En este 2020 se cumplieron 35 años del histórico Juicio a las Juntas que terminó con la condena a los responsables del genocidio llevado adelante entre 1976 y 1983. Dentro del “descenso al infierno”, como describió Ernesto Sábato al proceso de recepción de los testimonios que luego integraron el informe de la CONADEP, tomó cuerpo la idea de que la condición judía del detenido empeoraba su situación, e incluso en algunos casos determinaba su destino. Se pudo saber también que el porcentaje de judíos desaparecidos, entre el 10 y el 12 por ciento del total, era mucho mayor que la proporción de este colectivo en el total de la población argentina, que se calculaba a ese momento un 0,8 por ciento.
Mucho se debate aún sobre lo actuado por el Estado de Israel en aquellos años en relación al destino de los perseguidos y de los detenidos judíos. En ese sentido, se cumplieron 20 años de la formación de la Comisión Interministerial Israelí que investigó el destino de los desaparecidos judíos en la Argentina, que relevó testimonios en Jerusalén y en Buenos Aires, que investigó en los archivos del Ministerio de Relaciones Exteriores y en los de la Agencia Judía y que entregó su informe en 2003.
Contacto con el horror
Efraim Zadoff, quien fue Coordinador de Investigación de la Comisión y representante ante la misma de la Asociación de Familiares de Desaparecidos Judíos en Argentina, sabe que las autoridades israelíes tomaron conciencia de la situación en 1977, por un informe del embajador en Buenos Aires, Ram Nirgad, cuando nadie ni siquiera podía imaginar lo que estaba sucediendo. Según los testimonios, Nirgad estaba azorado por el modo brutal con que se manejaban los llamados “grupos de tareas”: “Los secuestran y los matan”, expresaba sorprendido.
Es en ese punto donde la interpretación de los hechos es divergente en cuanto al involucramiento del gobierno israelí: durante mucho tiempo primó la idea de que Israel no se involucró de manera oficial en la ayuda a quienes padecían la persecución en nuestro país, sino que lo que se pudo hacer fue gracias a la voluntad y la iniciativa de algunos funcionarios de la Embajada y de la Agencia Judía en Buenos Aires.
Para Zadoff está claro que “Israel se involucró de manera oficial, porque de hecho la primera lista que se presenta se hace a través de la cancillería israelí. De esa lista, que eran detenidos que estaban en situación ilegal, no se pudo rescatar a nadie (salvo Jacobo Timerman por el que intercedió, también, prensa europea). Si bien el tema no se trató en sesión plenaria en la Knéset (Parlamento israelí), todos los organismos del estado que podían hacer algo estaban involucrados: la Embajada, la Cancillería, la Agencia Judía, diputados de todos los partidos. También la Corte Suprema de Justicia y representantes de los partidos políticos”.
Como ejemplo, Zadoff nos da la versión definitiva de un episodio que pinta los diferentes puntos de vista entre miembros de la misma comunidad. “Menajen Beguín se reunió con shlijim (representantes) de diferentes TNUOT (movimientos juveniles) de la Argentina, y expresó su intención de llevarse a Israel a todos aquellos jóvenes judíos que se encontraban en situación de peligro. El representante de Betar, movimiento juvenil ligado al Likud, le expresó su disconformidad preguntando por qué tenía que ayudar a esos jóvenes judíos de izquierda que criticaban a Israel, a lo que Beguin respondió: “En Israel serán de izquierda; aquí para mí son todos judíos y yo tengo la obligación de salvarlos”.
Si se investiga lo actuado por las representaciones diplomáticas de otros países, se verá que hubo diferencias en los resultados de la acción de países europeos e Israel, a favor de éste último. Las embajadas de los países latinoamericanos, que tenían la mayor cantidad de desparecidos extranjeros, no actuaban porque de hecho formaban parte de la coordinación del llamado Plan Cóndor. En el caso italiano, por un lado el cónsul Enrico Calamai escondió a gente, militantes, en el mismo Consulado, pero el embajador de esa época, Enrico Carrara, era cómplice de los militares y además, Licio Gelli , de la logia P2 , de sólidos vínculos con el almirante Massera, era asesor de la embajada. El caso de España es similar: se realizaron gestiones durante la dictadura atendiendo a las denuncias, pero lo cierto es también que las demandas contra la junta se sucedieron una vez que los militares salieron del poder. Finalmente, también es cierto que en 1978 se llevó adelante un Mundial de Fútbol y a ninguno de los países clasificados se le ocurrió hacer un boicot similar al sufrido en el rugby por la Sudáfrica del apartheid.
