“César Tiempo, Los arrabales de un judío errante”, de Leonardo Senkman

El cófrade nómade e independiente

El historiador argentino-israelí aborda en esta biografía la vida de un intelectual insoslayable de la cultura porteña, judía y universal del siglo veinte que optó en su escritura por abrazar la autonomía del creador sin fronteras, contra todo dogmatismo.
Por Laura Haimovichi

¿Quién es más porteño que él? La pregunta la formuló el escritorUlises Petit de Murat, acaso el guionista más prolífico del cine argentino, con unas 65 historias escritas y filmadas. Se refería a su colegaCésar Tiempo.Y respondió Murat: “Su espíritu se abre a todos los rumbos espirituales que marca la rosa de los vientos”, incluso al universo femenino, mucho antes, claro, de la actual revolución de los géneros.

El coautor del filme La guerra gaucha (el otro fue Homero Manzi) aludió así al hombre nacido Israel Zeitlinen 1906,en Ucrania, luego habitante de La Paternal, quien también creóla superchería literaria Clara Beter, “una presunta calientacamas”, poetisa yprostituta. Juguetón, Tiempo quiso darle voz a una ficticia mujer del amor pago con “Versos de una …” iluminando las sombras de las explotadas por la trata.

Era 1926 cuando envió sus versos por correo ala revistaClaridad,quelos fue publicando con gran aceptación de los lectores, sin sospechas de quién se trataba en verdad. La supuesta autora era oriunda de la misma tierra europea en que había sido paridoel autor de la lírica de“Libro para la pausa del sábado”, “Sabatión argentino”, “Sabadomingo” y “Aviso para encontrar a Jordana”, entre otros poemarios. Aquella invención de una escritora reveló su fascinación por la heteronimia, recurso que ya había empleado el vate portugués Fernando Pessoa y del que, en algún momento, posterior, también se sirvió Juan Gelman.

Un judío errante, mediador entre el público lector, la cultura universal y la popular, el ídish ancestral, amado y familiar y la lengua argentina que abrazó, permeada, además, por el lunfardo. Escritor, periodista, editor, dramaturgo y guionista, todo eso y mucho más fue Tiempo, sujeto de investigación de una flamante, crítica e imponente biografía que presentó su autor semanas atrás en el Museo del Libro, de la Biblioteca Nacional Mariano Moreno. Nos referimos al doctor en Historia Leonardo Senkman,entrerriano y jerosolimitano y fundador y director de la revista literaria NOAJ, que eligió biografiar a Tiempo por ser “un nudo de múltiples lazos”.

Senkman nos ofrece una historia de vida de casi 400 páginas que es un abordaje minucioso del talentoso cronista, narrador, actor y tanguero César Tiempo, que vivió hasta los 74 años, pero que también admite el género del ensayo que va entrecruzando con episodios de su vida. Autor de “La identidad judía en la literatura argentina”, entre otros numerosos libros, Senkman reconstruye los días y la producción de Tiempo que pueden ser leídas hoy como expresión de un intelectual plural, que dio cabida a construcciones polisémicas sin tener que optar en forma excluyente por un único y exclusivo legado cultural.

Leonardo Senkman eligió trabajar sobre la existencia y los artefactos narrativos, poéticos y dramáticos de Tiempo, sirviéndose de una prolífica documentación que halló,en gran parte, en la Biblioteca Nacional, así como en otras diversas fuentes muy documentadas. Así, pudo darle coherencia y cohesión a piezas dispersas, complejas y ricas del virtual rompecabezas de la vida de Zeitlin que vale la pena visitar o revisitar en esta valiosa versión.

La lectura de“César Tiempo. Los arrabales de un judío errante”, publicada por Editorial Leviatán, contiene los hemisferios imaginarios del redactor de Claridad y poeta judeo-argentino, que se reunía con cófrades en el Café El Japonés y escribió la exitosa obra Pan criollo, alter ego en la escena deSabadomingo. La pieza –que trata sobre la convivencia entre una familia inmigrante judía y otra italiana- fue muy elogiada por la crítica y el público la aplaudió. Pero también recibióla condena delos más dogmáticos miembros de la comunidad judía,que no toleraron las bromas y caricaturas que construyó Tiempo de algunos personajes.

Tiempo, intelectual independiente pero siempre reivindicador de lo judío, fue quien en 1935 denunció el antisemitismo de Hugo Wast, seudónimo de Gustavo Martínez Zuviría, entonces director de la Biblioteca Nacional y uno de los escritores más populares entre los años veinte y los cuarenta, autor de “brulotes” y “novelones”, según expresó el judío errante de Ucrania. “¿Cómo puede hablarse de una Argentinaexclusivamente para argentinos?”, preguntóTiempo “aquí donde los fundadores de la nacionalidad, los que nos dieron lengua, civilización y libertad, fueron en su enorme mayoría extranjeros e hijos de extranjeros”.

“¡Cuidado con los poetas cuyos puños golpean sobre las mesas de los verdugos!, escribióaludiendo a los nazis de afuera y a los locales. Y aunque la condición porteña y judía atravesó todas sus páginas, también criticó con amargura la indiferencia pequeñoburguesa de algunos integrantes de la comunidad frente al terror del nazi-fascismo.

Un intelectual híbrido y plural

Sabemos por Senkman que, contrario a cualquier forma de segregación racial, Tiempo escribió un memorable discurso por la paz, del lado republicano,frente a los graves daños de la Guerra Civil Española y entrevistó a intelectuales antifascistaspara dar a conocer sus posturas democráticas publicadas en la revista Columna, en los años cuarenta. Nos dice además el responsable de la biografía, profesor e investigador asociado en la Universidad Hebrea de Jerusalén, que a Tiempo se lo debe situaren el “entre transcultural identitario” que le permitió reaccionar a una cultura nacional supuestamente homogénea que intentaba aplastar desde el poder la diversidad de su bagaje. Esa plasticidad cultural, al decir del prestigioso crítico literarioAngel Rama, le permitió componer una escritura híbrida y plural, capaz de transmitir lo recibido y abrirse a lo novedoso.

