¿Por qué creés que hay tantas caracterizaciones cruzadas y contradictorias sobre la figura de Putin y su ideología?
Iría un poco para atrás para pensar quiénes apoyan a Putin desde antes de la guerra, quiénes dejaron de apoyarlo y quiénes todavía lo admiran. En Europa, donde viví durante muchos años, a Putin lo miran con simpatía y agradecimiento la extrema derecha y el fascismo. Esto lo podemos ver en el caso de Marine Le Pen en Francia. Durante un breve tiempo, Rusia operó un canal de televisión, donde el periodista estrella era un alto cuadro del Partido Nacional, la agrupación de Le Pen. Por otro lado, hay una izquierda que en Francia está referenciada por Mélenchon, que encontraba con Putin un punto en común: el deseo de disolver la Unión Europea. Putin no quiere a su lado una Europa Unida y Mélenchon plantea que la participación de Francia en el organismo significaba la subordinación del país ante el neoliberalismo alemán. También hay una parte de la población mayor que tiene recuerdos de la Segunda Guerra Mundial y sabe que fue el Ejército Rojo el que los salvó del nazismo, pero la realidad es que ese ejército dejó de ser una fuerza liberadora cuando terminó la guerra.
En Argentina, pasa a grandes rasgos lo mismo: la derecha franca juega con la ignorancia de buena parte del público y presenta como una misma cosa a Putin y a los rusos comunistas del pasado. La extrema derecha toma como modelo a EE. UU., un país en conflicto con Rusia. Hay una parte de la izquierda que no percibió los cambios y se aferra a la idea de que el enemig de mi enemigo imperialista es mi amigo. Es difícil saber cómo llamarlos, porque van desde el peronismo progresista hasta la izquierda ex PC (incluyendo al PC), y parten de una lógica de “el enemigo de mi enemigo es mi amigo”. Se olvidan de un antecedente importante: estuvimos unidos junto a los yanquis e ingleses contra el nazismo, entendiendo que frente nuestro había un enemigo común de la humanidad. Esta izquierda confunde sus paradigmas ideológicos clásicos que muchas veces son justos – y con los que coincido -, como el antiimperialismo, por ejemplo, con la realidad.
Hay un factor de ignorancia muy importante: ¿quién de la prensa progresista local escribió sobre la persecución y cierre por parte del gobierno ruso del organismo de derechos humanos Memorial en diciembre? Es como si acá el Gobierno hubiese cerrado HIJOS, las Madres o el CELS. Memorial es una institución enorme con filiales en todo el país y en países vecinos que sufrieron el estalinismo, dedicada a recuperar la memoria y los nombres de los torturados y asesinados bajo la URSS, a registrar documentos de campos de concentración soviéticos y a vigilar el respeto de los derechos humanos. Por cierto, me duele que sea la derecha la que señala siempre estas violaciones a los derechos humanos. Pero en Rusia, donde no hay separación de poderes, la Corte Suprema cerró una organización fundamental en esta lucha, declarándola un “agente extranjero”.
El mundo ignora las transformaciones ocurridas en Rusia en los últimos años, con medidas cada vez más agresivas, y se sabe poco de las medidas cada vez más represivas contra la población rusa. ¿Se ha informado acá que las instituciones universitarias y de investigación tienen que admitir en su dirección un representante de los servicios de espionaje? Esa es la realidad hoy. La izquierda que defiende a Rusia debe saber algo: si viviesen allí, estarían hoy en la cárcel. Hace una semana condenaron a 5 años de cárcel a un chico de 15 años que enseñaba a hacer bombas molotov porque le encontraron literatura anarquista en la casa. El fiscal había pedido 9 años. Hace un mes, condenaron a un historiador local de 65 años de una ciudad del norte que pasó su vida identificando sepulturas anónimas en el bosque vecino, a las víctimas de las matanzas estalinistas. Le dieron 15 años, lo cual en su situación es una pena de muerte. Luego de dos absoluciones, lo terminaron condenado por pedofilia, por haberle sacado fotos a su hija adoptiva con discapacidad, que el historiador enviaba a sus médicos para evitarle el viaje. Los pocos medios opositores rusos que continúan operando hablan de esta realidad.
¿Y quién es el verdadero Putin entonces?
Creo que estamos frente a un hombre obsesionado por recuperar para su país el estatus de potencia mundial. Lo dijo claramente en el “Manifiesto por el Milenario”, un discurso que dio en 1999 y que está disponible online. Enumeró esta idea como uno de los tres principales objetivos nacionales. Como historiador, prefiero trabajar sobre documentos, pero esto es una interpretación parcialmente basada en documentos: me parece claro que las demostraciones de machismo, las posturas de heroísmo, las fotos con el torso descubierto, las escenas con animales, todo esto se le subió a la cabeza y está matando al político real. Es un hombre inteligente que tenía estatura de líder mundial. Acaba de cometer un error monumental. En primer lugar, resucitó a la Unión Europea, que no lograba ponerse de acuerdo ni para las vacunas. Le inyectó una unidad y energía con la que no contaba desde que se amplió a 27 países. En segundo lugar, hizo de la OTAN (y, aclaro, coincido con mis compañeros de izquierda al considerarla una institución peligrosa) un objeto de simpatía a lo largo de Europa que ante la opinión pública recuperó su estado de alianza militar defensiva. Consiguió además unir a Ortega, Díaz-Canel y Maduro con el fascismo europeo y con Corea del Norte en el apoyo y la comprensión. Esto es en solo una semana, más allá de la crisis humanitaria en Ucrania.
