¿La ortodoxia es de derecha?

Las relaciones entre práctica religiosa e ideología distan mucho de ser lineales. En este artículo, el sociólogo Damián Setton explica los mecanismos discursivos que anudan (y muchas veces tergiversan) los vínculos entre ambas esferas.
Por Damián Setton

La población judía de la Argentina no influye en los resultados electorales. Por eso llama la atención que un periodista haya escrito, hace ya un tiempo, que Macri tenía asegurado el voto de los judíos. Esta aseveración apuntaba menos a lo cuantitativo del asunto y más a la pretensión de legitimar a Macri a través de un mecanismo de doble asociación.
El mecanismo opera del siguiente modo: existen esquemas de percepción que nos permean y nos conducen a asociar determinados grupos sociales con determinados atributos. Se trata de estereotipos arraigados y efectivos a la hora de producir representaciones acerca de lo social. Los judíos tienden a asociarse con atributos como la inteligencia, la pertenencia a la clase media y a la «Argentina blanca». También con la maestría en el dominio de las artes del enriquecimiento y de los negocios, incluso con la avaricia y el ímpetu irrefrenable por la ganancia económica. Estos estereotipos podían desembocar en la estigmatización de los judíos en la Cristiandad medieval o en una sociedad de ascetas. Pero habitamos la modernidad capitalista. El éxito económico es sumamente valorado y es aquí donde los judíos pueden ser designados, desde ciertos discursos, como modelos a imitar. Alcanza con navegar por Youtube para toparse con videos que, desde una óptica judeofílica, explican el secreto de la «riqueza judía» a los aspirantes a millonario. Desde ya que estos estereotipos no designan una realidad objetiva. Pero lo que importa no es su adecuación a la realidad de los judíos de carne y hueso sino su efectividad simbólica.
El vínculo con Israel también resulta, para cierta sensibilidad, un atributo positivo. Israel es visto como un país moderno, desarrollado, integrado al mundo y con un haber interesante en hazañas militares.¡¡Hasta hace poco se decía que era el primer país que había logrado derrotar al coronavirus!! Esta misma sensibilidad construye una imagen de Israel a la vez que designa las propiedades de su opuesto: la Argentina kirchnerista subdesarrollada y aislada del mundo. Entonces, si los judíos son asociados a estos atributos positivos (primera asociación), y a la vez votan a Macri, ergo la mejor opción es Macri (segunda asociación). Una buena forma de convencernos de que Macri es el mejor candidato es diciéndonos que lo van a votar los mejores. Esta vinculación de lo judío con la Nueva Derecha transcurre en el terreno de una construcción simbólica de lo judío que opera resaltando atributos imaginarios o universalizando al conjunto de los judíos aquello que puede afirmarse de una parte.

Nueva Derecha y ortodoxia

Si no lo es desde el punto de vista estadístico, es desde el punto de vista de una sociología que preste atención a los procesos simbólicos y culturales que la formulación de preguntas acerca de los vínculos entre lo judío y la derecha resulta de interés. En estas breves reflexiones reduciré la amplitud de lo judío a una de sus expresiones: la ortodoxia religiosa. Me resulta interesante pensar en las afinidades que se producen entre, por un lado, la revitalización de la ortodoxia y, por el otro, la producción de un espacio no sólo político, sino fundamentalmente cultural, que ha venido a ser denominado como Nueva Derecha. Estos dos procesos se han desarrollado simultáneamente. No por ello deberíamos suponer la existencia de una relación de causalidad. No se trata de que uno determine al otro. No obstante, la simultaneidad en el tiempo nos permite preguntarnos si es posible identificar relaciones de afinidad. Podemos pensar estos vínculos desde un enfoque que tome en cuenta los tópicos, temas y motivos que dan forma a los discursos tanto de la ortodoxia como de la Nueva Derecha, observando las afinidades entre ellos a los fines de indagar cómo participan de un mismo clima cultural. Esto no significa que todos los judíos ortodoxos voten a los partidos de derecha ni que la derecha encuentre mayores afinidades con la ortodoxia que con otras vertientes del judaísmo religioso, sino que existe una relación de mutua atracción entre ambos universos simbólicos.
¿Cuáles son los lenguajes de la Nueva Derecha, las categorías que su discurso instala exitosamente, los valores morales que propugna? Hay dos tópicos centrales oportunamente señalados por Gabriel Vommaro: 1). La gestión y el éxito; 2) La entrega de sí y el desinterés. Fino analista del desarrollo del PRO, Vommaro encuentra que los mundos en los que se enraíza dicho partido político son los del empresariado y el voluntariado. Son las figuras del empresario y el voluntario las que dan forma a un ethos específico que nutre a la Nueva Derecha de representaciones e imágenes acerca de la sociedad instalando, también, una dimensión utópica donde la sociedad ideal sería la de los emprendedores («Meterse en política»: la construcción de PRO y la renovación de la centroderecha argentina”)
Ezequiel Adamovsky ha sostenido que el emprendedurismo opera como una ideología que sintoniza con los mensajes de la derecha (“Contra la ideología del emprendedurismo (y el adoctrinamiento”). El emprendedor vendría a ser el portador de un espíritu independiente que busca el progreso individual. Esta figura existe en la medida en que existe su contracara: aquel que es pobre porque carece de iniciativa o aquel que «vive del Estado». Fue a través del PRO que esta construcción se fue naturalizando al punto tal que hoy día el verbo «emprender» designa, para muchos, sus propias prácticas laborales.
A la figura del emprendedor se asocia la del líder, en lo posible, joven. Líderes que mejoran las condiciones del mundo. El líder emprendedor es proclamado como aquel que saca el país adelante. El éxito en el hacer es parte de la retórica propia a este conjunto de creencias acerca de lo social. Y siempre el discurso opera sobre la base de opuestos: los que hacen y los que no hacen; los que sacan el país adelante y los que lo mantienen en el atraso.

