Entrevista a Ignacio Minaverry, a propósito de la edición de “BeitMishpat”.

“La mayoría de los cazadores de nazis son gente que se la pasa buscando cosas en archivos”

“Hay que entrevistar a Minaverry para que nos hable de Dora”. Con esa consigna Langer interpeló a la Mesa de Redacción de Nueva Sion. El punto era claro, nadie conocía a Minaverry, ni tampoco a Dora. Era cuestión de salir a buscar. Por caso, la librería PUNC, escondida en Villa Crespo, tiene casi todos los ejemplares de Dora. “Minaverry es un talento. Me hizo estos dibujos que tengo colgados en el local”, nos dice una de las socias del local. Minaverry es Ignacio Minaverry, oriundo de la ciudad de Buenos Aires, con varios años en La Plata. Dibujante, historietista y, podríamos decir también, un investigador. Incisivo, minucioso como Dora, el personaje creado para repensar el derrotero de la fuga, pero fundamentalmente la caza de nazis en la Alemania de la posguerra.
Por Leonardo Naidorf

La caza de nazis se instaló en el imaginario popular de Occidente, fundamentalmente por la tarea encarada por SimonWiesenthal y sus colaboradores. Una persona que bien pudo haber sido un personaje, quien era el héroe de la infancia del mencionado Langer. Pero el autor de esta saga en formato de historieta no entró al tema de la caza  de nazis desde aquel paradigma. “Como mucha otra gente me interesé en el tema a partir del caso Eichmann, pero con el tiempo me di cuenta de que el secuestro de Eichmann, con toda la influencia que tuvo en cómo se cuentan las ficciones sobre cazadores de nazis, fue algo muy atípico. La mayoría de los cazadores de nazis son gente que se la pasa buscando cosas en archivos, la realidad casi nunca es tan divertida como secuestrar a un SS y subirlo de contrabando a un avión de El-Al. Hay ejemplos de cazadores de nazis tan distintos como Wiesenthal y los Klarsfeld (en mi caso soy TeamKlarsfeld”, señala Minaverry en un intercambio epistolar con Nueva Sion.

Por cierto, llama la atención que ninguno de los cinco libros editados al momento hayan abordado el episodio que mayor anclaje tiene con nuestra historia. “Nunca tuve la intención de incluir el secuestro de Eichmann en Dora, sí la búsqueda de Mengele, que aparece en el primer libro”, aclara Minaverry. Porque claro, el secuestro cinematográfico en Argentina y el posterior enjuiciamiento televisado en Israel de Eichmann fue el ícono aspiracional por antonomasia de quienes siguen reclamando memoria, verdad y justicia para los crímenes del nazismo. Pero la memoria se construye, acaso colectivamente, la justicia se persigue y la verdad se disputa. Tanto como que “contrariamente a esa visión popular generada por el caso Eichmann, la mayoría de los nazis que buscaban impunidad no se escaparon a Latinoamérica, sino que se quedaron tranquilamente en Alemania”, señala el autor nacido durante la última dictadura militar en Argentina. “Lo que quería era mostrar los mecanismos que ayudaron a esa impunidad”, agrega. «Dora», no se trata de un ensayo académico sino de una ficción basada en un rigor histórico que sorprende y le da relieve al relato.

Una obra desconocida en la comunidad

La abrumadora cantidad de información documental que maneja Dora, y el archivo que los aliados han puesto a disposición de los investigadores en plena Alemania reconstruida, dan cuenta no sólo del enorme trabajo de recolección de datos realizados por el autor, sino también del asesoramiento que ha sabido requerir en investigadores de fuste como Emmanuel Kahan.

