En la mañana del sábado, 15 de enero 2022, Malik Faissal Akram, ciudadano británico de 44 años, ingresó a la sinagoga Beth Israel en Colleytville, Texas. El rabino Charlie Cytron-Walker lo invitó a ingresar pensando que era alguien que buscaba un refugio contra el frío de ese día. El rabino Cytron-Walker había hecho de su congregación un lugar abierto a todos, enfatizando el compromiso social de su comunidad. A los pocos minutos, Akram desenfundó su arma y mantuvo al rabino y otros tres miembros de la comunidad como rehenes durante casi once horas, exigiendo la liberación de Aafia Saddiqui condenada a prisión por intento de asesinato a ciudadanos estadounidenses en Afganistán. Luego de varias horas de negociación, los rehenes lograron escapar, y Akram fue abatido por las fuerzas de seguridad.
Esta acción se suma a los numerosos ataques que la comunidad judía en Estados Unidos ha sufrido en los últimos años. De acuerdo a los datos recogidos por el FBI, los judíos han sido el grupo étnico, cultural, y religioso que ha sufrido la mayor proporción de ataques de odio en los Estados Unidos en los últimos años. Judíos han sufrido 2.5 veces más ataques que la población afroestadounidense y 2.2 más ataques que la población musulmana(1).
Sin embargo, estos datos reflejan la falta de visibilidad pública y mediática, con la excepción de algunos casos como fue el reciente en Texas o el ataque por parte de un supremacista blanco a la sinagoga Tree of Life en Pittsburgh en 2018.
Esta situación exige dos preguntas importantes: ¿por qué los judíos han sufrido en forma desproporcionada del aumento de crímenes de odio en Estados Unidos? Y ¿por qué, a pesar de los datos, se le ha dado poca visibilidad en comparación con ataques a otros grupos étnicos y religiosos?
Trump, supremacistas blancos, y el auge del antisemitismo
Para poder responder a la primera pregunta debemos retornar a la campaña electoral de 2016 y a la presidencia de Donald Trump. A través de una campaña basada en el odio, el racismo y la xenofobia, con un mensaje nativista de hacer “América Grande Nuevamente,” Trump dio legitimidad al discurso y la acción de los grupos de supremacía blanca.
Las referencias al internacionalismo judío, al control judío de las finanzas, o a la “doble lealtad” o falta de patriotismo judío fueron constantes durante la campaña electoral de 2016 y también en 2020(2). En una entrevista con el periodista israelí Barak Ravid, Trump se quejó sobre la falta de apoyo electoral que recibió de la comunidad judía estadounidense, argumentando que “los judíos en Estados Unidos, o no quieren a Israel o no les preocupa Israel”, agregando que Israel perdió el “poder absoluto” que gozaba en el Congreso, por culpa de Obama y Biden, los cuales obtuvieron un apoyo masivo del llamado “voto judío”(3).
La llegada al poder de grupos de extrema derecha racistas y xenófobos, el uso constante de una retórica antisemita, la referencia a conspiraciones orquestadas por judíos, y el cuestionamiento a la “lealtad” de los judíos estadounidenses, ha legitimado los ataques contra la comunidad judía.
El Esencialismo Racial y el Sistema Binario Estadounidense
Si queremos comprender la baja visibilidad que los ataques a la comunidad judía han tenido, es importante analizar la estructura racial estadounidense, los discursos y análisis sobre la misma, y la posición de los judíos en tal estructura.
La esclavitud africana fue uno de los pilares del desarrollo del Estado y el sistema capitalista estadounidense. La esclavitud dio lugar a una serie de prácticas sociales y políticas, y una ideología que justificó y mantuvo el sistema esclavista. Como bien indican Karen Fields y Barbara Fields en su libro Racecraft, el racismo es la aplicación de un estándar moral, legal y social doble basado en la ascendencia de una persona(4). No es la raza del individuo lo que produce el racismo, sino que son las prácticas sociales, políticas, y legales racistas que producen identidad racial. La raza es una construcción social y política sin ninguna base biológica.
En Estados Unidos, la esclavitud, y las prácticas sociales, políticas e ideológicas que la mantuvieron, crearon una estructura racial binaria negro-blanco. Sin embargo, la realidad es mucho más compleja. Esta complejidad llevó a una serie de acciones legales, políticas y sociales para imponer esta estructura binaria (5). En el caso de los judíos, durante la gran inmigración judía del siglo XIX y hasta la Segunda Guerra Mundial, los judíos no eran considerados blancos, y por lo tanto se los veía como ciudadanos de segunda categoría. Esto cambió después de la Segunda Guerra Mundial, donde los judíos pasaron a ocupar una categoría de “blancos honorarios”.
Entre los muchos problemas que el desarrollo de la estructura social racista de los Estados Unidos genera, se destaca la incapacidad de analizar la sociedad y la experiencia de diversos grupos por fuera de la estructura racial. Por más que es casi universalmente aceptado que la raza es una construcción social, los estadounidenses, incluyendo intelectuales y académicos, continúan utilizando el concepto de raza o etnia desde una perspectiva esencialista y limitada a una visión binaria. En otras palabras, todos los latinos, todos los judíos, todos los afroestadounidenses comparten mismas características, mismas experiencias, misma historia, e intereses similares, independientemente de la clase social o de la historia individual. Y dentro de la visión binaria, o uno es blanco o uno es una “persona de color.” Peor aún, es común para muchos estadounidenses, incluyendo académicos e intelectuales, extrapolar esta realidad e intentar aplicar la visión racial binaria al resto del mundo.
