Acaba de morir en Barcelona el gran poeta argentino exiliado Alberto Szpunberg, quien había necesitado acudir a la tradición del jasidismo en su mayor libro de poesía, La Academia de Piatock (2009) para expresar desde la diáspora su irrenunciable sueño de redención. Juan Gelman, el otro gran poeta argentino exiliado, también necesitó escribir su poemario bilingüe castellano-ladino Dibaxu (1994) y acudió al idioma de la diáspora sefardí para expresar su profundo sentimiento de desterrado.
Ambos, Dibaxu y La Academia de Piatock, no se leen solamente como libros incomparables de la mejor poesía argentina: testimonian, asimismo, la profunda judeidad en la palabra lírica y elegiaca de Gelman y Szpunberg.(1)
La Academia de Piatock es un libro bisagra en el continuo de la producción poética de Alberto Szpunberg, exiliado en España a partir de la última dictadura cívico- militar y el terrorismo de Estado. Muchos años antes del exilio, Szpunberg escribió el poema “Marquitos” (del libro El Che Amor, 1965) dedicado al amigo Marcos Szlachter, miembro del Ejército Guerrillero del Pueblo, muerto en el monte salteño que dirigía Ricardo Masetti(2). Si la poética “de tomar el cielo por asalto” en los ‘60s caracterizaba la lírica de Szpunberg, la poética exiliar escrita en Cataluña le marcó los ’80s.
Sin embargo, el poeta exiliado empezó a sentir que las elegías liricas de sus poemarios de la derrota -Su fuego en la tibieza (1983), Apuntes (1986)- le pedían distanciarse de los sentimientos de la mayoría de los poetas del exilio: la nostalgia, el extrañamiento, y el melancólico deseo del regreso.
A partir de 2002 cuando volvió, aunque residiendo seis meses en Buenos Aires y otros seis en Barcelona, Alberto Szpunberg decidió hacer un “ajuste de cuentas” con sus poéticas anteriores. Emprendió su nueva etapa en Luces que a lo lejos(2007), libro con el cual confiesa “quise ajustar cuentas con la nostalgia”.
La crítica no ha reparado de que su posterior poemario, La Academia de Piatock (2009), publicado a continuación de Luces a lo lejos, es un texto que marca discontinuidad no solo del sujeto lírico sino también de procedimientos retóricos tomados de otra tradición cultural ; en su nueva escritura poética, Alberto Szpunberg recurre deliberadamente a alegorías y figuraciones de la tradición cultural judía con las cuales desea componer su texto central.
Ejemplo significativo de ese olvido por parte de la crítica es el reciente libro – homenaje de poetas y autores amigos de Szpunberg, publicado por la Biblioteca Nacional de Buenos Aires. Pese que el volumen colectivo fue titulado, Guardianes de Piatock. Miradas sobre Alberto Spunberg (2020), la mirada a la tradición cultural judía adoptada por el poeta está ausente en los ojos de estos guardianes de Piatock, excepto aisladas referencias.(3)
¿Por qué el exilado poeta judeoargentino Abraham Szpunberg recurre al legendario paisaje de Biolorusia, Polonia y Crimea, deseando oír algunos voces de sus rabies y jasidim? ¿Y por qué desde esas lejanas comarcas eslavas evoca sus derrotados sueños revolucionarios y las utopías de compañeros desaparecidos en Argentina?(4) ¿Qué secretos conductos de una antigua sinagoga del barrio porteño de Caballito confluyen en la ensoñada Academia (Yeshiva) de Piatock, título de su poemario?(5) ¿Acaso el poeta exiliado seguía muchos años después oyendo ecos de aquel recinto sinagogal, “ donde todos tenemos voz y nos oímos mejor, y al oír y oírnos, reflexionamos”, tal como Alberto Szpunberg le contó, por boca de su padre, al amigo Jonio Gonzáles?(6)
¿Y qué condujo al poeta solidario con los trabajadores insurgentes y oprimidos argentinos a congregar a maestros jasídicos artesanos en su alquímica Academia de Piatok.? Algunos de ellos tienen oficios, como Rabi Yojanan , el zapatero; el obrero del vidrio; el músico; el compañero fotógrafo. Otros personajes son alegorías de históricos combatientes latinoamericanos, el oriental Artigas (“Naide es más que Nadie”) y el argentino Che Guevara, el Cabalista de la Sublime Alarma. Además, hay oficios atribuidos a los jasidim de la Academia: el cartógrafo celeste y el cartógrafo terrestre; el Poeta, copista del Libro; el oberkantor Pinchik que «entona el Kadish”.
