toleraría esa situación sin reaccionar. Ningún gobernante y ningún ciudadano puede aceptar que los jardines de infantes sean atacados, que alumnos en las escuelas primarias deban ingresar a refugios subterráneos, que ciudadanos pacíficos no puedan desarrollar normalmente su vida.
Ningún organismo internacional y ningún Estado vecino tienen reclamos sobre territorios en la frontera norte con El Líbano y tampoco en el sur frente a la franja de Gaza. Israel se retiró de todos los territorios ocupados y devolvió a la soberanía árabe hasta el último grano de arena.
Las agresiones que provocaron esta guerra (y no se puede denominar esta situación sino bajo la nomenclatura de guerra) son producto de líderes fanáticos, borrachos de poder y enceguecidos de fanatismo que no conocen otro camino que el bélico causando perdidas y sufrimiento a todos los implicados, cierto, pero especialmente a sus pueblos sumidos en la pobreza, en la ignorancia y condenados a una vida de aflicción.

2- Entre Churchil y Chamberlain: Las bravuconadas del líder de Hezbollah, el jeque Hassan Nassralla y mas aun los bombardeos ,las capturas y las muertes que sus ejércitos han causado en Israel no le dejaron otro remedio a la dirigencia israelí que reaccionar. Las opciones no son muchas. O una actitud de cerrar los ojos y tratar de satisfacer al líder chiíta alimentando más aún sus ansias de conquista y expansión o una acción de corte militar que permita estructurar nuevamente el equilibrio en esta sensible región. En este caso Israel no tiene ningún tipo de reclamo territorial. Se trata, tan solo, de asegurar que los niños puedan acudir todas las mañanas a sus escuelas, que los ciudadanos puedan ir y volver de sus empleos vivos y que se puedan celebrar casamientos y cumpleaños sin necesidad de refugiarse en bunkers subterráneos. No es mucho pedir.

3- Las sorpresas: La acción militar israelí ha sorprendido a observadores políticos y a analistas políticos. Por primera vez al frente del gobierno se encuentran dos civiles sin pasado militar que están llevando adelante una operación de estas dimensiones.
El primer ministro, Ehud Olmert, un derechista avispado que adopto muchas de las posiciones de los palomas y Amir Peretz un líder obrero que casi sin querer tuvo que acceder al ministerio de defensa por apremios de la coalición política.
Ambos políticos, civiles y sin el halo de gloria que otorgan los galones, están conduciendo un operativo de envergadura que no tiene parangón en los últimos tiempos.

4- Sorpresas II: Por primera vez en la historia del Israel los representantes diplomáticos destacados en las Naciones Unidas y los líderes de la G8 reunidos en San Petersburgo se expresan de forma moderada y hasta entre líneas puede leerse un espíritu de comprensión ante la reacción israelí.
Esto es alentado, obviamente, por el evidente disgusto que provoca el aventurerismo islámico del Hamas en el sur y de Hezbollah en el norte en los países musulmanes de mayor influencia y riqueza como Arabia Saudita y Egipto.

5- El dueño del Circo: todo este proceso esta manejado desde el palacio de gobierno en Teherán. El liderazgo chiíta y la conducción Siria (el apoyo logístico con el que cuenta Hezbollah) son marionetas en cuyos hilos son manejados por la conducción iraní. Cierto es que las víctimas, la economía destrozada y las infraestructuras arruinadas son libanesas. Pero eso no parece hacer mella en el liderazgo irracional de los que se emborrachan con el tortuoso hálito de la guerra.