Hubo un tiempo que hermoso…», (Canción para mí muerte, Sui Generis).
«Puede ser que aquello terminó…» (Iajol lihiot she de nigmar, Yonathan Guefen)
En 1954, el joven Estado de Israel aún acusaba cierta inestabilidad en la relación conflictiva con los países vecinos y el cambiante escenario internacional reconfiguraba las posiciones respecto a los dos grandes polos de la Guerra Fría. Por caso, ese año la resistencia lograba expulsar a los franceses de Indochina, mientras que la China comunista de Mao iniciaba su segunda etapa con el lanzamiento de la economía planificada, y dos años antes la muerte de Stalin daba lugar al período de Kruschev en el que escalaría la tensión geopolítica con Estados Unidos y el mundo occidental.
En Israel, el movimiento kibutziano se fracturaba, a partir de las posturas enfrentadas sobre el rumbo que tomaba el mundo soviético. Esa división tendría su eco en las corrientes partidarias del Mapai (Laboristas) y Mapam (Hashomer Hatzair). La tensión por revalidar la soberanía del joven Estado no se esfumaba pero se iba reacomodando al mapa dinámico de la posguerra mundial.
En lo musical, aún conservaba su hegemonía la generación previa a la creación del Estado, siendo dominante el carácter prefigurativo de esas canciones que ilustraban un presente añorando un futuro.
El fusil y el amor
Jaim Jefer ya era un nombre representativo de esa generación que buscaba permanentemente un puente entre el fusil y las historias de amor. Acaso también como metáfora, todavía fértil, del amor con la tierra de Israel, el proyecto sionista y el pueblo judío.
Al protagonista de la canción, que aquí nos ocupa, se lo describe al principio yendo solo en dirección a Beer Sheva, pero ya en la segunda estrofa se nos presenta que es parte de una unidad militar camino a su destino. Se me ocurre pensar que el cansancio y el desierto pudieron haber dado la sensación de un oasis cuando vio a esa chica de trenzas que se sentó a conversar con él.
Una historia parecida, aunque más jugosa, describió Meir Ariel, años más tarde, en «Una noche tranquila en Suez».
Pero en esta historia de «Hu lo iada et shma», ella se fue y él olvidó preguntarle su nombre. El reencuentro será en otro contexto: él está herido en una ambulancia dónde es recibido por la enfermera, aquella chica de trenzas que conoció el verano anterior. Se reconocieron, charlaron y otra vez él olvidó preguntarle su nombre.
El no sabía su nombre
Pero su trenza lo acompaño
durante todo el viaje
Y el sabía que un día
De pronto se encontrarían
En el rocío de la mañana o en el sol que cae al atardecer.
Pasarán casi cinco décadas para que este clásico romántico de la canción israelí sea revisitado por Arkadi Dujin y Mija Shitrit, en una versión pop que probablemente no sólo le haga justicia al tema sino que lo enaltece.
Dujin y Shitrit lideraron una de las bandas israelíes más importantes de los noventa: «Ha javerim shel Natasha» (Los amigos de Natasha).
Nacido en Bielorrusia en 1962, Arkadi Dujin hizo aliá con su familia a los 15 años. Su relación con la música ya era incipiente, pero no tuvo la suerte de ser aceptado en las bandas musicales del Ejército, al que finalmente se enroló cómo combatiente. La sociedad musical con Shitrit comenzó por aquellos años adolescentes, en los que componían juntos y en los que Dujin le cedió a Shitrit la voz cantante por su temor a cantar en hebreo. Con la madurez personal y una maduración en las cuerdas vocales, Arkadi Dujin tomo definitivamente la voz líder, a instancias de su compañero de ruta.
Desde entonces, la Rusia que vio nacer a Sasha Argov, autor de la melodía de «Hu lo iada et shma», -y de tanto clásicos que dieron sentido y origen a la música popular israelí en los años previos y posteriores a la creación del Estado de Israel- cambió. Como cambió la Unión Soviética que vio partir a Dujin con su familia a fines de los setenta. El movimiento kibutziano se unificó. El ejército ya no es lugar donde se desarrollan las historias de amor de la música israelí. Y sin embargo aquella chica, de la que nunca sabremos si nombre, nos sigue cautivando como entonces.