El discurso de Jabad Lubavitch: líderes, hacedores y emprendedores

La revitalización de la ortodoxia involucra a un amplio conjunto de organizaciones. Jabad Lubavitch es quizás la que ha alcanzado mayor visibilidad y ha dado forma a un discurso que trasciende los límites de su comunidad de adeptos. Es esta proyección más allá de la comunidad la que hace del discurso de Jabad una vía para la comprensión de transformaciones sociales a gran escala. En este discurso destaca el tópico del liderazgo. En un video promocional de la escuela de Jabad, se define a los alumnos como futuros líderes que irradiarán luz al mundo entero. Una imagen del sujeto religioso en sintonía con la imagen del mundo ideal que también promueven determinadas sensibilidades políticas. En este mismo video, así como en eventos organizados por Jabad, empresarios exitosos que han aportado económicamente a la causa comparten cartel con los líderes religiosos. Rabinos y empresarios conforman el sustrato moral de una teodicea en la cual los segundos resultan ser protagonistas del perfeccionamiento del mundo. Los empresarios, encarnaciones de una categoría que disputa su legitimidad dentro del espacio de los imaginarios sociales, encuentran en la cosmovisión religiosa una fuente de legitimación de las estructuras que les permiten reproducir su condición social. A la vez, la riqueza debe circular para ser sacralizada. Pero también se afirma que esta circulación, para ser efectiva, debe producirse a través de la mediación de organizaciones religiosas, no del Estado.
La terminología religiosa no es de derecha ni de izquierda, sino que puede nutrir ambos polos del espectro político. El concepto de tzedaká puede vincularse a una noción de justicia social, incluso a una perspectiva revolucionaria. Pero también puede operar en el modo en que un empresario se legitima socialmente y justifica su posición social.
La figura del sheliaj, tal como es construida en el universo jabadiano, condensa los atributos del voluntariado y el emprendedurismo. Y no me refiero a los shlijim reales, sino a la idea de lo que es y debe ser un sheliaj. El emisario, se afirma, es una persona que se entrega a sí mismo en beneficio de una misión trascendente. A la vez, debe reproducir su propia base de sustentación buscando recursos para el sostenimiento de los proyectos que lleva a cabo. El «hacer» y el «éxito» se vuelven temas centrales en la construcción del sheliaj como sujeto social. Un sheliaj es retratado como alguien que «hace» cosas motivado por una visión optimista del mundo y sin dejarse desanimar por los obstáculos que puedan presentarse. Estos temas configuran la imagen de sí que Jabad proyecta al exterior. En numerosos eventos puede observarse cómo la organización se muestra en su aspecto pujante, resaltando sus éxitos y su crecimiento. Muchas veces estos discursos son pronunciados en determinados salones, hoteles y hasta balnearios asociados con los sectores privilegiados.
Las religiones no son de derecha o de izquierda. Son el terreno de producción y circulación de significados que no necesariamente redundan en definiciones de lo real acabadas y perfectamente articuladas. La cosmovisión jabadiana contiene elementos que pueden producir tensiones con el ethos de la Nueva Derecha o con ciertas perspectivas radicalizadas. Por ejemplo, el componente comunitario pone límites al individualismo extremo ensalzado por los «libertarios». Desde el punto de vista de la ortodoxia, el bienestar colectivo tiene prioridad por sobre la libertad individual. A la vez, la figura de los líderes carismáticos es un elemento constitutivo de las ortodoxias de matriz jasídica. La escenificación del éxito económico puede ser contrarrestada por cierta inclinación hacia una espiritualidad que, sin desembocar en una búsqueda activa de pobreza, priorice otros modos de conexión con lo sagrado.