“No es bueno que el hombre esté solo / pero de todos modos está solo” *

Así comienza uno de los poemas más conocidos del recientemente fallecido Natan Zach (se pronuncia Zaj), uno de los jóvenes poetas surgidos en los años cincuenta que rechazaron las solemnidades y las posturas políticas de sus predecesores.
Por Tamara Rajczyk

Nathan Zach nació en Berlín en 1930, hijo de padre alemán y madre italiana, y emigró a Israel a los seis años. En 1948 participó de la Guerra de la Independencia y posteriormente estudió Filosofía y Ciencias Políticas en la Universidad Hebrea de Jerusalén. Se desempeñó como profesor de Literatura Hebrea y Literaturas comparadas en la Universidad de Haifa. Fue uno de los más activos miembros del grupo Likrat, integrado por jóvenes poetas que en los años ’50 manifestaron sus diferencias con Bialik y Tchernijovsky, los padres fundadores de la Poesía Hebrea Moderna.
En 1955 apareció el primer libro de Zach, Primeros poemas y, paralelamente, comenzó a desarrollar una amplia y extensa tarea como crítico. En 1959 publicó en la revista Ajshav (Ahora) un artículo sobre la poesía de Natan Alterman que constituyó el manifiesto del grupo Likrat: propuso otras normas para la poesía hebrea, diferentes a la rima y la métrica que se utilizaban por entonces, criticó con dureza a Alterman, argumentando que la simetría rígida y el ritmo estable de sus poemas creaban una imagen artificial del mundo. Además, criticó la poesía militante de la generación anterior y el uso de la primera persona del plural, proponiendo una poesía más íntima y personal. Planteó que el verso libre y el lenguaje simple permiten al poeta moderno expresarse y describir la realidad y que la utilización desmesurada de simbolismos es un obstáculo en la poesía. Así lo expresó en El poema correcto: “Cuando el sentimiento se consume, el poema correcto habla. / Hasta ese momento habló el sentimiento, el otro poema. / Ahora llegó el turno del poema correcto”. De esta manera manifiesta su postura con respecto a la lírica, la despoja de sentimentalismo.
Zach nació en un hogar absolutamente laico y no se educó en las fuentes judías como sí hizo otro poeta fundamental de la Literatura Hebrea Moderna, también nacido en Alemania y emigrado siendo un niño: Yehuda Amijai. La lengua materna de ambos fue el alemán, pero, en el caso de Zach, recién aprendió hebreo cuando llegó a Israel. En cambio, Amijai creció en una familia religiosa y estudió la lengua a través de la liturgia y las fuentes. Este hecho, que podría haber constituido un defecto en la escritura de Zach, resultó una cualidad positiva a la hora de abordar con palabras simples los temas profundos: el individuo, la soledad, el desamor, los problemas de la vida cotidiana. “Un hombre entra y se sienta / mientras otro piensa / que solo el viento movió la puerta. / O ni siquiera eso”.
Zach comenzó a expresar públicamente su postura política y a escribir poesía política en los años ‘60, especialmente después de la Guerra de los Seis Días. ¿Quién hablaba entonces de un Estado Palestino? Pues Zach lo hacía. Fiel a sus convicciones, no permitía que sus poemas musicalizados fueran cantados más allá de la Línea Verde.
El editor Menahem Perri lo describe como líder y conductor. Dice de él: “Zach condujo la literatura al lugar en el que se encuentra en este momento y su influencia fue más allá de sus poemas. Toda su presencia, su actividad literaria y crítica, especialmente en los años ‘50 y ‘60, cambiaron nuestra literatura. Zach influyó en los poetas de su generación y en los que vinieron después”.
Es posible conocer algo de la obra de este poeta en las páginas del único libro suyo traducido al español, Continente perdido, Ediciones Visor, Madrid, 2007, en cuyas páginas leemos: “Gracias por venir. / También porque me voy. / Cualquier otra exigencia / sería exagerada”.
Gracias Natan Zach.

* En este link es posible deleitarse con una de las versiones musicalizadas de este poema, con subtítulos en español: https://www.youtube.com/watch?v=TPYT_x42VAk