Polonia

Los fantasmas que perduran – Parte 2

Los últimos acontecimientos en Polonia están llevando a esa nación a un choque inevitable entre el pasado y el futuro de la nación. Entre los temas más problemáticos de los últimos tiempos, se destacan el proyecto de ley para negar el rol de un sector de la sociedad polaca durante la Shoá, la persecución a historiadores que denuncian esta participación y la ley contra los eventuales litigios judiciales de descendientes de las víctimas del Holocausto. La influencia de la Iglesia en la sociedad, y las complicadas relaciones con la Unión Europea por la postura del gobierno hacia el colectivo LGTB, la negativa a recibir refugiados y las intervenciones del Poder Ejecutivo en la Justicia
Por Ariel Bank

Chopin, Copernico, Juan Pablo II o Robert Lewandowski. Son algunas de las figuras por las cuales Polonia suele ser conocida a nivel mundial. Hay otras figuras muy reconocidas que muchas personas no las identifican como polacas, como el caso de la científica y Premio Nobel Marie Curie, que en realidad se llamaba Maria Salomea Skłodowska-Curie. Pero hay algo que siempre sale a la luz en el mundo cuando hay que hablar de esta nación: los horrores del pasado. Como ninguna nación en el mundo, ha sido devastada por el siglo XX y todos esos hechos atormentan a su sociedad en el siglo XXI.
El actual gobierno polaco tiene la responsabilidad de guiar a su sociedad en la tarea de enfrentar estos traumas del pasado no resueltos. Cada trauma implica una consecuencia directa en la vida de los ciudadanos de aquel país y pone palos en la rueda en su camino hacia el futuro. Pero para entender de qué hablamos, debemos ubicar cuales son esos traumas que generan división al interior de esa sociedad.

La relación con el pueblo judío.

En lo que se conoció como la Masaacre de Jedwabne, fueron asesinados centenares de judíos (1600 según algunas fuentes, 340 según el informe oficial polaco, a manos de sus vecinos polacos católicos, el 10 de julio de 1941.

Las relaciones entre la sociedad polaca y el pueblo judío nunca fueron fáciles pero la Shoa y los años posteriores al fin de la guerra crearon una herida que al día de hoy genera división entre estas dos partes. En los últimos años, el proyecto de ley promovido por el gobierno polaco para negar el rol de un sector de la sociedad polaca durante la Shoa, la persecución a historiadores que denuncian esta participación en los crímenes y la ley aprobada por el Sejm (Parlamento polaco) contra los eventuales litigios judiciales de descendientes de las víctimas de la Shoa en reclamo por el patrimonio saqueado durante y después del genocidio, han creado un abierto enfrentamiento.
El establecimiento de trabas burocráticas para exigir ante las autoridades polacas por los bienes que -primero los nazis y después el gobierno polaco de postguerra- saquearon a los judíos ha hecho que Yair Lapid tilde a esta ley de “Inmoral y Antisemita”. De facto, estas trabas (por ejemplo, la cantidad de años para hacer impugnaciones al saqueo de los bienes) hacen que sea casi imposible reclamar judicialmente en Polonia por los bienes robados. Como si el gobierno polaco no quisiera que le enrostren en la cara los crímenes que varios de sus conciudadanos cometieron contra otros ciudadanos solo por ser del pueblo judío. Recordemos que en varios países y durante varios años, incluso no existieron embajadas de Polonia donde uno pudiera hacer los reclamos correspondientes (en Uruguay durante varios años, no hubo una embajada polaca sino una sección dentro de la Embajada de Francia).
En Israel, el cambio de gobierno no modificó la opinión que se tiene, bastante generalizada, de que en Polonia “se mama el antisemitismo con la leche materna”. Recordemos que hubo ataques antisemitas que terminaron en masacres realizadas por ciudadanos polacos contra judíos con el solo objeto de quedarse con sus bienes, como los hechos sucedidos en Jedwabne en 1941. La incapacidad de la sociedad polaca para asumir sus responsabilidades en estas acciones criminales es lo que hizo que se persiguiera al historiador Jan Grabowski, el cual valientemente denuncio en un libro los hechos sucedidos. La justicia polaca, en una primera instancia, había obligado a Grabowski y a la socióloga Barbara Engelking a pedir disculpas por lo que denunciaron, pero después otro órgano judicial desestimo la acción.
Es justo decir que en todo este conflicto emergieron sectores de la sociedad polaca dispuestos a enfrentar el negacionismo del gobierno, pero que lo hacen bajo presiones ya que el autoritarismo de la fuerza gobernante se impone sobre gran parte del aparato del estado.

La influencia de la Iglesia en la sociedad.