 

Al indagar por qué casi nadie conocía tamaña obra, nos encontramos con que la saga de Dora, iniciada en 2007 y editada actualmente por la mítica Fierro, es prácticamente desconocida en ámbitos comunitarios, incluidos los que se dedican específicamente al estudio y difusión de la Shoa, y en cambio muy conocida y celebrada en ámbitos intelectuales y académicos no comunitarios. Quizás sea una señal más de esa disociación entre comunidad organizada e intelectuales que denuncia hace tiempo el sociólogo Alejandro Dujovne, entre otros.

BeitMishpat es el nombre en hebreo para las salas de audiencias judiciales, y es el nombre de la nueva publicación de esta colección, aunque en esta ocasión se trata de una derivación que ocurre entre los libros 1 y 2. Es el juicio a Eichmann, ya en Israel. Aquel que dio origen al libro en el que HannaArendt introdujo el concepto de “banalidad del mal”. Sobre una de esas audiencias pivotea este relato coral en el que Dora es tan solo una parte más de ese universo ambientado a principios de los años sesenta.

Como la historieta en cuestión, también la audiencia judicial seleccionada para organizar el relato de esta entrega es de nicho. No se trata del testimonio del acusado o de los testigos más “famosos” o reveladores. Más bien lo contrario. Es tan onírico el testimonio del escritor y sobreviviente YehielDinur que parece producto de la imaginación de Minaverry, de no ser que su declaración es fácilmente encontrable en YouTube, donde se puede ver el carácter documental con que es recreada en el lápiz del autor argentino. En la escena, YehielDinur, bajo su seudónimo “Ka-Tzetnik”, da cuenta del calvario vivido en Auschwitz como si éste no fuera un campo de exterminio situado en Polonia sino un mundo paralelo y él acaso un emisario de ese mundo. “Quise usar el testimonio de YehielDinur, además de porque terminó en su célebre desmayo, porque Dinur fue un pionero en usar técnicas narrativas sensacionalistas para representar el concepto de la Shoá, y me interesa mostrar de qué maneras (a veces muy cuestionables) la cultura popular incorporó el tema del nazismo y el genocidio”, explica. “Otros ejemplos que también aparecieron y van a aparecer son los ´Stalags´ y su versión fílmica, el cine nazisploitation”.

Sobre la continuidad de esta verdadera obra de arte, histórica y educativa, Minaverry adelanta que tiene “varios libros pensados para la historia de Dora, no sé cuándo va a terminar. En este momento estoy haciendo el libro n°5”. Y consultado sobre posibles destinos de esta creación acota “mi formato es la historieta, no pienso mucho en adaptaciones a otros medios”, aunque no descarta un eventual interés en caso de surgir una propuesta interesante.

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Peronismo y nazis: “Me resulta muy frustrante que se hable del tema desde una emoción gorila”

Sobre la relación de los nazis con Latinoamérica, particularmente con Argentina, Minaverry, confeso peronista, enfatiza: “pienso que la llegada de criminales de guerra en los casos en que fue ayudada por el gobierno peronista, fue inexcusable. Pero es una chantada sacar la conclusión de que peronismo y nazismo son equivalentes, porque muchísimos países del mundo tuvieron similares emigraciones y sin embargo sus gobiernos no fueron acusados de nazismo”.

Es un tema que le preocupa y que desafía a revisar respecto al imaginario popular instituido. “Me resulta muy frustrante que se hable de ese tema muchas veces desde la emoción gorila y se sanatee sin tener en cuenta que hay un estudio cuantitativo sobre la cantidad de nazis que llegaron a la Argentina, que es el informe CEANA, cuya versión PDF se puede descargar. Ahí uno encuentra el dato muy pocas veces mencionado de que de los 180 nazis, ustashas y colaboracionistas emigrados, 150 fueron colaboracionistas franco-belgas traídos por la SARE, una asociación creada por Pierre Daye con reconocimiento de la cancillería argentina, porque en nuestro casolas influencias más fuertes siempre vinieron de Francia. En resumen, conviene leer más a Ignacio Klich y Christian Buchrucker, y menos a UkiGoñi».