En septiembre de 1997, un comando del Mossad intentó envenenar a Jaled Meshal, pero fracasó y dos agentes fueron detenidos por las autoridades jordanas y otros se refugiaron en la Embajada israelí en Amán.
Según Halevy, el Rey Hussein consideró este atentado una traición, ya que él mismo se había comprometido personalmente con Israel a mediar para conseguir la tregua con Hamas.
Netanyahu pidió a Halevy que lo ayudara a tranquilizar al Rey de Jordania, pero le advirtió (aún así) que no viajara a Amám porque no quería comprometer a quien consideraba un gran amigo en este asunto tan turbio.
Luego de este atentado fallido, las relaciones con Jordania se deterioraron considerablemente y el Rey reclamó públicamente que Israel le entregara a los otros agentes del Mossad que se había refugiado en la Embajada. Para el caso de que Israel no accediera, Hussein había llegado a considerar seriamente (incluso) una respuesta militar.
Los responsables del Mossad plantearon la posibilidad de aplacar la ira real mediante una serie de «regalos» para sus Fuerzas Armadas, como un equipo de visión nocturna o ayudas para mejorar algunos de sus aviones de combate.
Halevy se mostró en desacuerdo y sugirió que se liberase al jeque Ahmed Yassin -entonces líder espiritual de Hamás- y se lo trasladara a Jordania, donde el Rey Hussein podía ordenar su regreso a la franja de Gaza.
Si bien esta idea generó una fuerte oposición entre la Inteligencia y entre el Ejército de su país, fue aprobada en última instancia por Netanyahu.
Yassin, posteriormente, fue asesinado en Gaza por el Ejército israelí en marzo de 2004.