Ximena Goecke, historiadora y Magister en Género de la Universidad de Chile

El cuerpo y la mujer durante el régimen nazi

"El testimonio de las personas desde los cuerpos te conecta con cosas que para mí son importantes para generar una empatía, una capacidad de conexión entre hoy y el pasado, si tú le estás tratando de hacer entender a alguien lo terrible que era vivir en ese campo de concentración”, nos dice la investigadora chilena Ximena Goecke, quien nos relata en esta entrevista algunas reflexiones que surgen de su estudio sobre el “Cuerpo y Género durante la Shoá”. “Los nazis persiguieron a las feministas, sacaron a las mujeres de las universidades, promovieron controles sobre la natalidad de aquellos cuerpos que les parecían problemáticos, muy indeseables. Había esta mirada muy fuerte sobre las mujeres por el lugar que ellas ocupan dentro de los que es la reproducción biológica y cultural, pero al mismo tiempo llevaron adelante otras políticas hacia las mujeres que se iban amoldando hacia los ideales que tenían”.
Por Dario Brenman

-¿Qué fue lo que motivo la cuestión del cuerpo y género durante la Shoá?

Ximena Goecke

-Quería observar desde el género el tratamiento que los nazis le daban tanto a los hombres como a las mujeres arias, por un lado, pero también a los judíos que fue el tema que investigué. Primero era una posibilidad, una pregunta que me hacía,  teniendo en cuenta que en  los estudios de género se involucra no solamente pensar las diferencias, sino también las subjetividades: cómo uno se ve a sí mismo como mujer o como hombre en ese proceso

También pensar en que vivimos en una sociedad que tiene expectativas, nos asigna tareas, supone ciertos estereotipos en cuanto a nuestras habilidades y capacidades. Nos abre y cierra espacios y eso influye en las posibilidades que tenemos también frente a adversidades, desde el primer acoso a la judería en el seno del nazismo hasta el proceso genocida que se abre ya con la instalación de los campos de exterminio y otros métodos dirigidos al aniquilamiento de las personas.

-¿Uno podría decir que el nazismo era sumamente sexista?

-Acercarme a esa bibliografía, a esos trabajos que ya se habían hecho sobre el tema, me llevó a observar, por ejemplo, que el nazismo era efectivamente sumamente sexista y entonces había una forma de mirar y de tratar a las personas de manera diferente según si eran hombres o mujeres que se acercaban a un ideal de masculinidad o de femineidad dentro de ese modelo o no, en cuyo caso eran indeseables o no eran patrocinados por el sistema.

También  me hizo notar con mayor fuerza la importancia de las diferencias dentro de la vida judía europea de la época, porque ser un hombre o una mujer judía alemana o polaca no era lo mismo,  había recursos,  posibilidades, redes sociales que eran diferentes, por las características de la vida judía de la época y eso es algo que a veces se nos olvida porque uno tiende a mirar los procesos de genocidio de una manera que hace como uniforme también las experiencias de las personas que lo vivieron, entonces se hacen juicios muy tajantes a partir de una posición que uno cree que es universal, y eso no es así. Cuando uno ve que dentro de Europa  la judería tenía formas de vivir disímiles que daban posibilidades diferentes a hombres y mujeres, puede entender también esos espacios que se aprovechaban en uno u otro caso para resistir y organizarse frente a lo que estaba sucediendo o lo que podía también  configurar una situación de peligro mayor. Te doy un ejemplo: los hombres judíos del este europeo tendían a ser muy visibles en su condición de judíos porque se vestían de una manera, tenían peyes, barbas largas, hablaban mal los idiomas vernáculos, porque ellos estudiaban en el jeder (aula), muchos iban por ejemplo a Yeshibot, entonces toda su instrucción era en  idioma hebreo, que es en los que se estudía la cultura judía y no tenían socialización escolar suponte con el mundo polaco por ejemplo.