Como publiqué en Revista Anfibia («Westfalia murió en Ucrania»), si traducimos un importante artículo de Serguei Karaganov (asesor político de Putin) entre otros documentos, veremos una creencia de que el Occidente – no sólo los gobiernos, sino nuestras sociedades – se encuentra en una decadencia final, presentando una oportunidad para asumir la hegemonía y reubicarla en el espacio euroasiático. La aspiración es convertir a Rusia en el mayor actor dentro de una alianza de países no occidentales y “ayudar a China en sus problemas”, lo cual es extraño dado que China al menos política y económicamente es más poderosa que Rusia. Sostienen que es necesario restringir las libertades políticas, porque es necesario contar con un poder vertical rígido, y absolutizar la libertad individual, entendida como la económica. Finalmente, que es necesario poner la ciencia al servicio de esta causa y combatir las ideas “antihumanistas”, entendidas como el feminismo y el movimiento LGBT. Esto es lo que Putin representa hoy. No es un peligro reservado únicamente a la guerra.
Y con respecto a la misión enunciada por Putin de “desnazificar Ucrania”, ¿considera que hay en Ucrania un problema de extrema derecha? ¿Y es esta derecha antisemita?
CI: Ucrania tiene un pasado antisemita muy fuerte. Fue el espacio de la primera campaña de pogroms, iniciada en 1881. Hoy, 140 años después, el 73% de la población votó por un judío como presidente. Con la mentalidad histórica y representación tradicional sobre el judío, esto resulta muy significativo. No se pueden repetir tonterías sobre el nazismo en Ucrania sin tener en cuenta esto. Me gustaría saber cuándo en Rusia o en otro país europeo habrá un presidente judío. Por otro lado, ¿hay algún país donde no haya extrema derecha? ¿Acaso Rusia no la tiene? ¿Putin no alienta a la extrema derecha europea para debilitar a la Unión Europea? Claro que hay grupos nazis, pero exagerar su importancia y el rol que cumplen en la sociedad ucraniana -que es realmente marginal- es repetir propaganda rusa. Decir que Maidan [las protestas de 2013 y 2014 que llevaron a la caída del presidente ucraniano prorruso Víktor Yanukóvich] fue un golpe fascista es parte de esto. Es verdad que la OTAN no cumplió con sus promesas y cuenta con parte de la responsabilidad por lo que está pasando. Pero ni la política de la OTAN ni la presencia de nazis en Ucrania justifican la carnicería que está liderando Putin bombardeando a la población civil.
No soy un apologista acrítico de occidente. Debemos tener en cuenta que esta guerra tiene dos orígenes. Uno es la política expansionista de la OTAN, que se fue acercando cada vez más a las fronteras rusas, y el otro es el deseo de potencia ruso. Además de Ucrania, al oeste de Rusia tenemos a Rumania, Hungría, Polonia, Letonia, Lituania y Estonia. Los últimos cuatro países ya tienen bases de la OTAN. Ya cuentan con escudos antimisiles y bases aéreas. ¿Qué gana Rusia yendo a la guerra y poniéndose frente a frente con el poder de la OTAN? Esta situación no representa una justificación para la guerra, que demuestra también el desprecio de Putin por los propios rusos, quienes sufrirán también de las consecuencias de esta guerra en el costo humano y el impacto económico de convertirse en paria internacional. Esta es una guerra para decidir quiénes serán los amos del siglo XXI. No tiene lógica fuera de las aspiraciones de poder de líderes desconectados de la población.
Con una sociedad civil debilitada y una prensa adicta y restringida, ¿cómo podemos saber qué quiere la población rusa?
Es muy difícil. Entre mis contactos rusos, conozco a mucha gente mayor que vivió con humillación el fin de la Guerra Fría y anhela la recuperación de esa posición internacional. Entre la gente joven, se percibe un fuerte rechazo a Putin, fuera de grupos de extrema derecha, incluyendo nazis, que sí cuentan con una relevancia clara en la Rusia actual. Desde el Parlamento ruso, uno de ellos, Vladimir Zhirinovsky, gritó esta semana que era necesario destruir la mitad de Europa y de Estados Unidos para terminar con este caos. Vemos fuertes intentos de reprimir y disciplinar a los sectores de la sociedad rusa que expresan posturas críticas al gobierno.