Las extemporaneidades en el relato lírico de Szpunberg no son meras licencias poéticas sino deliberados cruces topográficos, contigüidades, transmigración y fraternidad de almas gemelas. Así, “Rabi Iacov Itzjak de Pzhysa, el Iehud (poema 59), recorre Ñancahuazú y la voz poética no lo hace retornar a su shtetl a ese maestro jasídico itinerante que recorría con su enseñanza todos los shtetls de la “zona de residencia” judía de Volinya, Besarabia y Ucrania; porque Rabi Iacov Itzjak , el Iehud , desea prolongar su travesía hasta llegar a Ñancahuazú, comarca de la guerrilla boliviana donde el Che morirá asesinado después del combate.
Mucho más que por la toponimia, los jasidim y cabalistas de La Academia Piatock son antropónimos identificados por sus virtudes y atributos. Isaac, es el sabio de Gerona y a R. Itzjak de Phzysa , lo llaman “el Iehudi”. Y el caballo acompaña los siete sueños de Piatock, y los once libros de la biblioteca nunca se separan de Reb Arieh Leib ben Naftule. Las escasas referencias topográficas del shtetl están acompañadas por parajes contiguos y sitios cercanos entre Tierra Santa y Argentina: el Monte Nevo, el río Sambatión, el Muro de los Lamentos al lado de la laguna Chascomús o del barrio Villa Crespo. El poeta desterrado carece de referencias topográficas, porque otras son las marcas de identificación de los jasidim en la Ieshiva de Piatock: cruces de caminos que unen la ciudad natal porteña y su imaginario Galuth en la Volhynia ucraniana que empalma con el actual refugio del exilio cerca de Barcelona: “(…) hay caminos menores que, por ejemplo, van de Berdichev a Buenos Aires o El Masnou» (poema 17).
Distinto era el paisaje semirural y aldeano del shtetl en las estepas y bosques del imperio ruso cuando Alberto Szpunberg lo habría aprendido por primera vez como estudiante del seminario de maestros judíos en el colegio Scholem Aleijem(7), posiblemente leyendo relatos jasídicos en ídish de Itzjak Leibosh Peretz, o en traducción de Salomón Resnick. El shtetl en los cuentos traducidos de Adán y Eva(8) estaba poblado por judíos pobres donde, además de estudiar en el Jeder y en la Ieshiva, trabajaban en algunos oficios recordados por Szpunberg, como zapateros y vidrieros, pero asimismo había pequeños artesanos herreros, leñadores, carpinteros, carniceros, matarifes, taberneros, aguadores, barrenderos, incluso acarreadores de toneles de arenques como era el padre de Chagall. En sus pinturas sobre Vitebsk, los judíos en el shtetl fueron dibujados en los alrededores de bosques, ríos, y planicies nevadas. En el paisaje del shtetl rural imaginado por nuestro poeta argentino desterrado hay caballos, pero no bosques ni cursos de agua ni riachos. En cambio, abundan jasidim, humildes y alegres, semejantes a aquellos que Salomón Resnick, tradujo de numerosos relatos de Peretz: ellos pertenecían “al mundo de los oprimidos, la clase modesta de la sociedad judía”, seres subalternos que fascinaban a jóvenes rebeldes de la generación de Szpunberg, sensibles a la literatura idish.(9)
Precisamente el éxtasis de las palabras que oímos sobre el habla lirica de los jasidim en La academia de Piatock”, es hermana de la humildad y poquedad de los seres carenciados que pueblan el imaginario shtetl de Szpunberg: los “don Nadie”, “Alguien”, el “luftmench” (hombre que vive del aire); o un simple vecino de Helm, aquel villorio donde residían los tontos según el folclore judío en Europa Oriental, a quienes Szpunberg hermana con os tontos argentinos de Jauja y con los tontos españoles de Lepe, mediante el saludo internacional que manda un vecino de Helm (poema 62). A diferencia de los eruditos rabinos mitnagdim que acusaban de ignorantes a los simples jasidim, algunos personajes de la Academia están privados del habla, como Reb Margulis, el mudo, sin embargo, “presenta su valioso discurso”. Además, el mudo Margulis junto con “Shostak, el Seis Dedos” (¿pariente menor del “Autorretrato con Siete Dedos” de Chagall?) aparecen juntos con Isaac, “el Ciego”, cerca de “Moisés, el tartamudo”.