El cartel dice: “Una película UFA. Camino a la fortaleza y la belleza” (1925) de Wilhelm Prager. Filme mudo, que muestra espectáculos de gimnasia, danza, deporte y balnearios romanos, para destacar la cultura del cuerpo y la higiene.

-¿Y en el caso de las mujeres?

-Las mujeres judías iban al jeder cuando eran chiquititas, pero dadas las estructuras de la organización por género de la educación judía, tenían que continuar su educación en la sociedad polaca o se tenían que ir a los colegios, si es que seguían estudiando, a los que iban los niños polacos. Y en ese sentido, hay estudios que muestran como ellas tenían no solamente un mejor dominio de la lengua  vernácula del país en que vivían, sino que también tenían redes sociales dentro de ese mundo que le permitieron,  por ejemplo, hacer tareas  de contrabando, de correo.

-¿Y cuándo decidís incluir al cuerpo como parte de tu investigación?

-El tema del cuerpo fue algo que me interesó particularmente, porque además existe una fuerte relación en lo que se llama la teoría de los estudios de género. El cuerpo de hombres o de mujeres es la realidad material de nuestra existencia. Si te dan un golpe lo recibes en tu cuerpo. Los nazis veían  un cuerpo de una mujer o de un hombre y eso iba a significar también una mirada particular sobre ti.

Entonces me pareció que el cuerpo y lo que llamo la memoria corporal -porque lo que nosotros sentimos, lo que nos conecta con el mundo es el cuerpo- me pareció que era una entrada que estaba poco explorada y era interesante abordar particularmente, subrayada por el hecho de que la cultura occidental, pero por sobre todo la cultura alemana de la época, estaba marcada por la centralidad del cuerpo.

Tiene que ver con la configuración de la ciencia en esa época, porque si tu piensas fines del siglo XIX comienzo del XX es la época en que la ciencia toma su forma, es cuando comienza a estructurarse lo que llamamos ahora el método científico, comenzaron aparecer las ciencias sociales, la sociología, la antropología con su campos de estudios delimitados. Hay todo un desarrollo ahí que colocaba también al cuerpo en el centro, pero en la cultura alemana había además otros elementos que hacían del cuerpo un objeto de particular interés y que se percibe en la historia cultural alemana, en el arte, en la danza, en la forma en que se entiende la relación Nación, cuerpo, tierra y alma, como el alma alemana enraizada en la tierra, y eso sube por la genealogía.

Una de las figuras importantes en la cultura alemana era el árbol, primero en el animismo germano y luego para concepción genealógica. La figura de esta especie muestra que el alma alemana sube por las raíces y va por la sangre dentro del cuerpo del pueblo alemán.

Hay varios elementos que fui conectando, que fueron mostrando por qué el cuerpo era un tema central, inclusive  en el desarrollo de las políticas públicas, de las formas de pensar la intervención sobre los cuerpos sociales,  para lo que en esa época se hablaba abiertamente del mejoramiento de la raza y de la vida social.

Entrenamiento físico y danza en las montañas, fotografía de Gerhard Riebicke

 

-Vos en tu trabajo sostenés que la clave del proceso genocida fue la violencia radical sobre los cuerpos. ¿Podrías ampliar este concepto?

-Hay un balance que hay que hacer entre distintas concepciones de lo que se menciona hoy como Holocausto, porque hay una visión más universalista que tiene que ver con un despliegue de las fuerzas genocidas que afectó también a otros actores. Por ejemplo, hace un tiempo hice un trabajo sobre los negros alemanes que eran hijos sobre todo de soldados franceses venidos de África, que al final de la primera Guerra Mundial ocuparon el espacio de Alsacia y Lorena, esa zona en disputa entre Francia y Alemania y se produjo una serie de nacimientos de niños que eran de padres africanos con madres alemanas.

