Villa General Belgrano, Córdoba:

El nazismo dice presente

Quien crea que la historia del buque alemán Admiral Graff Spee -hundido frente a las costas uruguayas en 1939- es un tema del pasado, está equivocado. En la localidad de Villa General Belgrano, Córdoba, existen al día de hoy dos sobrevivientes que, junto a sus familias, se reúnen todos los viernes a hablar de sus historias y a reivindicar a los marinos como los ‘colonos’ gracias a los cuales se refundó el pueblo sacando del atraso a los habitantes nativos. Lo cierto es que Villa General Belgrano está plagado de un nazismo que se resiste a abandonar el pueblo.

Por Guillermo Lipis (Desde Villa General Belgrano, Córdoba)

Transitar la avenida San Martín, la calle principal de Villa General Belgrano, produce una primera impresión que contrapone las ideas del libertador de América con la dominación mundial que intentó el nazismo, y que hoy por hoy, los descendientes de los marinos del Admiral Graff Spee niegan como el objetivo de sus padres o abuelos.
Villa General Belgrano es hoy una pacífica y magnífica villa estilo alpino fundada alrededor de 1932 con el nombre de Calamuchita; pero su auge comenzó en 1940 con la llegada masiva de los marinos del acorazado nazi ‘Admiral Graf Spee’, hundido frente a las costas uruguayas en la Batalla del Río de la Plata.

Ellos también bajaron de los barcos

Bajar de los barcos no siempre es sinónimo de búsqueda de paz, tolerancia, solidaridad y buenaventura.
Los autotitulados ‘colonos’ de Villa General Belgrano (desconociendo, así, la fundación anterior) a pesar de la valoración, que dicen hacer de los habitantes que los antecedieron a su llegada forzosa, no está reconocida en ningún monumento alusivo como sí se preocuparon en dejar registrado con un tributo de “la Municipalidad de Villa General Belgrano a los tripulantes del Admiral Graff Spee” levantado en ocasión del 50 aniversario de la Batalla del Río de la Plata, en 1989. Extraño homenaje, si se quiere, a representantes de una ideología totalitaria que diezmó al mundo y provocó 50.000.000 de muertos, entre ellos unos 6.000.000 de judíos a través de su perversa fábrica de muerte e intento de dominación como lo fue la Segunda Guerra Mundial y el Holocausto.

Antes del comienzo de la segunda guerra, la marina alemana disponía de submarinos y ‘acorazados de bolsillo’ -como el Admiral Graf Spee- resultado del Tratado de Versalles que limitaba el tonelaje de los buques de guerra nazis a 20.000 toneladas, hecho que los obligó a construir barcos pequeños pero con un gran poder de fuego.
El ‘Admiral Graf Spee’ fue destinado al hemisferio sur con el objetivo de atacar barcos aliados que transportaban mercancías y alimentos.
La historia del ‘Spee’ está bien descripta en el libro ‘Nazis en el Sur, la expansión sobre el Cono Sur y la Antártida’, de Carlos De Nápoli -Grupo Editorial Norma-, donde se demuestra la importancia del apoyo dado a la marina alemana, por su par argentina, a través del buque cisterna Etappendienst, última esperanza frustrada del Graf Spee antes de su derrotero final.
Veamos una síntesis de ello:

El acorazado Graf Spee partió de Wilhelmshaven el 23 de agosto de 1939… el teatro de operaciones asignado al comandante Hans Langsdorff era, primordialmente, el Atlántico Sur… El 30 de septiembre, el Graf Spee se encontraba en las proximidades de Recife, donde hundió al carguero Clement. Sin embargo, los alemanes sufrirían un percance cuando el crucero británico HMS Caradoc envió a pique al Emmy Friedrich (su buque cisterna). Como el Graf Spee necesitaba un nuevo buque cisterna, se designó al carguero Dresden, que navegaba en el Pacífico, próximo a Chile, pero el reaprovisionamiento no pudo realizarse por un error de coordinación.
La versión oficial afirma que Langsdorff se dirigió al Río de la Plata porque después de hundir al carguero Streonhalh el 7 de diciembre capturó información sobre la ruta de mercantes entre el Río de la Plata y Gran Bretaña, por lo que decidió dirigirse hacia allí para probar suerte…
¿Qué motivos tenía Langsdorff para dirigirse contra todo obstáculo hacia el oeste? La única respuesta convincente dice que el Graf Spee debía alcanzar la costa argentina para obtener ayuda del Etappendienst…
… Conociendo esta situación, los británicos montaron un estrecho sistema de vigilancia que detectó dos naves alemanas. Una era el Tacoma, anclada en Montevideo, y otra era el Ussukuma, en Bahía Blanca.
El Takoma solicitaba gas oil a la estatal uruguaya ANCAP, pero en cantidades anormales, por lo cual, tras la intervención británica, el pedido les fue denegado. Pero el Ussukuma había obtenido lo solicitado en la Argentina… y se hizo a la mar durante la noche del 6 de diciembre para abastecer al Graf Spee… Una versión obtenida en 1978 del marino alemán Hans Grin, en la ciudad de Las Heras, indica que el Ussukuma fue capturado por el Cumberland y que la tripulación alemana reveló las coordenadas del punto de encuentro con el Graf Spee… La información proporcionada por los tripulantes del Ussukuma indicaría que el Spee, una vez cargado el combustible, intentaría invadir las Islas Malvinas… Contrariamente a lo aseverado en miles de libros, al amanecer del 13 de diciembre de 1939 el Spee navegaba desde tierra hacia mar adentro, hacia el este con el sol de frente… Creyó Langsdorff que los mástiles, que con dificultad vislumbraba en el horizonte, eran los del Ussukuma, y hacia ellos se acercaba sin sospechas… Cuando Langsdorff se percató de la emboscada ya era demasiado tarde: se había acercado peligrosamente a la costa uruguaya y había perdido sus dos ventajas: mantenerse oculto del enemigo y fuera del alcance de sus proyectiles… Los cruceros británicos livianos Ajax y Achilles tenían un poder de fuego limitado: sus armas más potentes equivalían a las menores del acorazado nazi. Alcanzados por todos lados, los cruceros británicos esperaban la embestida final del Spee que, enigmáticamente, no se produjo… el Graf Spee abandonaba la batalla con rumbo sur… Langsdorff solicitó a las autoridades uruguayas dos semanas de gracia… para completar las reparaciones de su vapuleado barco, pero le concedieron apenas 72 horas… Por lo tanto, elegir Montevideo carecía de lógica, salvo que se comprenda que el Graf Spee llegó hasta donde su combustible se lo permitió…