Leído como miembro del grupo literario Boedo, Tiempo ofrendó textos plenos de alegorías y personajes idishes de acá nomás, tejiendo la lógica con la intuición y lejos de toda rigidez. Acarició en sus palabras la razón y lo divino para quedarse en el asombro y asombrar al lector con la incertidumbre y perplejidad del quehacer humano.

Orfebre de imágenes locales situadas, el escritor biografiado traspasóla arbitrariedad de las fronteras para abrazar ideas y escenas universales. Perturbado por el antisemitismo y su peor encarnación durante el Holocausto, dio cuenta en sus textos de la preocupación por el destino de sus hermanos oprimidos y asesinados. También consignó en sus escritos las tensiones polémicas que, en tanto judío y argentino, experimentó al ser nombrado director del suplemento cultural del diario La Prensa, expropiada por la CGT durante la primera gestión justicialista, contradicciones que también protagonizó al ser puesto al frente del Teatro Nacional Cervantes durante el tercer gobierno peronista y al ser acusado desde la más cruel ignorancia de subversivo en el nefasto año 1976 por haber traducido a un tal Carlos Marx, primo hermano de Marcel Proust.Es que la curiosidad y ansias de saber de Tiempolo llevó a dialogar siemprecon sus pares, aún los populistas, incluso con algunos que parecían estar en la vereda opuesta. Es que, mecido por los vientos del peronismo y contra una mitología muy instalada, los judíos -igual que losdiferentes grupos étnicos- fueron incorporados como parte de la polis o el demos de la nación con una ampliación de ciudadanía, tal como lo investigó el historiador israelí RaananRein en “Los muchachos judíos peronistas”.

Para Tiempo era importante no invisibilizar la otredad y darle igual jerarquía a los distintos tipos humanos y sus lenguajes, culto y popular, del habla y de la literatura.

Así escribió, por ejemplo, para su hijo Víctor César, donde lo celebra y se celebra a sí mismo:

“Yo también tuve en otro tiempo hermoso
Tu nombre y tu apellido redoblado
Tus 21 años, tu perfil barbado
Y el mal de andar sin prisa y sin reposo.
Víctor con v de vuela Victorioso,
César con c de corazón colmado,
Tiempo con t de tierra y de tejado,
Zeitlin con z de zahorí zumoso”.

El hombre en su dimensión frágil, contradictoria y humana

Doctor en historia de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires e investigador asociado de la Universidad Hebrea de Jerusalén, Senkmandestaca que para Tiempo las palabras debían ganar “nuestros cinco sentidos, poder verse, oírse, olerse, saborearse y tocarse”.

Al servirse del rico repositorio documental del Fondo César Tiempo depositado en el Archivo de Colecciones Particulares de la Biblioteca Nacional, el biógrafo indagó otro tema polémico: los vínculos intelectuales,impropios,de Zeitlin con escritores católicos nacionalistas, algunos notorios antisemitas doctrinarios, como el sacerdote jesuita Leonardo Castellani. Y en ese sentido, el libro establece una clara victoria al mostrar con precisión al protagonista y los hombres con los que se vinculó, no como héroes de ningún panteón sino en su dimensión frágil, contradictoria y humana.

El volumen, decíamos,detalla la relación de Tiempo con el peronismo: “me llamaron porque sabía armar un diario, corregir y escribir inteligiblemente, no me exigieron afiliación ni batir el parche del general, tuve absoluta libertad de acción no canté jamás loas a Perón ni a su señora”, contó.

Para la psicoanalista, poeta, traductora y ensayista Perla Sneh, la presentación de “César Tiempo. Los arrabales de un judío errante” en la Biblioteca Nacional fue “un acto de justicia poética” porque se trató del mismo lugar en el que, en términos borgeanos, ocurrió el “pogrom frugal”deWast/Martínez Zuviría. La institución retuvo este nefasto nombre hasta 2010, cuando, evoca Sneh,Horacio González, “otro director, a quien recordamos con cariño y emoción”, sacó ese nombre de la hemeroteca y lo cambió por el de Ezequiel Martínez Estrada, así como restituyó el de Israel Zeitlin junto al de César Tiempo, en la sala de dirección.

“Este libro se detiene y circunda el arrabal del tiempo de César Tiempo, el nombre de ese itinerario que casi han desaparecido del recuerdo del mundo literario de hoy y que Senkman renueva escapando a clasificaciones y diversas morales a la que a veces la crítica apela. Esta historia se demora en las heterogeneidades y discontinuidades, pero el hilo conductor es la serie que lo acerca y lo aleja de lo judío”, señaló la escritora y docente Laura Estrín en la presentación.

Cesar Tiempo había desembarcado con la familia de origen en Buenos Aires el mismo año de su nacimiento por el temor de Gregorio, su padre, frente a la persecución antisemita. Fue, cada vez que pudo, deudor del amor de su progenitor que encaró una huida y “una lucha que fue cruel y mucha”. De élaprendió a combatir el dolor, la incertidumbre, la pobreza y la tristeza con una bondad sin claudicaciones. Y supo –en palabras de Sneh- “que la poesía puede salvarse por el desprendimiento y esa grandeza que estriba en la actitud de dar siempre, generosa y fervorosamente, liebre por gato o, en otras palabras, tomar un trozo de carbón y transformarlo en undiamante para luego vender ese diamante como si fuera un trozo de carbón”.