La alianza de Emmanuel Macron, Ensemble! (Juntos en castellano), perdió la mayoría en el parlamento francés al obtener apenas 245 escaños en la cámara de 577 miembros en las elecciones, según los resultados completos publicados por el Ministerio del Interior. Con el 38,9% de los votos, necesitará negociar con otros espacios para lograr colocar a la primera ministra Elisabeth Borne -ex PS- y conseguir una estabilidad legislativa que acompañe su gobierno.
A pesar de que seguramente logre llegar al acuerdo con el centroderechista partido de Los Republicanos, no son buenos augurios para el presidente francés ya que los magros resultados obtenidos por algunos de sus funcionarios, y por consiguiente, la pérdida de bancas, lo obliga a redefinir su gabinete para el segundo mandato; en el cual viene golpeado por diversos motivos, entre ellos, la inflación, el recrudecimiento de los problemas sociales y la respuesta ante el conflicto en Ucrania, que, haga lo que haga, le iba a restar votos debido a la fuerte toma de posiciones en la sociedad francesa.
Sin embargo, las luces de la marquesina se las llevó la alianza Nueva Unión Popular, Ecologista y Social (NUPES), conformada por los partidos La Francia Insumisa de Jean Luc Melenchon, el Partido Comunista de Roussel, el Partido Socialista, Los verdes ecologistas, Generaciones del exsocialista Benoit Hamon y el Parti Gauche. Esta coalición obtuvo 131 bancas que representan aproximadamente el 25% de la cámara y alcanza a ser la segunda minoría. Esto no es un dato menor ya que obtuvo, en su conjunto, 74 diputados más que en la elección del año 2017 y una gran cantidad de los votos provienen de partidos de izquierda que no entraron, pero también de la alianza de Macron y el desencanto en los últimos meses de gestión, donde viró de un centrismo con política social pero economía de mercado a dejar de lado la cuestión social y enfocarse solo en los resultados económicos.
A su vez, no podemos dejar de lado la tercera pata en esta contienda que es Marine Le Pen y su Agrupación Nacional, la cual logró 89 escaños, ochenta más que en la última legislativa y contando solamente con un partido; es uno de los más votados en estas elecciones. Consolidando el electorado obtenido en las presidenciales, mostró que a la ultraderecha la conduce ella, y es quien tiene la llave para seguir creciendo, sobre todo después del aplastante triunfo en su distrito.
El escenario claramente no es de tres tercios pero lo que sí se observa es que el sistema de partidos de la Quinte República va quedando cada vez más atrás en el tiempo y que el centripetismo es efímero.
La otra importante cifra de la noche es la alta abstención, que ronda el 54%, un punto y medio más que en la primera vuelta, pero 3,4 puntos menos que en la segunda vuelta de 2017.
Macron y el triunfo esfumado
Las elecciones presidenciales de hace casi dos meses le dieron a Macron un empujón para que sea él y no Marine Le Pen quien lleve las riendas del país por los próximos cinco años. Sin embargo, no es un cheque en blanco, tal como quedó demostrado en las legislativas. En este sentido, la alianza Juntos obtuvo el 27,9% en la primera vuelta presidencial y un 25,75% en las legislativas, poco más de dos puntos abajo, pero en la segunda legislativa -una rara avis de la política francesa- sacó 39% y 245 bancas, 105 menos que cinco años atrás.
Pero el dilema no alcanza con no lograr la mayoría que le permita colocar a Elisabeth Borne como jefe del parlamento. Varios de sus funcionarios no resultaron electos como parlamentarios y deben dejar el cargo. La ministra de salud Brigitte Bourguignon resultó derrotada en el distrito 6 Pas-de-Calais frente a la candidata lepenista y tendrá que dejar el gobierno. La secretaria de Estado encargada del mar, Justine Benin, perdió frente a independentistas en la región de Guadalupe. Amélie de Montchalin, ministra para la Transición Ecológica y la Cohesión Territorial, derrotada en la región de Essonne frente al candidato del PS. Perdieron también su escaño Christophe Castaner, jefe del grupo parlamentario en la Asamblea Nacional y Richard Ferrand, secretario general del partido. Patrick Mignola, portavoz del Partido Demócrata, aliado del gobierno, perdió su banca frente al izquierdista Jean-François Coulomme.
Este golpe obliga al presidente no solo a redefinir su gabinete, sino también parte de su política. Es que uno de los grandes conflictos resultó la suba de la edad jubilatoria, donde gran parte de los votos fueron a parar a la izquierda, quien garantizó que los cambios propuestos no tenían asidero. Sumado a la política respecto a Ucrania y la inflación, no fue el mejor cóctel para llegar airoso a estas elecciones.
Pero no es solo eso. La República en Marcha, el grupo del mandamás francés cedió más de 100 bancas en la Asamblea Nacional, pasando de 265 parlamentarios a solo 154, mientras que sus aliados Modem, ganaron ocho escaños y Horizons, obtuvo 27. Es decir, que los cinco próximos años, Macron deberá hacer un gran gobierno de coalición donde probablemente busque tentar por derecha, a Los Republicanos, de quienes tiene el apoyo indirecto, hasta a los socialistas y radicales que no están conformes con la alianza de izquierda NUPES, ni con el liderazgo de Melenchon, ni con la deriva que ellos denominan “populista”. Es clave la habilidad para darle volumen político a este complejo escenario y salir airoso.
