Nuestra música klezmer

No hace muchos años comenzamos a ver en Buenos Aires la presencia de la música klezmer en ámbitos extracomunitarios, en múltiples festivales y actividades y en variados espacios culturales y mediáticos. A partir de esta percepción, en este artículo nos preguntamos qué significa este renacer del klezmer e indagamos en sus características, su historia en relación con la cultura judía idish de la diáspora asquenazí y sus particularidades en la Argentina.
Por Ana Wortman *

A la memoria de mis padres que me dejaron como herencia el amor a la música.

Es sabido que las celebraciones y/o rituales de lo judío están asociados a momentos centrales de la vida, como son el nacimiento, el casamiento, el pasaje de año y también la muerte; hay una sonoridad para los distintos órdenes de la vida. Cada uno de ellos está asociado a una emocionalidad de tono espiritual a la que se puede acceder a través del canto, la música instrumental y la combinación de sonidos. La comunidad judía es muy musical: si en general la música está asociada con el tiempo libre o la fiesta y/o situaciones festivas diversas, en la comunidad judía también está presente en la Sinagoga, en el Cementerio y, por supuesto, en los momentos festivos y alegres de la vida, como casamientos, Bar Mitzva, y cumpleaños.
Vamos a la cuestión “klezmer”: se sabe que en el marco de la producción cultural Ídish o cultura judía askenazi, la música tiene una presencia muy significativa y así es representada. Tanto en documentales, en películas de ficción, en series, en la literatura y en la construcción visual del mundo judío es frecuente ver un clarinetista, un violinista o un acordeón, una orquesta de “klezmorim” Así, en la representación de diferentes aspectos de las aldeas de la Europa Oriental donde estaban asentados los judíos, observamos la presencia de algún músico. También en la ficción contemporánea, como en diversas series de Netflix, es habitual acompañar su dinámica con música klezmer, una orquesta y/o mostrar “lo judío” al público en general a partir de la celebración de un Bar Mitzva o de un casamiento. Estas imágenes, frecuentes en el cine americano, más recientemente podemos observarlas en el llamado Nuevo cine argentino (El abrazo partido y Relatos Salvajes, entre otras películas)
En la actualidad hablamos de música klezmer para referirnos a un cierto estilo musical festivo, con diversas combinaciones musicales, en general de tono balcánico, pero también hay otras. La presencia de estas nuevas orquestas nos lleva a preguntamos si esto que se da en llamar música klezmer siempre se llamó así: ¿Cómo llamaban a la música de los casamientos y los bar mitzvá nuestros antepasados ashkenazim y hasta la primera mitad del siglo XX? ¿Qué diferencias hay entre la música klezmer y la música también judía no klezmer asociada a la comunidad sefaradí? Este interrogante nos lleva a la historia cultural de la diáspora ashkenazi, pero fundamentalmente a la historia de la cultura idish. Y a precisar, en una línea del tiempo, que si bien el termino klezmer tiene reminiscencias muy antiguas, históricamente no se denominó así a la música derivada de la cultura idish hasta no hace mucho tiempo

