AK: Mi nombre es Ayman, vivo en Barta’a (una ciudad en el norte de Israel, en la zona de población árabe comúnmente conocida como “el Tríangulo”) y soy el Secretario General de Ajyal, la división árabe dentro de Hashomer Hatzair. Somos una organización independiente desde lo educativo y lo ideológico que trabaja con el público árabe del norte al sur del país. Tenemos 35 sedes y 4800 janijim (educandos). En las sedes tenemos janijim musulmanes y cristianos desde los 9 hasta los 18 años. Después de los 18 años, tenemos programas de formación de liderazgo que buscan preparar a nuestros miembros para el mundo académico, laboral y participación en la sociedad. Yo fui janij (educando) en el Movimiento Juvenil Árabe que era hermano de Hashomer Hatzair, que se disolvió en 2005 y fui parte de un grupo que buscamos refundar el movimiento con el apoyo de Hashomer Hatzair.
NS: Se encuentran en una gira conjunta por Sudamérica. ¿Cómo surgió esta idea y cuáles son sus objetivos?
AK: Me interesaba ver el funcionamiento de la tnuá en la diáspora y entender mejor cómo se organiza la comunidad judía en su lugar de minoría en otros países. Creo los árabes de Israel que tenemos mucho que aprender sobre cómo se insertan los judíos en la sociedad de los distintos países donde viven y cómo trabajan en el ámbito de la educación no formal. De los tres lugares distintos de nuestro viaje que está finalizando, me llevo mucho material para pensar y adaptar para nuestro trabajo en Israel.
OZ: De nuestra parte, vemos que la exposición de los miembros del movimiento mundial con los árabes de Israel es muy pequeña, y que faltaban conversaciones profundas y sinceras para entender su lugar dentro de Israel. Muchas veces estos encuentros se dan como oportunidades para la foto compartiendo humus, pero en general faltan charlas sinceras y a veces incómodas. Esperamos además influenciar que haya mayores contactos con personas locales. Tenemos un viaje previsto de miembros del movimiento israelí para visitar la tnuá en Brasil y nos gustaría sumar a este viaje integrantes de Ajyal. Nos gustaría organizar un viaje similar para Argentina donde también podríamos sumar miembros de Ajyal, y para eso es necesario ver el interés y que el liderazgo de Ajyal, representado ahora por Ayman, sepan de qué se trata. Creemos que es posible que en Ajyal piensen en su propio movimiento juvenil de alcance mundial, pero en general la idea es estrechar los contactos entre las organizaciones y pensar juntos el futuro.
NS: Con respecto a la ideología, sabemos que Hashomer Hatzair se identifica como un movimiento socialista y pacifista, pero también como sionista. ¿Cómo se vinculan desde Ajyal con esta identidad?
AK: Como todo en Israel, esto es complejo. Vemos vías de cooperación en muchos ámbitos. Esto no significa que tengamos que estar de acuerdo en todo. Creemos fervientemente en las ideas de socialismo y de hermandad entre los pueblos, pilares de Hashomer Hatzair. En lo que respecta al sionismo, no es una ideología que me incluya y no me interesa ser parte. El sionismo no incluye a la minoría palestina. Nosotros desarrollamos una narrativa identitaria propia en paralelo. Nuestra narrativa no es una que se escuche en las escuelas. No tenemos días y conmemoraciones que se puedan celebrar de forma oficial, por lo que las oportunidades aparecen en el ámbito de la educación no formal en la tnuá. Somos socios con vínculos positivos y objetivos compartidos, pero no tenemos que estar de acuerdo en todo. Es un tema complicado que siempre surge y es parte de las reservas que encontramos dentro de la sociedad árabe. No buscamos difundir sionismo entre los árabes. Tenemos suficiente espacio independiente para pensar nuestros valores y cómo difundirlos dentro de nuestra comunidad.
NS: ¿Creen que pensar una sociedad en conjunto se volvió más complicado en los últimos años, o creen que los cambios políticos y culturales dentro de Israel ofrecen un espacio más fértil para el trabajo relacionado con la convivencia entre judíso y árabes?