En ese sentido, el nuevo gabinete buscará darle una identidad de multiculturalidad y multideología. Gérald Darmanin (Interior), Bruno Le Maire (Economía) y Éric Dupont-Moretti (Justicia) continúan en sus carteras, todos desde la centroderecha. De los nuevos, Sébastien Lecornu (Defensa), Catherine Colonna (Exteriores) provienen de la centroderecha, escindidos de Los Republicanos. Elisabeth Borne, la primera ministra, tiene orígenes en el socialismo, al igual que Clément Beaune (Asuntos europeos), Gabriel Attal (Presupuesto), Olivier Verán (Vinculación con Parlamento) y Pap Ndiaye (Educación, de origen senegalés), mientras que Agnès Pannier-Runacher (Transición energética) pertenece al izquierdista liberal Territorios de Progreso. Un abanico grande con solo mostrar de las carteras más importantes.
La unidad de la izquierda, ese tesoro difícil de guardar
El 12 de junio electoral fue de ensueño para gran parte de la izquierda en el mundo. Gustavo Petro fue electo como el primer presidente de izquierda colombiano en la historia y no es un hecho menor. En Francia, a más de 8500 kilómetros, la alianza de izquierda NUPES daba el sorpasso en las legislativas francesas con una unidad que hace tiempo no se veía.
Es que después del fracaso de Anne Hidalgo, del socialismo, que no llegó a 2%; de Yannick Jadot, el ecologista verde, con menos del 5%; y de Fabien Roussel, del comunismo, con poco más del 2%, hicieron ver que si no se unían a los casi 22% de Melenchon no iban a llegar a ningún lado. Es por lo que las reuniones, tras la primera vuelta presidencial electoral, no se hicieron esperar y derivó en que uno a uno, los partidos se iban uniendo a esta propuesta superadora.
Este camino no estuvo alejado de las piedras que puede llegar a haber. Referentes del Partido Socialista y los Verdes decidieron no participar en esta alianza y presentaron candidaturas por fuera, en los que, salvo seis escaños, no tuvo el éxito que hubiese esperado. Tampoco todos los espacios a la izquierda se sumaron, debido a la posición del socialismo sobre Europa y la OTAN, o la intervención en la economía.
En este sentido, fue clave el acuerdo en algunos puntos, tales como la transición ecológica, la negativa al aumento de la edad jubilatoria, los derechos humanos para los migrantes y el corte a los estímulos a las grandes empresas, así como las privatizaciones y el achicamiento del Estado de Bienestar.
No es por menos decir que Melenchon, si no hay cambios improvistos, sea el líder de la izquierda dentro de los próximos cinco años. Con 75 parlamentarios, es la agrupación de NUPES con mayor representatividad, seguido del Partido Socialista, con 29 bancas, pero 5 por fuera de la coalición, siendo de los mayores resultados negativos de su historia reciente, mientras que los Verdes lograron 23 bancas y los comunistas 12.
No hay, por lo tanto, posibilidades de que la izquierda popular quede marginada de volver a postular a su líder. Sin embargo, hemos visto que la astucia política de Macron podría llevar a tentar a los Verdes o al Socialismo para integrar el gabinete en caso de necesidad, tal como lo ha hecho, por ejemplo, con el Partido Radical de Izquierda, o con el Ecologista de Francia. El peso territorial del socialismo en las ciudades y los verdes en las urbes no es nada despreciable para tomar por el presidente.
Lo cierto es que cada dirigente de peso como Fabien Roussel, Olivier Faure, Melanie Thomin o Julien Bayou han revalidado sus mandatos, lo que le da mayor respaldo a esta alianza de izquierda. El primer paso era salir fortalecidos y convencidos de que era lo correcto. Ahora falta consolidar el espacio, hacerlo crecer y comenzar a repartir responsabilidad para lo que queda del camino a las presidenciales del 2027.
Las pequeñas victorias de la ultraderecha y una señal de alerta
Que la ultraderecha ha crecido en los últimos años no es novedad. Vox, Lega, Chega, Orban, Le Pen, Milei, Bolsonaro, Trump, etc, se han incorporado al debate público de la política mostrando que tienen razón de estar allí, de forjar debates que creen necesarios y que todo lo demás ha fracasado. Estos populistas de derecha se abrieron paso a medida que los problemas sociales iban creciendo sin resolución en el corto plazo, con ideas de reducción de derechos sociales y laborales y un recorte al Estado de bienestar.
Es así que a paso agigantado han ingresado a numerosos gobiernos a lo largo y ancho del globo, pero en donde no lo han hecho, obtuvieron diputados, senadores o representantes para instalar esos discursos.
Marine Le Pen se instaló ya no como la ultranacionalista, sino que moderó -algo- su discurso y se mostró pro industria nacional, gay friendly y sensible a los problemas de la clase obrera francesa, pero sin dudas, continuó lo antimigrante, lo que le permitió sumar una gran parte de los sectores bajos franceses y de algunos altos, de los suburbios y las viejas ciudades industriales.
Es así como logró obtener 89 bancas, 80 más que hace cinco años, lo que le permitió eliminar a Eric Zemmour y quedarse con el electorado de la derecha extrema y ser la portavoz de una creciente fuerza que llegó a disputar el ultimo ballotage presidencial.
Y no solo eso: en la reciente legislativa, sumó bancas a costa del centro y la centroderecha, por lo que gran parte del electorado nuevo provienen de allí. Con la crisis de la derecha gaullista y del macronismo, el ascendente Frente Nacional busca ser la fuerza que saque al europeísmo del gobierno francés y cierre las fronteras. Es una señal de alerta su fuerte ascenso pero también hemos visto en la segunda vuelta presidencial, sus limitaciones.