El aeropuerto, posiblemente, resuma lo increíble del avance del país en infraestructura, pero quizás también sea una representación que sintetiza a una sociedad deseosa de consumir y viajar, con muchísimos rusos en todos los puestos de trabajo, con árabes que abren hasta sus pares de medias para ser revisados y con un ritmo constante que no permite detenerse a pensar en nada de lo que allí esta pasando.
No creo que tenga sentido hablar de los principios del Estado o acerca de su legitimidad, cosa en la que pierden el tiempo la izquierda con fecha vencida y la derecha recalcitrante.
La política: fin de la ideología y principio del marketing
El triunfo de Kadima es el triunfo de las encuestas por sobre las ideologías. El invento mágico, del que Sharón no pudo disfrutar, dio lugar a un nuevo partido que nació para ganar las elecciones y unir en su seno figuras del Likud y Avodá. En Kadima conviven, como en las mejores épocas del peronismo local, personajes de toda calaña e ideología.
Con intelectuales de renombre, con el perenne Shimon Peres y el recalcitrante Tzaji Hanegbi, (sospechado de irregularidades varias), por dar algunos ejemplos, funcionaba de una manera con Sharón y nadie sabe a ciencia cierta cómo funcionará este engendro con Olmert a la cabeza.
La Triple ‘S’
Su principal socio, Avodá, apoyado en un líder triple ‘S’ (simpático, sefardí, sindicalista) a quienes muchos le auguran futuro de Primer Ministro, llegó con sus 19 mandatos colgado de los reclamos sociales y, a cambio, recibió el ministerio de Defensa donde quién sabe qué papel hará Amir Peretz allí.
El único partenaire de gobierno que la tiene clara es Shas. Saben para qué están ahí y crecen en su trabajo casa por casa donde hay necesidades básicas insatisfechas, acercando la torá en una mano y el subsidio en la otra.
El partido de los jubilados duró lo mismo que dura una sueldo de jubilado en Argentina, solo unos pocos días y ya es parte de Kadima.
Liberman, un líder ruso de corte fascista, quedó afuera pero a la espera de entrar en cualquier momento a la coalición de gobierno con el poder que le dan más de un millón de rusos habitantes de Israel.
El Likud pagó el precio de tener un candidato y un discurso que la sociedad ya no quiere escuchar.
Un párrafo aparte para Meretz, que supo tener 12 diputados y hoy tiene 5, cuando el discurso era la paz y devolver los territorios, y hoy que la mayoría de la sociedad coincide con estos principios, parece que a la izquierda se le acabaron las ideas.
Con un líder que tiene menos carisma (entre los votantes) que De la Rúa, estos 5 mandatos deberían servir para reflexionar sobre la forma de acercarse a la gente, como lo hace Shas por ejemplo, y entender que para sacar más votos no es contradictorio presentar personajes más atractivos.
Ni en los kibutzim parecen convencidos del discurso que Yossi Beilin intentó transmitir.
Los fetiches
Se van cayendo las vacas sagradas de las bases de la sociedad israelí.
Aquellos resabios de país socialista que supo ser Israel van desapareciendo poco a poco: los subsidios a los medicamentos, a los jubilados, a la agricultura etc. etc. dan paso a recetas más liberales profundizadas por Netanyahu y hoy afectan en forma inesperada.
Las brechas socio económicas son cada vez más grandes, ideas como ‘línea de pobreza’ se hacen cotidianas y hasta magnates rusos vienen a comprar empresas, clubes de fútbol o lo que fuera para ganar plata, blanquearla o llevársela. No importa.
Las encuestas indicaban que el principal interés de la gente, frente a las elecciones, era el tema económico, bastante por encima del conflicto con los palestinos.
Hasta se escuchaba de boca de los políticos y ciudadanos la necesidad de reducir los gastos militares, incluso ya se está hablando de reducir el servicio militar activo de tres a dos años y medio.
Un oficial de la reserva comentaba que “cada avión son 25 millones de dólares, si ahorramos 10 por año, tenemos suficiente como para solucionar bastantes problemas”. Impensado hace sólo unos pocos años.
Como la cereza del postre, se está empezando a desarrollar un país dentro de otro, con el millón de rusos que están en todos los ámbitos y se manejan mucho entre ellos, desde su idioma hasta sus propios códigos.
Un joven soldado paracaidista contaba que un oficial tuvo que poner límite a los diálogos en ruso que se daban por radio en un ejercicio militar porque dificultaba el entendimiento a los demás “… Desde ahora todas las ordenes van en hebreo” dice que bramó el militar.
El conflicto con los vecinos
Por fin llegó ese día que soñamos, donde la mayoría de los israelíes está de acuerdo con la devolución de los territorios y la existencia de un Estado palestino.
Ni la muerte de Arafat, ni la irrupción del Hamas fueron suficiente para mantener el sueño de la Gran Israel sostenido por algunos lunáticos.
La diferencia es que la gente llegó a esta conclusión por el hartazgo, porque existen otros problemas más importantes, y porque en los últimos años, líderes como Rabin y Peres transmitieron una convicción un concepto pragmático: el conflicto no tiene solución y más vale terminarlo de algún modo.
El fin del kibutz socialista
Quienes alguna vez se sorprendieron de cómo los miembros del kibutz compartían comida, trabajo, autos, educación, viajes, estudios etc. etc., siguiendo la consigna de “cada uno recibe de acuerdo a sus necesidades y da de acuerdo a sus posibilidades”, hay que informarles que el sueño del hombre nuevo va camino a convertirse en la realidad del hombre común.
Los hijos del kibutz que crecieron en esta revolución cotidiana decidieron dar un giro y en la mayoría de los kibutzim está empezando un cambio profundo que se aleja bastante de la idea original.
La mayoría de gente trabaja fuera del kibutz, busca mejorar sus ingresos tener auto y acercarse más a la sociedad capitalista que los rodea.
Si bien hay una corriente que resiste, el kibutz que se avecina se va a parecer muy poco al que conocimos.
El fin de la fama y el principio del anonimato
La periodista Yael Daian suele decir que los israelíes se cansaron de ser ese muñequito simpático con la “coba tembél” (gorra de tontito) y sonrisa eterna, amargo por fuera y dulce por dentro etc. etc., ocupando titulares en los diarios de todo el planeta.
Esta frase define bastante lo que se ve en este Israel versión 2006, con un pueblo más preocupado por el día a día que por los grandes temas ideológicos y problemas a resolver.