Esos niños fueron criados como alemanes, hablaban ese idioma, tuvieron muy pocos contactos con sus padres porque después fueron retirados de esa región y las mujeres -como suele suceder muchas veces en la historia- se quedaron con los niños que eran mulatos, ellos percibían que eran mirados con indiferencia, pero se sentían plenamente alemanes porque estaban integrados a lo familiar. Y a esos niños, por ejemplo, el nazismo no los mató, porque eran alemanes, pero intervino sus cuerpos de una manera que se considera dentro de las estructuras o de las herramientas de los genocidios, que es la esterilización. Todos los niños mulatos alemanes fueron esterilizados, hombres y mujeres con consentimiento de sus familias, que estaban ideologizadas porque pensaban que era un bien para la sociedad alemana preservar la pureza de la sangre. Bueno, y si no estaban de acuerdo tampoco tenían muchas posibilidades de disentir en esa época, pero eso es una práctica genocida.

Para el nazismo la pureza, a diferencia de otros momentos, estaba enraizada en los cuerpos que tenían que ser puros, fuertes, de sangre alemana, activos enérgicos, saludables, tener un montón de atributos. Si lo miras en un sentido amplio   cuando hablamos del holocausto como proceso genocida tenemos que incluir lo que implico para estas personas el perder su capacidad reproductiva.

Lo mismo sucedió con el  asesinato  de enfermos, de ancianos, de discapacitados, que eran considerados una carga para el Estado, eran alemanes que no tenían el problema  de la sangre. El problema era que era un cuerpo incapacitado, por lo tanto, para ellos era un cuerpo indeseable y entonces también fueron sujetos de genocidio.

Sin embargo, lo que más se conoce tiene que ver con el asesinato  o genocidio de los judíos, que tenían un estatus especial  dentro de este marco de la mirada sobre el cuerpo del otro  como indeseable. En este caso, también aplica y es importante la relación entre cuerpo y género, porque a diferencia de otros antisemitismos precedentes  de otros momentos de fuerza genocida, progromos y otras actividades de violencia contra los judíos, acá el problema no era ideológico o una práctica cultural que se podía reemplazar por otra,  sino que había un problema con el cuerpo.

Incluso los judíos que eran conversos, que se habían asimilado a la cultura alemana, dentro del concepto nazi eran considerados como tales en su cuerpo, su genealogía, estaba en su sangre, entonces la única forma de erradicación de eso no era ideológica, sino que era física. Y eso explica también la radicalidad de la intención genocida porque aquí no había forma de sanarse.

Revista dirigida a las mujeres. El nazismo tenía revistas orientadas a las distintas edades y por género.

-¿Qué significa un Estado de animalidad humana  en un  proceso genocida en relación a los cuerpos?

-Dentro de todas las posibilidades que tenía un proceso genocida, tu podrías haber matado a alguien de un balazo y se acabó. Pero la opción que tomó era  la más perversa dentro de las posibles, que es el camino de lo que se llama la “atrición”. Lo que hace es que se  extrae el máximo posible de la energía del cuerpo  que se está aniquilando, y en este caso  te lo demuestra el uso de los propios judíos como  la fuerza encargada de cavar las fosas para ser asesinados, como también para ciertos espacios productivos dentro de la economía de guerra alemana. Trabajaron en la producción de municiones, etc.

Entonces, por un lado aprovechar al máximo tu energía corporal y al mismo tiempo hacer que tu propio cuerpo te consuma a ti mismo.