AK: Cuando ocurrieron los episodios de violencia entre judíos y árabes, pudimos enriquecernos de nuestro vínculo con Hashomer Hatzair. En mayo pasado, organizamos encuentros entre nuestros janijim de las ciudades mixtas israelíes – sobre todo de Lod, que fue el epicentro de la violencia – con los janijim de Hashomer para hablar. Hay fuerzas en nuestras comunidades que buscan exacerbar el conflicto y son hoy más fuertes que las que buscamos una vida en conjunto. La mayoría de los jóvenes árabes no conocen la narrativa ni la realidad de los judíos con quienes comparten país. En las ciudades mixtas no hay mayor convivencia, muchas veces el vínculo es muy distante y la situación de los árabes es peor: es ahí donde la población árabe debe enfrentar desigualdades estructurales y discriminación institucional en aspectos como presupuesto, servicios urbanos, educación y permisos de construcción. Entre quienes pensamos que se puede vivir de forma conjunta, hay miedo a salir a afirmar esto cuando las cosas arden en el terreno.
OZ: En toda población, la motivación de la minoría por ser integrada es más grande que la motivación de la mayoría por integrarla. El llamado de Hashomer Hatzair de comportarse de forma solidaria y empática con el otro frente a la furia que arde en las calles por momentos hace que en muchas ocasiones la furia esté dirigida hacia nosotros y otros integrantes de la izquierda, que somos calificados de traidores. Hay mucho por hacer todavía pero creo que todavía no encontramos el camino necesario para cambiar esta realidad. Es muy difícil ir contra la corriente de 54 años de ocupación y desconfianza. Parte de nuestra conversación en Israel y en la Diáspora en tanto movimiento sionista debe ser buscar el significado de nuestro sionismo. Personalmente, creo que es luchar por el establecimiento de una sociedad ejemplar en Israel con igualdad de derechos. El sionismo por definición no niega los derechos a Ayman y a su comunidad. Mi visión de sionismo es que los judíos, como todo otro pueblo, tenemos derechos a la autodeterminación. Que se haya establecido un Estado judío no significa que la minoría árabe que habita ese Estado deba tener menos derechos. Hay por supuesto detalles y discusiones pero es necesario reforzar esta visión de sionismo.
NS: Ayman, ¿estás de acuerdo?
AK: Es un tema complejo, porque en 74 años de existencia de los árabes como minoría dentro de un Estado judío no vimos la concreción de lo prometido en la Declaración de Independencia. Estas contradicciones llevan a una desconfianza que no responde a una cuestión coyuntural sino que es sistemática. Una minoría está obligada a luchar todo el tiempo por su existencia, por igualdad y por justicia. No hablo del derecho a votar en las elecciones, que existe porque hay un sistema democrático (que de todas formas, no es una democracia igualitaria porque hay desigualdad de recursos y de acceso al Estado). Falta inclusión y otorgamiento de derechos por igual sin distinción. El Estado tiene muchos recursos para generar esta distinción entre judíos y árabes.
OZ: Creo que ese es nuestro gran desafío como sionistas.
NS: Hace unos días hubo una discusión entre dos políticos árabe-israelíes, Ayman Odeh (de la Lista Conjunta, uno de los representantes más visibles de la oposición al gobierno israelí actual) y Mansour Abbas (de Ra’am, socio del gobierno actual). Abbas dijo “no queremos cambiar la característica judía del Estado” y Odeh le dijo que justamente el objetivo era crear un Estado para todos sus ciudadanos. ¿Cómo se posicionan ente este debate?
AK: La tensión entre la Lista Conjunta y Ra’am parece haberse convertido en una disputa personal. Ra’am apunta a la inclusión civil de la población árabe dentro del juego político actual dentro del sistema legal existente. Ayman Odeh y su partido, Jadash, acuerdan con la idea de “Dos Estados para dos pueblos” y las fronteras de 1967, igual que lo hace Mansour Abbas. La pregunta es cuál es la estrategia más conveniente para poder cumplir esos objetivos: si desde adentro o desde afuera del gobierno. Esta idea divide al público árabe y hay quienes piensan que se trata de una cuestión de conveniencia personal de Abbas, pero es una discusión estratégica.
NS: ¿Y creen que el nuevo gobierno ofrece oportunidades de progreso en este tema en relación a gobiernos anteriores?
