Una lectura Tradicionalista: BeKolDorVa´dor(1)
El comienzo de la icónica frase “En cada generación” (“BeKol dor va`dor”) pone énfasis en la transmisión de la tradición de una generación a otra. Es lo que Octavio Paz llama el arquetipo temporal de las sociedades primitivas, en el que el pasado emana y confluye en el presente, haciéndolo la única actualidad valedera. El Seder de Pesaj trae siempre a la memoria la salida de Egipto y evita la intromisión del cambio. La permanencia se refleja en las normas sociales y en las Mitzvot religiosas que tienen un papel predominante en la Hagada tradicional. El tiempo suprime la variación y al recrearse y repetirse, este tiempo se transforma en presente. Lo que se vislumbre que suceda no causa incertidumbre, es aquello que fue y que debe seguir siendo. La norma ajusta la acción y lo que se busca es la inmutabilidad de un tiempo eterno, un tiempo sin tiempo, situado en los orígenes, para imitarlo eternamente.
Esta lectura tradicionalista imagina un más allá, al que quiere aproximarse permanentemente, concibiendolo como un tiempo que fluye interminablemente, pero que siempre guarda celosamente el principio de identidad. La historia es caída, traición y distancia del tiempo perfecto. El tiempo pasado debe animarse, ser, nacer, crecer y morir para renacer. La recurrencia elimina la muerte como absoluta desaparición. Al contrario, la historia se presenta como una decadencia mortal. El único modo de escapar de ello es el eterno retorno. La renovación no significa innovación, sino la seguridad de que al final del ciclo, lo único que espera es el pasado original. Así, futuro y pasado se fusionan.
Esta fusión de los tiempos pasado, presente y futuro se refleja claramente en uno de los primeros relatos rabínicos incluido en la Hagada: “…explicara Ben Zomá: «Está dicho: Para que recuerdes el día en que saliste de Egipto todos los días de tu vida (Deut. 9:3). Ahora bien, ‘los días de tu vida’ se refiere a los días, [y la palabra] ‘todos’ [adicional] indica la inclusión de las noches». Los Sabios, sin embargo, dijeron: » ‘Los días de tu vida’, se refiere al mundo presente; y ‘todos’ indica la inclusión de los días del Mashíaj».”
Una lectura Humanista: Jaiv Adam leharot et atzmo (2)
Octavio Paz nos presenta una segunda concepción del tiempo: el tiempo judeo-cristiano en que el eterno retorno es individual y no colectivo, en que en la edad mesiánica cada hombre y mujer se haga uno con la divinidad, otorgando una respuesta individual a la propia muerte. Frente a una solución tradicional de un tiempo circular infinito e impersonal, la visión humanista judeo-cristiana ofrecía como un ciclo temporal finito y personal. Al final, y por esos incomprensibles designios que sólo la divinidad conoce, el tiempo de pecado, sufrimiento y culpa tiene su desenlace en el fin de los tiempos, en la muerte de la muerte misma. La tregua ofrecida a la decadencia por el eterno retorno tenía su contrapartida en el premio o la condena final, donde una presencia iba a estar esperando a cada uno de los seres humanos que existen y que alguna vez existieron. Lo central no es el cosmos del mundo, su orden, sino el cosmos individual que se alcanza al final. Al llegar a la unión divina, la idea de un re-comienzo se hace absurda: el tiempo es irreversible.
Esta cosmovisión lineal del tiempo es clara en el Maguid(relato) que da comienzo a la Hagadá: “Este es el pan de aflicción que nuestros antepasados comieron en la tierra de Egipto. Quienquiera que tenga hambre, que venga y coma; quienquiera que esté en necesidad, que venga y celebre el Seder de Pesaj. Este año estamos aquí; el año venidero en la Tierra de Israel. Este año somos esclavos, el año venidero seremos gente libre.”
Una lectura Moderna: KeiluHuIatzaMi`Mitzraim(3)
Una tercera lectura de la Hagada podría ser la lectura moderna que pone en duda constante las dos narrativas anteriores. Aquí la palabra “Keilu” (“Como sí”) parece reflejar esta duda constante, llamada por Octavio Paz una tradición de la ruptura. Y en cada una de estas rupturas, de estas “Keilu”, brota el comienzo. Esta tradición lleva dos marcas: la de la irrupción en el presente de una idea que barre con la anterior, y la de estar hecha de momentos de ruptura fragmentados.
Esta lectura está constituida por la sucesión de tradiciones, de la polémica y de la agonía de ellas, de manifestaciones momentáneas de actualidad, condenada a ser siempre distinta. Sin embargo, esta lectura no se distingue únicamente por la novedad y la sorpresa, sino por la continuidad de la interrupción.
La ruptura es un cambio en el horizonte hecho por la negación de la tradición y que lleva una nueva propuesta, que puede ser tanto la invención nunca antes imaginada, como lo milenario, que se presenta como resurrección de civilizaciones desaparecidas.
La historia de los los cuatro hijos (uno sabio, otro malvado, otro simple, y un último que no sabe cómo preguntar) es uno de los mejores ejemplos de cómo la didáctica ironía de el Keilu está presente en toda la Hagada.
En nuestras familias y comunidades cada uno es libre de leer la Hagada de acuerdo a su propio criterio, valores e imaginación. Y es que el valor de la libertad no solo está incluido en el contenido de la Hagada, sino que también en sus diferentes formas de leer, interpretar, contar y festejar. ¡Feliz Fiesta de la Libertad para todos!
1) En cada generación.
2) El Hombre debe verse a sí mismo
3) Como si hubiera salido de Egipto
* PAZ, Octavio: Los hijos del limo. Barcelona, Seix Barral, 1987.
** Rabino laico