Manifestación a favor del aborto en Polonia

El pueblo polaco históricamente ha sido muy religioso en su devoción hacia la Iglesia Católica Apostólica Romana pero en los últimos años, el partido de gobierno (Ley y Justicia) ha emprendido acciones para aumentar la influencia de esta organización en la sociedad. El ejemplo más claro es el intento por cercenar el derecho al aborto por parte del máximo órgano judicial. Recordemos que la Iglesia polaca fue protagonista en el pasado por haber tenido un Papa (Juan Pablo II) y por que esa organización fue fundamental para tirar abajo el régimen estalinista que existía. Sirvieron de ayuda a la organización Solidaridad de Lech Walesa cuando se enfrentaba al gobierno pro soviético en tiempos de la Guerra Fría. Varios medios de comunicación relacionados con la Iglesia Católica y con el partido Ley y Justicia han lanzado diatribas homofobas y antisemitas por doquier en estos años fogoneando esos antiguos pero vigentes sentimientos de odio hacia el diferente. Incluso se han desarrollado pogroms contra la comunidad homosexual, con la complicidad de la Iglesia, como ocurrió en la ciudad de Bialystok en el 2019. El pasado de pogroms existentes en Polonia una vez más parece haber servido de inspiración para organizar otro en pleno siglo XXI esta vez contra otra minoría social.
Las restricciones del derecho al aborto también son apoyadas por la Iglesia y resistidas por gran cantidad de las mujeres que se rebelan ante la autoridad del clero al hacer manifestaciones frente a Iglesias para rechazar la imposición de esta organización sobre su libertad de decidir sobre su cuerpo. Al igual que en otras naciones, ha habido manifestaciones masivas con pañuelos verdes que hacen acordar a las realizadas en las calles de Buenos Aires. Algo que parecía una conquista de la Polonia en 1956 ahora se está restringiendo a niveles insólitos. Desde que el régimen comunista cayó, la Iglesia se ha convertido en la fuerza hegemónica de la nación y un auténtico dolor de cabeza para el Vaticano, que no desea tener una rama tan radicalizada.

La relación con la Unión Europea

La postura del gobierno polaco hacia el colectivo LGTB, la negativa a recibir refugiados y las intervenciones del Poder Ejecutivo en la Justicia han creado un clima muy negativo en la mayoría de los socios europeos. El Gobierno polaco parece no compartir la idea de que para estar en la Unión Europea hay que respetar las libertades democráticas y el estado de derecho, y constantemente se ha aliado al otro país reacio a la UE: Hungría. De hecho, en una de las reuniones de jefes de estado de la UE, Polonia y Hungría habían amenazado con sabotear el plan de recuperación económica para el conjunto de la Unión. Incluso el Primer Ministro, Mateusz Morawiecki, envió una carta en el 2020 a dirigentes de la UE informando de que “se opondrá a los que busquen imponer a los polacos creer en ciertos valores”. La Presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen, ha manifestado en el 2020 ante el Parlamento Europeo que “Las zonas libres de LGBTQI son zonas libres de humanidad. Y no tienen cabida en nuestra Unión» y remató con la siguiente declaración “Las violaciones del estado de derecho no pueden ser toleradas”. Estas violaciones no solo se limitan a la cuestión de la orientación sexual sino que se trasladan a otros ámbitos.
En materia de derechos humanos, el país sostiene una doble vara muy clara de observar. Por un lado, recibe refugiados políticos de Bielorrusia y por otro, muestra un visceral rechazo a recibir exiliados de África o de Medio Oriente. Incluso propone construir un muro contra la llegada de refugiados por la frontera con Bielorrusia pero que no son de origen bielorruso. La vergüenza es tan fuerte que ciudadanos de a pie se ofrecieron a colaborar dándole comida y asistiéndolos sobre cómo hacer para obtener asilo en el país. La imagen de esos ciudadanos ayudando a esos refugiados es tan poderosa que es imposible no pensar por un momento en aquellos polacos que se arriesgaron en otros momentos de la historia para salvarle la vida a gente que estaba entre la vida y la muerte. Es muy interesante observar que hasta el Museo POLIN y las autoridades del Instituto de Historia Judía de Polonia hicieron un llamamiento público a dar asistencia a los refugiados que se encuentran en la frontera polaco-bielorrusa y exhortaron a las autoridades a no mirar para otro lado ante la crisis humanitaria.

Manifestación en pedido de ayuda para los migrantes de Bielorusia, de los integrantes del Museo POLIN – dedicado a la presencia milenaria de los judíos en Polonia-, y la Asociación del Instituto Histórico Judío.

Este año, el Sejm aprobó una ley que obliga en los hechos a la empresa Discovery a vender gran parte de su participación en un canal de televisión apuntado por el oficialismo por ser opositor a sus políticas. Esta decisión generó la movilización de miles de ciudadanos que ven como de a poco se restringen las libertades públicas y se impone una visión atrasada del país donde viven. En las manifestaciones de la oposición se suelen ver banderas de la UE, exhibiendo que existe una gran adhesión de la sociedad hacia los valores de la Unión.
a última gran acción en contra de la UE es quizá la más peligrosa realizada hasta ahora pues el máximo órgano judicial de Polonia que se encuentra bajo poder del oficialismo ha declarado que ciertas normas del derecho europeo no son aplicables, ya que irían en contra de la constitución del país. Esta decisión fue leída como un abierto desafío legal contra la UE y así lo entendió el Tribunal de Justicia de la Unión Europea, que condenó a Polonia a pagar 1 millón de Euros por día de no cumplir con las normas de la UE. Un desacato de las decisiones judiciales europeas podría abrir las puertas a una salida del país de la Unión. Un escenario no deseado por la mayoría de los polacos pero que no verían tan negativamente en el partido de gobierno.

Lo que está sucediendo en Polonia nos puede parecer lejano pero tiene mucha importancia por la influencia que genera ese país en la geopolítica mundial. No nos olvidemos que en Polonia se gestó la semilla del fin del Pacto de Varsovia, a finales de la década del ’80. Los traumas del pasado siguen acechando a esta sociedad que no termina de procesar de una manera que les permita encarar el futuro sin cargo de consciencia. En vísperas de la caída de la URSS, el laureado cineasta Krysztof Kieslowski (autor de la trilogía del Decálogo) daba con la tecla de la que quizás sea la clave para entender a Polonia: «A Europa occidental nos unen lazos que se derivan de la común tradición cultural, civilizadora y religiosa… y política también”. Así se expresaba sobre los anhelos de la sociedad por ser parte de Europa pero al mismo tiempo decía lo siguiente: “¿Cree usted que volverá a oler la desesperanza? «Sí, de lo que estoy seguro es de que esto no faltará»