Porque igual hubo algunas consideraciones sobre eso que tuvo el gobierno alemán respecto de los costos asociados con una forma de asesinato u otro. Respecto al caso de la «animalidad», la forma de asesinarte y cometer el genocidio hace que también tu propia mirada respecto de ti vaya a cambiar. Cuando en mi tesis hablo sobre la forma de mirar el cuerpo, estoy hablando por un lado de cómo te miras a ti mismo, y de cómo miras a otro y cómo los otros te miran a ti. Entonces, si lees los testimonios de las personas dentro de los vagones, muchos hablan de cómo se sentían al ser tratados como animales. Al mismo tiempo, representaban a los perpetradores como animales, sienten que hay una agresividad, una violencia despertados sobre ellos. En mi tesis trabajé mucho con estas representaciones corporales que aparecen en el testimonio y  en el arte de la época. Hay un testimonio en que una mujer dice: «Y de repente aparece una mujer, y yo siento como un ladrido, y era el grito, la orden, que esta guardia me daba al llegar a la barraca”. Entonces el cuerpo tiene una dimensión material y en la subjetividad que para mí era importante de recoger.

Afiches dirigida a jóvenes de la Juventud Hitleriana.

-¿En ese momento tomaron auge las tendencias ligadas al darwinismo social ¿Qué rol jugaron estas ideas en el tema de los cuerpos en la Alemania nazi?

-El darwinismo social es una de las teorías más importantes, la que más se ha relevado, pero había todo un desarrollo de la ciencia y de las teorías científicas que estaban asentadas en la época, en el que se establecía una idea de que en el fondo las sociedades tenían más o menos un carácter biológico.

Es importante entender que más allá de una teoría particular, estas construcciones ideológicas se guiaban por prácticas profesionales. Aquí hay un punto interesante de tomar en cuenta, porque desarrollo teórico tenemos constantemente. Lo importante es lo que hacen los profesionales con eso. Porque una cosa es hacer teoría y otra cosa es desarrollar una práctica que éticamente sea cuestionable. Que tú consideraras que una sociedad más fuerte tiene que primar por sobre las más débiles, o que ciertas características que se han ido desarrollando genéticamente hace más adecuado a un grupo humano que otro, no justifica que tú lo vayas a liquidar, asesinar.

El problema aquí que se deja un poco de lado es que el nazismo se encauzó, se justificó, se materializó a través de las prácticas profesionales por medio de médicos, trabajadores sociales, enfermeras, profesores, porque así fue como se justificó y llevó a cabo el genocidio. En esa época, que estaba el darwinismo social, teníamos las propuestas de la eugenesia,  que se daba en varias partes del mundo. Había un gran centro de eugenesia en Estados Unidos, sin embargo este país no implantó una política genocida con su población.

Olimpíadas de Berlín 1936. Parte de los registros fotográficos de la película “Olympia” de Leni Riefenstahl.

-¿Qué sucedía en el mundo judío europeo con el tratamiento de los cuerpos?

-La idea el mejoramiento del cuerpo del pueblo a través de la intervención de las políticas públicas estaba presente también en el mundo judío. Una de las fundadoras del trabajo social a nivel mundial habló en la comunidad judía en su ciudad sobre la importancia de intervenir la salud comunitaria para mejorar al pueblo judío.

Tal como lo dijo también Max Nordeau, a partir de su idea del “judío muscular” frente al problema de la degeneración corporal, esas concepciones también estaban instaladas en el mundo judío, pero no con una radicalidad genocida. Su preocupación era más bien como intervenir la comunidad para mejorar las condiciones de vida y la vida social.

Ahí es donde hubo una diferencia fundamental  que me parece importante de destacar, porque también tiene una enseñanza ética para el futuro. Hubo una antropóloga  haciendo su tesis doctoral en Alemania que tuvo en sus manos a un grupo de gitanos y ella podría haberle salvado la vida de esas personas, solamente alargando su investigación o diciendo como conclusión que esas personas eran «recuperables», y no lo hizo. Ahí tuvo una responsabilidad importante porque cuando ella dijo “terminé mi investigación” y concluyó que estas personas no tienen una capacidad de regeneración, de perder todos los atributos negativos, fueron llevadas a un campo de exterminio y asesinadas.

Gráfica que representa el peso que debe soportar el pueblo alemán sano, por culpa de cuerpos enfermos.

-¿Por qué el culto al cuerpo fue más fuerte en Alemania  que en otros países de Europa,  sobre todo a comienzos del siglo ’20?