OZ: Creo que justamente el principal logro del gobierno actual es la cuestión pragmática relacionada a la inclusión ciudadana. Imagino que en temas relacionados con paz y arreglos diplomáticos no veremos mucho progreso, a menos que haya presión externa. Sí hay oportunidad pragmática real para conseguir mejorar la situación de desigualdad al interior del país, asignando recursos donde faltan y para bajar la enemistad extrema entre izquierda y derecha y entre laicos y religiosos, mientras todavía tenemos tiempo. Para que eso suceda, el gobierno tiene que poder sobrevivir tres años o más. Pero tenemos la posibilidad de generar un cambio real en ese aspecto. En este momento las noticias en Israel son muy aburridas. Hace años que eso no pasa, y es una excelente señal. La inclusión de un partido árabe al gobierno es bienvenida, pero llega 74 años tarde. Todo ciudadano del Estado debe estar representado en las instituciones estatales, en la oposición y en el gobierno.
AK: Hay un orden de prioridades que hay que tener en cuenta en el público árabe. Hace más de 10 años no hay conversaciones reales de paz y mientras tanto una realidad de la comunidad árabe que arde en términos de pobreza, educación, falta de infraestructura, violencia, delincuencia, déficit de vivienda y más. Hay desconfianza en la policía y en la aplicación de la ley en general que hace que parte de la población tome las leyes en sus propias manos. Estos temas deben ser abordados y es bienvenido un cambio político que los convierta en prioridad. Mansour Abbas necesita más apoyo de la coalición y hacer visible que su presencia en la coalición gubernamental permite avanzar estos temas desde el gobierno. Tengo optimismo pero es un proceso que requiere tiempo y confianza. Si hay crisis y guerras en el medio, o divisiones internas dentro de la sociedad como vimos en mayo, este camino difícil puede encontrar obstáculos. Además, es un cambio que no puede venir sólo de arriba y es por eso que se vuelve necesario desarrollar la sociedad civil árabe. Esa es nuestra motivación al fundar un movimiento juvenil y desarrollar un programa para los bogrim (graduados) del movimiento.
OZ: Uno de los proyectos más interesantes del movimiento de graduados de Hashomer Hatzair en Israel se llama “Centros de Justicia Social”. Miembros de la tnuá entran a barrios, abren un centro físico e invitan a los vecinos para activar en temas barriales: desarrollan una huerta comunitaria, piensan guardias callejeras para mejorar la seguridad a la noche, se arman espacios para jóvenes. De ahí se pasa a activar en la política urbana, involucrándose en las elecciones municipales. A partir de ahí se puede saltar a la política nacional. Esto permite cambiar la forma de pensar la ciudadanía y dar a los vecinos las herramientas de transformar su realidad. Ajyal está por hacer lo mismo y abrirán un centro de justicia social en Ramle (ciudad mixta en el centro de Israel). Esto nos da un ejemplo de lo que se puede hacer.
NS: ¿Ajyal tiene planes de abrir sedes en Cisjordania?
AK: Hay dificultades ahí relacionadas con una falta de cultura en lo que respecta a movimientos juveniles. No es un concepto familiar en el mundo árabe en general. Hay brazos juveniles de partidos políticos, pero no movimientos juveniles que hacen educación no formal. Sin una comunidad de padres detrás que apoye, es difícil sostener un movimiento juvenil. Además, es necesario desarrollar vínculos con autoridades locales, lo cual requiere tiempo. Nuestro crecimiento es sostenido pero lento. Otra dificultad es lo presupuestario: para poder operar, hacen falta muchos recursos económicos. Pero sí organizamos encuentros y actividades en Cisjordania con nuestros miembros de Israel para que conozcan la realidad ahí. Hay suficiente necesidad dentro de las fronteras de Israel en nuestro público, por lo que nuestro mandato termina en la Línea Verde.
OZ: Es importante destacar que 80% del presupuesto de Ajyal sale del Ministerio de Educación israelí. El mensaje y la necesidad con respecto a la participación civil y la igualdad no es necesariamente el mismo en Ramallah que en Haifa. En las actividades de Ajyal en Cisjordania, nosotros no participamos porque no vemos ninguna ventaja ahí. La tnuá tiene otras actividades en la zona: por ejemplo, Achvat Amim, un programa de 5 meses para personas de todo el mundo que les permite vivir en forma comunitaria en Jerusalén Oriental y realizar tareas de activismo significativas en los territorios ocupados; y hay un programa similar para israelíes llamado Midreshet Dror en el que los israelíes atraviesan un proceso similar para convertirse en activistas por la paz. Esto no sólo está abierto a personas de la tnuá, es para todos los que se identifiquen con el objetivo.