Otro procedimiento lírico del desterrado de las pampas es imaginar que el caballo no solo reflexiona en la academia sino es interlocutor de Piatock, al extremo que cuando el equino lo oye recitar el Cantar de los Cantares de Salomón, sale al galope y relincha de amor:
“y olí la pampa húmeda de golpe y vi todo el trigo hasta juntarse con el cielo y sacudí las crines y alcé mis patas y corcoveé y pateé y grité a mi manera el cantar de los cantares».(10)
El caballo de Piatock,- al igual que la vaca taciturna sobre el tejado de la choza natal de Vitsebk en óleos de Chagall-, eran animales domésticos de los shtetls. ¿Quién no recuerda su óleo sobre lienzo “Yo y la aldea” (1911) o “Por encima de Vitebsk” (1914)?
Pero en el shtetl del desterrado de Buenos Aires no hay caballos de tiro que se empleaban como fuerza motriz, pegados a carros, como en el óleo “El tratante de ganado” (1912) de Chagall. El caballo de Piatock, en cambio, galopa alegremente libre, canta, y relincha mientras ríe. Mijal Gai analiza sagazmente la irrupción de la risa, su expansión y extinción, mediante metonimias y sinécdoques del caballo en el poemario de Szpunberg.(11)
Asimismo, el poeta perseguido y censurado celebra , además, que sus jasidim puedan dialogar, discutir, reflexionar y circular por las palabras y entre las letras de la Torá, volviendo a releer páginas leídas ya muchas veces antes, como lo hace Reb Arieh Leib ben Naftule, para quien leer es comentar y descubrir un nuevo sentido a las palabras:
“una letra lleva a otra letra y una palabra a otra palabra / y el sentido no es ninguna de ellas sino ese viento constante» (poema 76).
El poeta ama ese modo en que los miembros de la Academia reflexionan y, especialmente, interrogan, indagan, escrutan, como si compusieran midrashim. Pero a diferencia de la tradición del Midrash, la voz poética de Szpunberg no necesita el texto sagrado para interpretarlo: se basta con metonimias de la tradición oral de fabuladores jasídicos.
¿Con cuáles figuraciones y alegorías de la tradición cultural judía la voz lirica del libro de Szpunberg desea nombrar a la tragedia argentina que lo arrojó al exilio?
Si la metonimia o trasnominación es un fenómeno de cambio semántico, por el cual se designa un concepto con el nombre de otro, las detonaciones del “derrumbe” argentino es trasnominado en el desquiciamiento de varios personajes alegóricos (poema 69). Muy poderosa la metonimia del enloquecimiento de los mitológicos 36 Justos, clave de lectura y primera dedicatoria en el poemario de Szpunberg a aquellos “tzadikim que nadie sabe quiénes son, ni ellos mismos los saben, pero sostienen el mundo constantemente”.
Desde la catástrofe en la tierra del poeta ninguno de ellos reconoce al otro:
“Hasta los 36 Justos corren enloquecidos por el campo en busca de sí mismos pero, anónimos desde siempre por principio, se cruzan, se rozan, se chocan y no se reconocen”.
Metonimia mucho más potente después de haber leído antes sobre los Yamim Noraim (los ‘Días Terribles” entre Rosh Hashaná y Yom Kipur) en el segundo versículo del poema “El Cabalista de la Sublime Alarma convoca a los 36 Justos”, donde recuerda la fecha ominosa del golpe militar en Argentina:
“El día más terrible de los días, un 24 de marzo de 1976, por ejemplo ¿cómo ayunar si la palabra pan tiene una silaba menos que la palabra hambre y que la palabra piedra y si la sola silaba que podría llenar tanto vacío es 30.000 voces innombrables?” (p.68).
Imágenes de un aquelarre desbandado que el poeta logra aglomerar metonímicamente en una misma fuga al “compañero Fotógrafo (que) consultó al Cartógrafo Celeste y al Cartógrafo Terrestre y, con el bolso en alto, pudo cruzar a nado el río de piedras”, escapando junto con el Obrero del Vidrio, quien “ huye descalzo sobre su propia sombra astillada”.
Es posible leer la trasnominación en todo el poema 69 titulado: El desaparecido recorre los territorios ocupados del mundo y da su informe. Terrible informe que para poder ser contado, el matemático Merkell necesita buscar a Shostack, el Seis Dedos, “porque no le alcanzan las dos manos –“Mámushka Mámushka– para contar lo incalculable”.
