Israel y su soberanía:

Líneas roja y verde

Líneas rojas y verdes se cruzan en el destino de los pueblos del Medio Oriente. Pueblos que parecen no comprender que deben frenar las ínfulas violentas antes de que sea demasiado tarde. Veamos qué hay de nuevo en las líneas que se tocan permanentemente en el destino de israelíes y palestinos.

Por Alberto Mazor (Desde Israel)

1. La línea roja de Hamas

Para resolver la crisis en Gaza, el jefe del gobierno palestino y líder del Hamas, Ismail Haniyeh, ofreció una tregua de larga duración a cambio de la liberación de prisioneros. Este es el mismo argumento que ya trató de vender a poco de haber tomado el poder, hace seis meses, cuando, forzado por el peligro de quedarse sin recursos económicos, anunció un cese de fuego del terrorismo contra Israel.
A pesar de tal promesa, nunca cesaron los ataques contra territorio israelí desde la Franja de Gaza con cohetes Kassam, lanzados por las distintas milicias del Hamas, algunas de ellas supuestamente disidentes.
El gobierno palestino tampoco se tomó la molestia de impedir estos ataques que, indefectiblemente, habrían de llevar a la actual crisis y que contradecían su propia tregua prometida.
Una vez que se hizo cargo del gobierno, lejos de preocuparse por tratar de salvar a su pueblo de la catástrofe social y económica que se le venía por la suspensión de los recursos financieros, Haniyeh se dedicó a la gran política internacional, abriendo contactos especiales con Irán para que éste ayudase a romper el cerco sobre su gobierno.
Dicho contacto reforzó la desconfianza de los Estados Unidos y de la Unión Europea hacia Hamas. Cabe recordar que el Hamas aún figura en las listas europeas y norteamericanas de organizaciones terroristas.
La capacidad de liderazgo de Hamas para pegarse tiros en sus propias rodillas parece ser infinita. El portavoz de su oficina política, Khaled Mashal, hizo declaraciones desde Damasco, reconociendo un estado de guerra del gobierno palestino con Israel; según Mashal, el soldado secuestrado -Guilad Shalit- es un prisionero de guerra, y las convenciones y leyes internacionales deben ser aplicadas en este caso.
Mashal se da mucha importancia con palabras tan solemnes, pero pasa por alto algunos detalles: si como él dice, Hamas está en guerra con Israel:
– ¿Por qué su ejército no tendría derecho a atacar el territorio palestino cuantas veces lo considere necesario para su defensa?
– ¿Por qué habría Israel de liberar el dinero que retiene en nombre de la Autoridad Nacional Palestina y dárselo al enemigo?
– ¿Cómo espera que los donantes internacionales den ayuda a una de las partes beligerantes del conflicto sin romper las leyes internacionales que los obligan a ser neutrales?

2. La línea roja de Hezbollah

Tarde o temprano, la persistencia de un grupo terrorista en forma de milicia organizada en la frontera israelí con El Líbano tenía que causar graves problemas de seguridad en la región. El incumplimiento por parte de Hezbollah de las resoluciones de la ONU -que piden su disolución para que sea el Ejército nacional libanés el encargado de la seguridad de una frontera tan sensible- terminó por tener las consecuencias que se temían, y en el peor de los escenarios. Con la Franja de Gaza ardiendo por los cuatro costados, la milicia chiíta -también incluida en la lista de grupos terroristas- trata de presionar a Israel con el secuestro de dos soldados en el momento más dramático de los últimos años.
Sus padrinos, Irán y Siria, han escogido -además- el momento más ventajoso para sus propios intereses, de manera que eclipse las discusiones que tienen lugar en París sobre el modo de impedir que el régimen de Teherán se dote de armas nucleares.

Aunque se quiera pensar que los radicales de Hezbollah en El Líbano y los palestinos de Hamas puedan estar actuando de forma coordinada, como sugiere Israel, lo único claro es que nada de lo que está pasando contribuye a ningún tipo de solución.
A seis años de la retirada israelí de El Líbano, Hezbollah cruzó una línea roja al atacar a Israel, secuestrar soldados y exigir negociaciones para su liberación. Si Israel cediera ahora, esta actividad se convertiría en el nuevo lenguaje de los terroristas.
A pesar de que Israel recibió tibios llamamientos a la moderación por parte de la comunidad internacional para exigirle que no hiciera uso desproporcionado de su fuerza, los bombardeos y ataques que se han producido ya son poco esperanzadores en ese sentido. Y, por lo que se ha visto, el Ejército israelí no parece tener intenciones de dar marcha atrás.

3. La «Línea Verde» de Israel

Durante muchos años una gran parte de la sociedad israelí sostuvo la total legitimidad de que Israel, en caso de ser atacada, debe defender su soberanía desde sus fronteras internacionales acordadas en los armisticios de Rodhas en 1949, que pusieron fin a la Guerra de la Independencia, más conocidos como la «Línea Verde», más los respectivos tratados de paz con Egipto y Jordania.
El repliegue de las fuerzas israelíes de El Líbano y la desconexión unilateral de Gaza hacia la Línea Verde, consideraba -entre otras- dicha opción.
Las fuertes represalias llevadas a cabo en estos momentos por Israel ante la violencia desatada desde Gaza y El Líbano contra su territorio soberano son ahora aceptables por casi toda la opinión pública israelí y entendibles por la gran mayoría de la comunidad internacional que, a diferencia de acciones anteriores, esta vez no se apresura a condenarlas en los diferentes foros internacionales.
Eso sí, Israel debe mantener la firmeza comprensible frente a comportamientos terroristas dentro de los límites de la mesura en la respuesta, porque de otro modo los argumentos que la justifican podrían perder su validez.
Esta vez no pueden equipararse las acciones militares iniciadas por Israel desde la Línea Verde con las líneas rojas transgredidas por sus enemigos: Hamas y Hezbollah. Estos últimos practican simplemente el terrorismo y sus métodos preferidos no son otros que la violencia y el chantaje.

En las últimas dos semanas y media se ha retrocedido varios años en el acercamiento entre los tradicionales enemigos de Medio Oriente. Al parecer, sólo una decidida acción del Cuarteto de Madrid podría tratar de impedir el derrumbe del castillo de naipes construido sobre el ‘Mapa de Rutas’ que buscaba lograr la coexistencia pacífica de palestinos e israelíes, allá, en el 2005.