NS: ¿Trabajan con minorías dentro de la sociedad árabe, como beduinos y drusos?
AK: No tenemos sedes en localidades drusas por el momento. La realidad beduina tiene particularidades que la diferencian de la situación de los árabes en el norte y esto representa un desafío a nivel educativo, pero tenemos cinco sedes en el sur y nos expandiremos a siete próximamente. Hay una infraestructura muy poco desarrollada en los espacios que habitan y una realidad de pobreza que debemos tener en cuenta en nuestra actividad ahí.
NS: ¿Algún mensaje que quieran transmitir a los judíos de Argentina antes de terminar?
OZ: En primer lugar, quiero decir que toda persona a la que le importe el bienestar de Israel tiene la obligación de conocer y comprender las distintas poblaciones que lo comprenden. El camino de hacerlo es acercarse al otro y establecer diálogo. Una comprensión más completa sobre Israel desde la Diáspora también permitirá mantener un Israel relevante para los judíos de todo el mundo. Creo que hace tiempo la aliá no es el único camino de ser sionista, pero la alternativa a hacer aliá no puede ser desprendernos del tema y de toda responsabilidad. Para saber qué queremos de Israel, es importante conocer (y no sólo de los medios de comunicación, sobre todo de los medios hegemónicos, aunque sí recomiendo Nueva Sion) para desarrollar un punto de vista complejo y lleno de grises. Es importante entender los paralelismos que tiene nuestra existencia en Argentina y en otros países como minoría con la existencia de ellos como minoría en Israel. La empatía que se desarrolla en todo tipo de conflicto debe venir no sólo del mandato de “Recuerda que tú también fuiste extranjero en Egipto” (Bereshit 22:21), sino también de recordar que fuimos y somos extranjeros en Argentina y en otras tierras. Nuestra postura con respecto a lo que sucede en Israel debe estar nutrida por estos distintos puntos de vista y debemos huir de los simplismos que nos hacen pensar que esto es un conflicto de blanco y negro o de mal contra bien. La solución pasa por el encuentro (que es lo opuesto al racismo) y por la educación y el pensamiento crítico. Israel es fuerte cuando es un lugar justo. Es el culpable el que necesita de buenos abogados: Israel necesita estar del lado de la justicia y los defensores de Israel en todo el mundo deben preocuparse más por el bienestar moral del país que por la presentación del país como moral ante los ojos de los demás. Nosotros no perdimos la esperanza en Israel; al contrario, somos grandes creyentes en su futuro y este trabajo conjunto es la forma más fuerte que tenemos para construir un lugar más justo basado en igualdad y entendimiento.
AK: Sin conocer mucho, me llevo la impresión de una comunidad judía argentina diversa con una gran riqueza de instituciones y formas de pensamiento. No quiero faltar a la verdad y decir que no hay conflictos, pero no veo la tensión que tenemos al interior de la comunidad árabe en Israel. Para progresar, creo que tenemos mucho que aprender de comunidades como estas y estoy convencido de que el camino del progreso es a través de la acción, de la educación, del pensamiento crítico y de fomentar el entendimiento con el otro. Por otro lado, invito a atreverse a buscar espacios de interacción y de trabajo conjunto a pesar de las dificultades y las diferencias. Está permitido diferenciarse, criticar y no estar de acuerdo sin romper los puentes y aislarnos de nuestros socios naturales. Nuestra experiencia trabajando juntos entre los movimientos en el proyecto compartido de la Escuela Internacional de Paz con refugiados sirios en la isla de Lesbos (Grecia) posibilitó un encuentro real entre judíos, palestinos y sirios a pesar de nuestro vínculo complejo. Este proyecto terminó porque la necesidad se terminó pero es uno de los aspectos que dan orgullo dentro de esta alianza que desarrollamos y esperamos profundizar en el futuro con el objetivo de llegar a un mundo más justo.