Rastreando en los orígenes
Brevemente, es importante señalar que la música judía askenazi, tal cual ha llegado a nuestros oídos, en general viene de Rumania y Besarabia. Los judíos asentados en el llamado Imperio Ruso no podían vivir en las grandes ciudades, razón por la cual les estaba vedado, en general, asistir a los conservatorios y tocaban de oído. Así como había familias de sastres o agricultores, había familias de músicos.
También mucho del repertorio más conocido y que nos hace bailar deriva de la prolíficas grabaciones de música de este estilo, en vinilos 78 rpm que hicieron la innumerable cantidad de bandas que existieron en los EE.UU. hasta los años 30, fundamentalmente en Nueva York, adonde emigro la mayor cantidad de judíos ashkenazim, Luego, esa música también se mezcló con la cultura afroamericana y el jazz, de allí el conocido Bir mist bistu shein (aparece escrito de múltiples maneras) cantado y grabado por innumerable cantantes del jazz, en particular mujeres. La herencia de estas grabaciones de las primeras décadas del siglo XX permitió que las generaciones post segunda guerra mundial recuperaran los sonidos klezmer, debilitados y destruidos entre la segunda mitad de los años 30 y los años 70,
La expresión klezmerishe muzik (música klezmer), fue introducida en 1938 por el famoso musicólogo Moshe Beregovsky (1892-1961), en su libro Yiddishe Instrumentalishe Folksmuzik (1937)  y adaptado al hebreo musikah klezmerit (מוּזִיקָה כְּלֵיזְמֶרִית) por Walter Zev Feldman y Joachim Stutchevski. Al comienzo, las grabaciones y escritos del siglo XX se referían a menudo al estilo como “Música Yiddish”, aunque algunas veces llamada música Freilekh (lit. música alegre). El termino comenzó a difundirse en los años 70 del siglo XX. La primera grabación en usar el término klezmer fue la influyente obra Jewish Klezmer Music de Andy Statman y Zev Feldman y la primera banda que se tiene registro con este nombre es The Klezmorim, fundada en Berkeley, California, en 1975, en el contexto del movimiento revival de la cultura idish. También bandas alemanas como The Klezmatics y la recuperación de la cultura idish en Berlín, Israel y Nueva York, vía la figura de Giora Feidman tuvieron un peso significativo.

Klezmer en la Argentina
La recuperación pública extracomunitaria de la cultura idishe, y en particular de la música ya denominada música klezmer, trascendió en la Argentina desde los años 90 y en estas dos últimas décadas. Por un lado, la presencia de Yok en los primeros años del siglo XXI incidió en una nueva acción cultural renovada de lo que constituye el judaísmo, así como sucedió con instituciones de la colectividad en otros lugares del mundo, en coincidencia con la recuperación del Ídish como idioma y como cultura. Así, asistimos a una diversidad de eventos públicos en calles y plazas, que dieron lugar a presentaciones musicales, teatrales, de paneles con presencia de intelectuales varios, entre otras actividades, y a la difusión de la comida judía. Hasta ese momento, a pesar de ser la Argentina y Buenos Aires, particularmente, una de las regiones con más población judía, no era habitual que lo judío trascienda y se incluya en la cultura nacional.
También el discurso global de la diversidad cultural y cierta moda de lo étnico insidio en reconocer lo judío como parte de la identidad nacional: comenzaron a proliferar en Buenos Aires locales gastronómicos donde comer comida judía, en la misma dirección que comer comida árabe, hindú, etc.
Desde el punto de vista musical, advertimos esta recuperación a partir de dúos como Lerner y Moguilevsky, con la grabación del emblemático CD Basabilbaso (1) A partir de esos años, vemos florecer una importante cantidad de bandas como Kef, Tiembla el Mohel, Segundo Mundo, Linetzky Klezmer trío, Desmadre Orkesta, entre otros, en los cuales se combina el repertorio tradicional con reminiscencias ashkenazim, mezclas con música balcánica y ritmos más contemporáneos…También, en este renacer de la música klezmer en la Argentina debemos mencionar gestores culturales como Pedro Banchik como organizador de Festivales. Y actualmente debe destacarse a Paloma Zachmann, clarinetista y saxofonista que toca en las bandas La Valentín Gómez de Roberto Moldavsky, con Juli Lasso, en Blau, Oído Obsoleto y en las ceremonias de la Comunidad Amijai. Desde 2018, Zachmann dirige Cultura Klezmer, proyecto para la difusión del klezmer en Latinoamérica y desde 2016 trabaja en la creación de un largometraje documental sobre la cultura idish en Argentina y Europa del Este.
Así es como la música klezmer en nuestra sociedad contemporánea es también un reflejo del devenir de la historia de la milenaria diáspora judía Con este renacer expresa su vitalidad y continua nutriéndose de nuevos elementos.

1) Puede leerse una nota del 2020 sobre esto músicos en este mismo periódico: Música desde los orígenes

* Dra. en Ciencias Sociales (UBA), investigadora en Estudios Culturales.