-Tiene que ver con el desarrollo del pensamiento científico, recuerda que Alemania en esa época era una alumbrera cultural y de la ciencia. Por ejemplo, allí se desarrollaron algunas corrientes que tenían que ver con la reforma de la vida, del cuerpo, lo que ellos llamaron la cultura del cuerpo, que lo puedes observar inclusive en las revistas y pinturas de esa época.

Si escuchas en el propio Museo del Holocausto de Buenos Aires y tomas testimonio de judíos alemanes escapados del nazismo, muchos de ellos te van hablar de que iban de excursión a la montaña o que pertenecían a grupos de contactos con la naturaleza, hacían gimnasia, actividades promovidas fuertemente por el Estado, y eso tiene que ver con el desarrollo científico llevado a la educación. Muchas veces en fotos de la época ves gente esquiando en traje de baño, porque la idea era que el cuerpo tenía que estar expuesto a las fuerzas de la naturaleza. Ahora, ahí tienes también esa conexión más sutil con el animismo, que era lo más antiguo dentro de la cultura germana y que tenía una conexión con los  árboles, las luces.

-En algún momento sostenés que el nazismo abrazó una forma radicalizada de entender la eugenesia. ¿Cómo relacionamos esto con el cuerpo masculino y el rol de la mujer alemana en ese contexto?

-Es una eugenesia radical, porque esto último tenía que ver con esta idea de que había una forma a través de la política pública de mejorar los cuerpos como un modo de mejorar las naciones. Ahora, dadas las condiciones de las estructuras sociales de la época, también se les asignaban roles diferentes a los hombres y a las mujeres en la reproducción, tanto de las malas condiciones como de las buenas.

Entonces, los cuadros de la época hechos en Alemania muestran la importancia de la lucha contra el alcoholismo para frenar la degeneración de los cuerpos del pueblo. Eso se reprodujo en países como el mío, Chile, donde también había afiches en la época que hablaban en contra del alcoholismo. Recuerdo que había uno que mostraba un feto en una especie de botella de alcohol y decía que el alcoholismo echaba a perder la raza. Esto era tanto en hombres como en mujeres. Sin embargo, si tú lo piensas en este tipo de afiches, y había similares en Alemania, la mujer es el cuerpo gestante, es el que reproduce, y por lo tanto también había un rol particular de ella en reproducir estos cuerpos  degenerados, y por eso el control de la sexualidad de las mujeres era fundamental.

En los cuadros que hacían los alemanes de la época, ponían también a personas con problemas psicológicos, entre quienes no se tienen que reproducir, también las mujeres que tienen una condición moral indeseable, por ejemplo, las prostitutas.

Piensa que en esa época las mujeres alemanas habían alcanzado un desarrollo cultural que el nazismo comenzó a restringir cada vez más, incluso se las sacó de la universidad, se persiguió al feminismo. Fue como una teoría que degradaba a las mujeres moralmente. Y eso se extremaba en aquellos grupos que consideraban étnicos o raciales “inferiores” o hacia los judíos, que consideraban una “raza perniciosa”. Y ahí vienen todas estas políticas de control de los matrimonios, o las prohibiciones de las mezclas entre arios y judíos,  de las leyes de Nuremberg. Y te insisto, aquí no se trata que el gobierno nazi hubiera dicho que los hombres y las mujeres tienen que ser tratados de manera diferente,  pero en la práctica como las mujeres tienen un rol en la reproducción había un tratamiento diferente respecto de ellas.

-¿Qué significa que el ideal germano de mujer era fuertemente manipulado por el nazismo?

-Doris Buerguen, que es una historiadora que ha escrito sobre la Shoá, ha puesto un elemento que me parece súper interesante, que tiene que ver con la flexibilidad y la capacidad política que tenía el nazismo para adaptarse a ciertas condiciones, porque ningún gobierno va ser exitoso si hace todo a contrapelo de lo que espera el pueblo, o violentando a ese pueblo, entonces tiene que haber una estrategia de persuasión, una capacidad de adaptación, y al mismo tiempo una persistencia.