La historia puede completarse con lo narrado por el historiador Egon Strauss: “Mientras tanto, el almirantazgo británico había convocado a varios buques de guerra para hacer frente al acorazado alemán, aumentando la amenaza de estos buques por la difusión de rumores sobre una flota de mucho mayor tamaño y potencia de fuego, lo que obligó al Capitán Langsdorff a evitar todo encuentro naval, internarse en el Río de la Plata y hundir su barco, habiendo hecho desembarcar -antes- a toda su tripulación. Esta cantidad de personas fue llevada a Buenos Aires, que se consideraba más amigable para los designios del Tercer Reich”.
“El comandante Langsdorff se suicidó el 20 de diciembre de 1939 por orden de Hitler, después de enviar una carta al Ministro Alemán de Marina”.
“Al desembarcar los más de 800 marinos alemanes en Buenos Aires, todos vestidos con su uniforme de guerra, el público reaccionó en forma muy violenta, algunos a favor, otros en contra. A raíz de estos disturbios, el Gobierno argentino resolvió trasladar a los marinos a una Colonia de vacaciones que la Marina argentina tenía en Calamuchita, Córdoba. En esta localidad serrana se produjo un cambio importante al verse duplicada su población repentinamente.
Estos hechos llegaron a un punto crítico el 20 de abril de 1940, cumpleaños de Hitler, cuando los marinos alemanes bajaron la bandera argentina de su mástil e izaron una bandera nazi. A pesar de su política filo germánica, este gesto obligó al Gobierno argentino a tomar medidas drásticas: se cambió el nombre de la localidad de Calamuchita por Villa General Belgrano, para expresar el respeto del gobierno y del pueblo hacia el creador de su bandera”.
“Los marinos de aquel entonces -concluye Strauss- son los progenitores de gran parte de la actual población de esta villa serrana con sus fiestas de la cerveza y de la masa vienesa”.

“Jóvenes inexpertos”

“Eran jóvenes que no sabían lo que hacían, afirma una mujer que orienta y atiende a los visitantes del pequeño museo existente en la confitería Speemann -sobre la avenida principal de Villa General Belgrano-. Eran tan jóvenes e inexpertos como los chicos que pelearon en Malvinas” justifica. “No sabían nada sobre el nazismo” agrega con el mejor ánimo de justificar lo injustificable.
La mujer se olvida, o cree que los ahora viejos marinos no sabían que, por ejemplo, el águila imperial, insignia del acorazado alemán (una figura alada de 300 kilos de peso, 2 metros de alto y 2,80 metros de ancho rescatada en febrero de 2006 frente a las costas uruguayas) dispone de una enorme cruz svástica, inobjetable símbolo del nazismo, también en aquella época.
El bar Speemann, todos los viernes por la tarde, se cierra al público porque se dan cita algún sobreviviente y los familiares de los que bajaron del Graf Spee. “No quieren hablar con la prensa porque afirman que son tergiversados y que los medios los tratan de nazis. Sus antecesores fueron colonos que refundaron la Villa, vinieron a trabajar junto a los habitantes originarios”.
Caracterizaciones aparte, lo cierto es que en su libro de visitas, tal como puede observarse en una de las fotos que acompañan esta nota, los nazis de otras zonas del planeta son atraídos como a una tela de araña.
El clásico saludo nazi, ‘heil’ -en el libro de visitas del Speemann-, remeras que ocultan -en refinados diseños- cruces svásticas o llevan impreso el perfil del Graf Spee, así como fotos del buque y libros con su historia pueden verse al recorrer los negocios sobre la Avenida San Martín, la principal de la villa.
Habitantes que no acuerdan con esta imagen de ciudad nazi -pero que prefieren no identificarse públicamente por temor a represalias- afirman que este marketing es sostenido como una atracción turística en la Villa y que ya es hora de cambiarla.
Sea como fuere, es insostenible que en pleno siglo XXI, y con el auge de ideologías integristas negadoras del Holocausto, ninguna autoridad provincial o nacional (dado que las municipales hacen la vista gorda) evite que la propagación del nazismo sea una moneda corriente en Villa General Belgrano y sus zonas de influencia.
Mientras tanto, el nazismo sigue diciendo ‘presente’.