Max Nordau y el judaísmo muscular en Argentina

Max Nordau esgrimió el concepto de judaísmo muscular, como un aporte que a través del ejercicio físico intenso y el establecimiento de clubes deportivos, alimentaba el camino a la creación del Estado de Israel. Muchas comunidades judías del mundo, incluida la argentina, reinterpretaron el mensaje considerándolo como parte de la integración del judío en la vida cultural, intelectual y deportiva de su país. Hay casos múltiples de judíos que, por medio del deporte y la actividad física definieron no solamente sus identidades como argentinos judíos, sino que también adquirieron rasgos distintivos de la argentinidad que los integraba a la sociedad nacional.
Por César R. Torres * y David M. K. Sheinin **

En 1898, durante el Segundo Congreso Sionista en Basilea, Max Nordau habló por primera vez de su concepto de “judaísmo muscular” (o del “judío muscular”). Este no solo rechazaba la imagen (muchas veces falsa) del judío estudioso y pálido, sino que promovía la formación del judío fuerte y activo, tanto mental como físicamente. Nordau y sus seguidores, en tanto líderes del movimiento sionista, asociaron la fuerza con el vigor espiritual necesario para la creación del soñado Estado de Israel y la regeneración del pueblo judío. A pesar de su crianza religiosa ortodoxa en Hungría, Nordau se apartó de la misma y se autoidentificó con la cultura alemana de fines del siglo XIX. Su dedicación al sionismo empezó con el infame caso Dreyfus en Francia.

Argumentando que los antiguos judíos habían sido guerreros, Nordau sostenía que los jóvenes judíos podían recuperar las virtudes de aquellos por medio del ejercicio físico intenso y el establecimiento de clubes deportivos. La idea del judaísmo muscular tendría resonancia décadas más tarde en el imaginario israelí a través de las narrativas que presentaban a los soldados de la nación como guerreros fuertes y enérgicos. De todos modos, el concepto de judaísmo muscular fue criticado por haber impulsado el mito del judío de Europa del Este como débil e inferior, que tuvo mucha resonancia en el Estado de Israel después de la Segunda Guerra Mundial.

A pesar de esta crítica, el concepto de judaísmo muscular fue aceptado y se expandió reinterpretado por comunidades judías en diferentes partes del mundo. Si bien para Nordau el judaísmo muscular era parte del camino que desembocaría en la creación del Estado de Israel, para muchas de estas comunidades, incluida la argentina, era parte de la integración del judío en la vida cultural, intelectual y deportiva de su país. Hay casos múltiples de judíos que, por medio del deporte y la actividad física (es decir, del judaísmo muscular), definieron no solamente sus identidades como argentinos judíos, sino que también adquirieron rasgos distintivos de la argentinidad que los integraba a la sociedad nacional.

Tres casos de argentinos que encarnaron el judaísmo muscular

Destacamos tres ejemplos del campo deportivo argentino, que representaron de algún modo esta idea de judaísmo muscular: el luchador León Genuth, el periodista Simón Bronenberg y el profesor Adolfo Mogilevsky.

León Genuth

La exitosa carrera de Genuth, que coincidió con la década peronista, lo convirtió en el deportista argentino judío de mayor relevancia durante ese período y, quizá, en uno de los más trascendentes de la historia argentina. Se desarrolló como luchador en la Organización Hebrea Argentina Macabi (OHAM) de la Ciudad de Buenos Aires. En 1950, compitió en la Tercera Macabeada, la primera celebrada en el Estado de Israel, ganando dos medallas de oro. Un año después conquistó una medalla de oro en los primeros Juegos Panamericanos organizados en la Ciudad de Buenos Aires. Fue sexto en los Juegos Olímpicos de Helsinki de 1952 y, en 1953, compitió en la Cuarta Macabeada, organizada nuevamente en el Estado de Israel, reteniendo los títulos obtenidos en 1950. En los segundos Juegos Panamericanos organizados en 1955 en la Ciudad de México defendió el titulo obtenido cuatro años antes en la Ciudad de Buenos Aires. El golpe de estado de 1955 que derrocó a Juan Domingo Perón, conocido como Revolución Libertadora, frustró su participación en los Olímpicos de Melbourne de 1956. Genuth admitió que “siempre tomé como propio el lema macabeo ‘¡Jazaak Veematz!’ (sé fuerte y valiente), que guio mi vida y mi actividad deportiva”. Su carrera materializó el concepto de judaísmo muscular, así como también la integración a su país sin tener que renunciar al componente judío de su identidad.