En el caso de la Alemania nazi, había esta mirada muy fuerte sobre las mujeres por el lugar que ellas ocupan dentro de los que es la reproducción biológica y cultural, pero los nazis manejaron eso de una manera que, por un lado, trataba de ser persuasiva y, por otro, imponía ciertas cosas. Los nazis persiguieron a  las feministas, sacaron a las mujeres de las universidades, promovieron controles sobre la natalidad de aquellos cuerpos que les parecían problemáticos, muy indeseables, pero al mismo tiempo llevaron adelante otras políticas hacia las mujeres que se iban amoldando hacia los ideales que tenían.

Entonces, si bien había una cierta idea de moral a la cual había que adaptarse, si una mujer de 18 o 19 años quedaba embrazada sin un padre no era censurada, si es que era una mujer aria que tenía un hijo de un hombre ario, porque aunque las condiciones desde lo moral hubiesen sido reprobables, porque era una madre soltera,  el nazismo la amparaba por ser una madre alemana y hay toda una política hacia estas madres independiente de si se producía ese embarazo dentro del matrimonio o fuera de él. Lo importante es que hubiese  componentes arios  de padre y madre.

Al mismo tiempo, a las mujeres se les prohibían ciertas libertades o espacios culturales que antes tenías conquistados en la época de Weimar. También se les ofrecía a las jóvenes que participaran en excursiones, formar parte del grupo de mujeres nazis, y se les brindaba toda una serie de ventajas económicas si se amoldaban al ideal del mujeres que estaba promoviendo el nazismo.

Durante el nazismo también se favoreció a las mujeres que ocupaban los roles tradicionalmente asignados por ejemplo dentro de la burocracia estatal. Había muchos auspicios para las que obedecían al modelo de mujer que se promovía. A su vez, las mujeres que se divorciaron de los maridos judíos eran favorecidas por el Estado, y las que lucharon por mantener vivos y salvar a sus maridos judíos, que se negaron al divorcio, cayeron en desgracia. Sin embargo, algunas de ellas lograron salvar a sus maridos, aunque tuvieron que soportar la degradación.

-¿Cómo era la configuración del cuerpo de los hombres y mujeres  judías en aquel momento?

-En esos años el mundo judío se miraba a sí mismo a la luz de esas mismas teorías, porque ellos convivían en esos espacios culturales o educativos. Había toda una crítica a como era el cuerpo judío y como tenía que ser mejorado. Eso se empieza a ver también en el valor que se les da a figuras como un personaje de la época llamado el “Sansón” judío, que era un polaco ortodoxo muy vigoroso. Se ve en los dibujos en las pinturas de la época, como también se empieza a valorar el cuerpo y se puede observar en el tema del desarrollo de la gimnasia, por ejemplo, de las llamadas macabeadas, que son populares hasta hoy día en el deporte de la comunidad judía.

Afiche de la Segunda Macabeada, en 1935. La cultura del cuerpo impregnaba a la sociedad europea en la época.

-¿Y cómo los nazis mostraban el cuerpo de los judíos?

-Al cuerpo de los judíos lo mostraban como algo que tenían todos los atributos negativos. Primero, físicamente había toda una caracterización de la nariz grande, hay una deformación visual como si fuera un cuerpo monstruoso, también se le equipara por ejemplo al judío como piojo o parásito.

En el caso de las mujeres judías en esta época, había algunas  destacadas en el mundo artístico, entonces se las presenta  como una mujer seductora. El hombre judío engañaba y pervertía a las mujeres arias. La mujer judía, en cambio, era una mujer seductora que distraía al hombre ario de lo que era el hogar, la familia, como que lo llevaba a otro tipo de pensamiento, pero en ambos casos uno era un cuerpo seductor y el otro era un cuerpo que en el fondo contaminaba, engañaba, que te llevaba a los vicios.