Razones de la militancia
Mucho se ha reflexionado también sobre la significativa proporción de judíos en el total de víctimas de la dictadura: por un lado, pensar en el grado de compromiso y militancia, y por el otro cuánto de antisemitismo había en la determinación de perseguirlos.
“Para empezar, digamos que la mayor parte de secuestros detenciones se dio en los ámbitos urbanos donde, el porcentaje de población judía es mayor que en el promedio del país. No sólo el porcentaje de desaparecidos. El porcentaje de militantes judíos en organizaciones de izquierda también era mayor a la participación de la población judía en el total. Hay cuestiones para tener en cuenta: La mayoría de los jóvenes que participaban en los movimientos juveniles sionistas lo hacían en tnuot del centro a la izquierda, y ahí se hablaba y se leían textos relacionados a los movimientos de liberación. Además, los judíos formaban parte de esa clase media culta y comprometida.”
La concepción nazi de la persecución
Daniel Rafecas dice en uno de sus trabajos que en la mayoría de los casos, la maquinaria represiva ponía en evidencia su matriz antisemita recién al “descubrir” que ese cautivo por motivos políticos, que ahora tenía a su merced para la tortura, era además judío ; o bien debido al hecho de que ser judío, por el odio racial -o a veces religioso- imperante en estos ámbitos del terror, lo colocaba en una situación de mayor proclividad al traslado, eufemismo empleado por los represores argentinos para significar el asesinato
El informe de la Comisión coincide en general con el informe de Rafecas, aunque sí pudo detectar algunos casos de secuestro donde el origen judío determinaba el secuestro. Más allá de esto , quedó claro en el informe de la Comisión la inspiración ideológica del nazismo en la concepción del accionar de la dictadura. El fiscal Julio Strassera atestiguó en el juicio que las desapariciones impuestas se diseñaron bajo influencia de los asaltos nazis realizados en los años 1941-1942, conocidas con sobrenombres como “acción de ‘las noches nebulosas’ (de neblina)”, cuando miles de personas sospechosas de subversión eran apresadas y trasladadas a los campos de concentración, sin que sus familias tuvieran conocimiento del caso.
La venta de armas
Otro episodio difícil de entender por los familiares de las victimas era la venta de armas de Israel a la dictadura. Según relata Zadoff, Israel le vendía armas a la Argentina desde la época de Lanusse cuando les vendieron lanchas de patrullaje. Según el testimonio de algunos funcionarios, la relación a nivel de gobiernos que involucraba estas transacciones permitió a los diplomáticos acceder a entrevistas con miembros de las juntas donde lograron la liberación de algunos detenidos o un permiso para la salida del país. Hay que considerar el contexto de la decisión israelí y tener presente -aunque ello no la justifique- que también Alemania, Francia, Holanda e incluso Gran Bretaña le vendieron armas a la dictadura argentina, señala Zadoff
A modo de conclusión
Sobre el resultado del trabajo de la Comisión, y de lo actuado por Israel en aquellos años, Zadoff concluye: “De los detenidos que estaban ilegales no pudimos rescatar a nadie, y por ahí se puede entender el enojo de los familiares, pero le sucedió a todas las embajadas que hicieron intentos similares. Se pudo actuar con los que estaban legalizados y ayudar a salir del país a quienes estaban en peligro, incluso a riesgo de vida de los propios funcionarios que los ayudaban. En total, Israel pudo ayudar a salir a unas 500 personas, entre aquellos que estaban en peligro directo de ser secuestrados y sus familias. Podría decirse que estamos satisfechos por lo que sí se puedo hacer. Al final de la dictadura, el embajador Dov Shmorak, pidió que se dé a conocer todo lo actuado durante aquel periodo, lo que hubiese despejado muchas dudas, pero recibió una respuesta negativa por parte de su gobierno”
** Diplomado en Organizaciones de la Sociedad Civil (FLACSO)