Bronenberg no fue deportista, sino periodista deportivo especializado en boxeo. Dirigía la Guía Pugilística, editada anualmente, y publicó los libros Boxeo en números, Puños amateurs (con Rodolfo A. Fernández) y Manual de boxeo. Asimismo, fue secretario de redacción de la revista K.O. Mundial, referencia culminante de la prensa boxística argentina, establecida en 1952, con seguidores fieles (incluido Perón). El apogeo de esa revista, que contaba con corresponsales en Brasil, Estados Unidos y Europa, coincidió con la época de oro del boxeo argentino –desde los años cincuenta hasta principios de los ochenta–. A través de las páginas de K.O. Mundial, Bronenberg “potenció” al boxeo como un deporte de consumo masivo y popular en Argentina y definió el estilo de reportaje pugilístico que, en algunas dimensiones, todavía existe en el país. Su trabajo periodístico reflejaba el efecto cultural del judaísmo muscular combinando sutilmente sus postulados y la identidad judía con una manifiesta identificación con su Argentina natal. Por un lado, Bronenberg se esforzó por establecer un perfil respetable y querible del boxeador argentino. Por otro lado, fue clave para introducir el boxeo internacional al público argentino de forma inteligente y erudita, así como para promover los triunfos pugilísticos argentinos en el exterior. Para Bronenberg, el boxeo, que demandaba entrega de cuerpo y alma, representó un ambiente cálido y humano de integración social.

Adolfo Moguilevsky

Por su parte, Mogilevsky fue profesor de educación física y kinesiólogo. De joven practicó lucha, rugby y judo en la OHAM. Fue miembro del equipo técnico de las delegaciones argentinas a las Terceras, Cuartas y Quintas Macabeadas de 1950, 1953 y 1957, respectivamente. Trabajó en diferentes clubes de fútbol de primera división. También fue contratado por la Asociación del Fútbol Argentino y el Comité Olímpico Argentino, asistiendo a campeonatos sudamericanos y mundiales de fútbol y a Juegos Olímpicos, Paralímpicos y Panamericanos. Mogilevsky tuvo desempeño profesional en varios clubes de la colectividad judía y creó un instituto especializado con su esposa, Rosa Dorfsman. Además, escribió varios libros y artículos sobre temas de su especialidad. Su dedicación a los preceptos del judaísmo muscular y a su país fueron explicitados cuando, tras su fallecimiento, en 2012, Guiora Esrubilsky, presidente de la Unión Mundial Macabi, manifestó: “Adolfo supo ser guía de líderes y profesionales, generando siempre la reflexión e inspirando al compromiso con las ideas de Max Nordau: un judaísmo integral, con alma y cuerpo sano, enfatizando la necesidad del deporte, la salud y la educación judeosionista por igual”. En aquella ocasión, un dirigente de la OHAM manifestó que Mogilevsky “no trascendió sólo a nivel comunitario nacional y mundial, sino que dejó bien en alto los colores de su Argentina tanguera”.

Simón Bronenberg

Aún queda bastante por investigar sobre el arribo y la difusión en Argentina del concepto de judaísmo muscular de Nordau. Sin embargo, los casos de Genuth, Bronenberg y Mogilevsky sugieren que tuvo amplia acogida en el país. De hecho, Nordau fue una figura reconocida dentro de la colectividad judía argentina y hay varias instituciones en el país que llevan su nombre, entre ellas la Escuela Israelita de Educacion Integral Max Nordau de la Ciudad de Mendoza, la sinagoga Dr. Max Nordau del barrio de Villa Crespo en la Ciudad de Buenos Aires y la Biblioteca Max Nordau de la Ciudad de La Plata. Nordau, que trabajó como corresponsal del periódico La Nación, visitó Argentina en 1920 solicitando fondos para la creación de un estado judío en Palestina. A cien años de aquella visita, sus palabras de 1898 siguen resonando fuertemente en círculos comunitarios y no solo en ellos: “Nuestra mejora de salud no es solamente en el cuerpo sino también en el espíritu: a más deporte, más confianza en nosotros mismos tendremos. ¡Larga vida a los deportes!”.

 

 

* Doctor en filosofía e historia del deporte. Docente en la Universidad del Estado de Nueva York (Brockport).

** Doctor en Historia. Docente en la Universidad de Trent.