Estaba la idea del hombre judío como proxeneta y la mujer judía como una prostituta que llevaba una decadencia moral, de vicios, de mala vida y eso lo puedes ver en la representación gráfica que tenía la propaganda nazi  de la época.

Y lo otro es lo que tiene que ver con la reproducción,  hay una sanción severa hacia la mezcla con el cuerpo judío porque lo negativo en ellos estaba en los genes, entonces mezclar el cuerpo ario con el cuerpo judío, aunque visiblemente no veías nada en la persona, llevaba un gen negativo.

-Vos relevaste muchos testimonios de hombres y mujeres que sobrevivieron a la Shoa. ¿Qué podes decir sobre el tratamiento de los cuerpos en un contexto de supervivencia y asesinatos masivos?

-Me parece que el cuerpo tiene muchas dimensiones. Si tú quieres dar a entender a alguien el sufrimiento que implica el genocidio, volver la mirada al cuerpo es una forma de hacerlo mucho más concreta.

En mi tesis hablaba del cuerpo herido, enfermo, muerto, de las necesidades corporales, muchas veces no se piensa en la fuerza de la sed, siempre se habla del hambre y que se daba poca comida. En Polonia, en un convento franciscano, había un señor polaco que era el número 720 de los que llegó a Auschwitz. Dentro de las cientos de personas que llegaron a ese lugar, él estuvo todos los años que funcionó el campo y  dentro de las representaciones más dramáticas de su experiencia en ese campo está la experiencia de la sed.

El mirar el testimonio de las personas desde los cuerpos te conecta con cosas que para mí son importantes para generar una empatía, una capacidad de conexión entre hoy y el pasado, si tú le estás tratando de hacer entender a alguien lo terrible que era vivir en ese campo de concentración. Cuando hoy día vas a ese lugar, están todos limpios, no tienen malos olores, no tienen nada, de repente es un edificio vacío. Yo he tenido esa discusión en otros espacios sobre el tema de los sitios de memoria, sobre que este lugar en sí te dice algunas cosas, pero no es capaz de trasmitirte todo.

Entonces cuando estás con el testimonio que te dice “me dolía el estómago de hambre”, y tú te puedes conectar con sensaciones, a lo mejor no en la misma intensidad, pero alguna vez has sentido hambre, frío, cuando puedes llegar a ese tipo de relación, a entender la intensidad de la sed, el hambre, el dolor, la marca en el cuerpo, es una forma de generar o de buscar también una empatía. No es que vayas a vivir lo mismo que vivió esa persona, sino abrir un espacio de comprensión. Pero también el cuerpo en ese sentido te comunica un montón de cosas que a lo mejor quedan en el tintero cuando tenemos estas narrativas como muy grandes y muy desapegadas de la realidad de cada persona.

Y por último, también las representaciones de los cuerpos, esto de hablar cómo se piensan los cuerpos por uno o por otros, o en interacción con otros, también te aporta elementos de lo que significó ese proceso. Yo encuentro que ese era el aporte de trabajar desde la memoria corporal y de las representaciones de los cuerpos, y también te habla de la mentalidad, de la forma de entender lo que las personas pensaban en esa época, y por lo tanto también de aquello que podía ser incluso traumático o causar sufrimiento. Por ejemplo, si yo te digo que me cortaron el pelo, hoy día hay muchas mujeres que se cortan el pelo radicalmente, entonces alguien te podría decir “bueno porque tú sabes que el pelo va a crecer”. Pero en aquel contexto, eso podría ser causal de un sufrimiento como lo describen las personas que dan sus testimonio y cuentan lo terrible que fue verse sin pelo o con el mismo cortado violentamente.  Y eso tienes que entenderlo en cuanto a los significados que culturalmente se le daban a ese rasgo corporal en la época.