Recientemente, la actriz y conductora televisiva, Whoopi Goldberg, declaró que el nazismo y el Holocausto no eran un asunto racial porque las víctimas judías eran blancas(6). Goldberg fue suspendida temporariamente del programa, a pesar de haberse disculpado, y su declaración fue considerada parte de una ignorancia general que hay en EE.UU. en relación al Holocausto y al nazismo. Sin embargo, las declaraciones de Goldberg fueron un claro ejemplo del intento de aplicar una visión racial binaria al resto del mundo y hacia dentro de la propia sociedad estadounidense, la cual presenta una realidad mucho más compleja.
Uno de los muchos problemas que esta miopía genera es que dejamos de analizar los intereses socioeconómicos y las prácticas sociales, políticas e ideológicas que constituyen el racismo y la xenofobia. En cambio, se clasifican a los grupos sociales dentro de la estructura binaria blanca-persona de color, y se pone énfasis en una supuesta experiencia universal de cada grupo. Y aquí surgen, entre muchas otras, al menos dos consecuencias problemáticas: comprendemos el racismo y la xenofobia como animosidad individual dirigida y provocada por la raza/etnia de la víctima, o sea que A sufre racismo porque es negro, latino, indígena, y no a causa de la permanencia de prácticas socio-políticas que aplican una doble moral y construyen identidad racial. Y al mismo tiempo, se debilita la capacidad de comprender los ataques contra los judíos, u otros grupos similares, ya que estos han sido clasificados como “blancos,” y por lo tanto no pueden ser objeto de ataques raciales.
El Resurgimiento del Nacionalismo Autoritario
Décadas de políticas neoliberales han producido altos niveles de desigualdad, serias crisis económicas y sociales, graves daños ecológicos y de salud, y un debilitamiento de las democracias. Como consecuencia, hemos visto el surgimiento de movimientos y candidatos autoritarios y neofascistas, como Trump, Bolsonaro, u Orbán. En todos ellos, el racismo, la xenofobia, y el antisemitismo han estado presentes. El aumento reciente de ataques contra la comunidad judía en los Estados Unidos es consecuencia del resurgimiento y auge de este nacionalismo autoritario y xenófobo.
La crisis económica, la alta concentración de la riqueza, y los altos niveles de desigualdad han abierto la puerta a candidatos pseudo-populistas, los cuales han basado sus campañas y poderío electoral en la construcción del “otro” como culpable de los problemas sociales y como amenaza a los “valores tradicionales.” Las promesas de proteccionismo nacionalista, como “América First” o “Make America Great Again,” han servido para envalentonar a grupos de extrema derecha neofascistas y religiosos fundamentalistas. La administración Trump, a pesar de su retórica proteccionista, ha contado con la mayor cantidad de multimillonarios en el gabinete en los últimos cien años. Sus políticas económicas fueron una extensión y profundización de las políticas neoliberales de sus antecesores. El éxito de Trump, el cual todavía cuenta con un alto apoyo dentro de los electores republicanos, se ha basado en inflamar los sentimientos nacionalistas conservadores centrales en la sociedad estadounidense. Para aquellos construidos como “otros” el peligro es real.
Para poder comprender el alto índice de ataques antisemitas es importante comprender las dinámicas socioeconómicas y políticas que dan lugar a prácticas socio-políticas racistas y xenófobas. Son estas prácticas las que dan contenido a identidades raciales, y construyen a los afroestadounidenses como criminales, a los Latinos como ilegales, y a los judíos como la eterna amenaza a la nación e identidad estadounidense comprendida como blanca y cristiana.
1. https://ucr.fbi.gov/hate-crime/2019/topic-pages/incidents-and-offenses
2. Ver Solty, Ingar (2021) “What do ‘unruly’ right-wing authoritarian nationalist do when they rule? The US under Donald Trump,” en M. Williams & V. Satgar (eds) Destroying Democracy: Neoliberal Capitalism and the Rise of Authoritarian Politics. Johannesburg: Wits University Press.
3. https://www.rollingstone.com/politics/politics-news/trump-jews-america-anti-semitic-rant-1273189/. Tanto Obama como Biden han brindado un apoyo casi incondicional a Israel. Cabe recordar que fue el Presidente Obama quien autorizó la financiación del sistema anti-misiles Domo de Hierro, por ejemplo.
4. Ver Fields, K.E., and Fields, B.J. (2014). Racecraft: The Soul of Inequality in American Life. New York: Verso.
5. Ver Haney-López, I. (2006). White by Law: The Legal Construction of Race. New York: New York University Press. Ver también Omi, M., and Winant, H. (2015). Racial Formation in the United States (Third ed.). New York: Routledge. Y Sclofsky, S. (2016). Policing in Two Cities: From Necropolitical Governance to Imagined Communities. Journal of Social Justice, 6, 1-24. Gómez, L.E. (2007). Manifest Destinies: The Making of the Mexican American Race. New York: New York University Press.
6. https://www.cbsnews.com/news/whoopi-goldberg-suspended-the-view-holocaust-race-comments/