En contraste con esta desesperada fuga de perseguidos y victimas del “derrumbe”, el único de todos que conserva la serenidad es Reb Arieh Leib ben Naftule; su sosiego evoca al lector a aquellos rabinos resolutos que en las peores calamidades de las Cruzadas y los pogromos se refugiaban en el esperanzado consuelo afable de los libros sagrados. También el fiel amigo de Piatock en la Academia/Ieshivá, “con los ojos cerrados para siempre, busca el entresijo de un versículo donde la palabra, al menos, sea un gesto amable, comprensible”.
La fe de Ben Naftule en el poder de la palabra era hermana del Poeta, ese tesonero artífice copista, ”letra por letra, punto por punto” que culminó escribiendo un nuevo Libro, enamorado del latido de las silabas, del temblor de letras y el estremecimiento de vocales y consonantes.
Pero quizás el secreto de la serenidad y temple de Reb Arieh Leib ben Naftule provenga de la heterodoxia propia de algunos revolucionarios judíos que deseaban “repasar” El Libro de los Libros, antes de volver a leer “El Capital y El Manifiesto Comunista”; sin embargo, al sentir la palabra que les faltaban, la encontraban al modo de Leib ben Naftule componiendo libros panteístas sobre los cuatro elementos (libro del Fuego, el de las Nubes, el de las Mareas y el de los Bosques), o culminaban escribiendo el Libro de los Cuerpos, el Libro de las Miradas, el Libro de los Días, pero sin olvidar el Libro de la Guerra.
También los jasidim “repasan” a la Hagadá de Pesaj – narración legendaria de la tradición religiosa y cultural judía- en el poemario de Szpunberg como un hipotexto para desacralizar el éxodo y la Tierra Prometida; prefieren, en cambio, trocar la redención prometida en liberación diferida, pero jamás derrotada :»Sólo la promesa y no la tierra es tierra santa”, consagra el poema 71.Y cada uno de los lectores reunidos por la voz poética a fin de repasar la Hagadá añaden nuevos sentidos (espirituales y también ideológicos) al anhelo de redención de los esclavos fugitivos de Egipto que van reemplazando su deseo territorial de regreso a la Tierra Prometida por el de ser libres en cualquier parte del mundo. La única figura en La Academia de Piatock ligada a la Tierra de Israel que lee la Hagadá es Rabi Akiva (mentor espiritual de Bar Kojva, líder de la fracasada rebelión contra Roma); en cambio, todos los otros jasidim componen la metonimia colectiva de supervivencia en la diáspora y en dispersión: estos rabíes y jasidim siguen viviendo en el exilio del Galut en tanto diáspora, donde los sitios fundamentales después del destierro no están más en la tierra sino son y viven en el agua y en el aire.
El primer poema de la serie Exilios que escribió Szpunberg, publicados en 2016 por la Agencia Paco Urondo, Sección Cultura, condensa simultáneamente la desterritorialización de la dispersión exiliar en Barcelona junto a la absoluta convicción de que la esperanza de redención no pudo haber sido liquidada. Tal vez sea posible leer “Exilios #1: Plaza Sant Felip Neri”, primer poema de la serie, como continuación de algún fragmento de la Hagadá de Pesaj.
El jasid desterrado empieza confesando que cuando llegó “a la plaza Sant Felip Neri en junio de 1977, desde una Buenos Aires que sangraba, y en el espejo de esa fuente, en el reflejo tembloroso de un rostro entre las lágrimas, descubrí lo que ahora ya sé y nunca olvidé ni olvidaré jamás”.
Vio su imagen de expatriado poeta argentino “en la pila que contiene el agua”, y descubrió que “la transparencia horada la piedra, incluso la del gesto más duro y desesperado. Por eso no hay otro lugar donde el silencio hable tan claro como en este desgarro que se reitera”.(12)
Afortunadamente el autor de “La Academia de Piatock” no olvidará nunca esa revelación en el espejo de la fuente en plaza Sant Felip Neri: jamás perderá su fe en la redención, “en algún rincón del mundo”, porque “hoy es siempre todavía”(mi énfasis ). (13)
En síntesis, la condición exiliar de Szpunberg, que leemos en su imaginario diaspórico de La Academia de Piatock, continúa la poética del Galut en su doble vertiente; “poética a la deriva, una poesía de los naufragios”, como elocuentemente caracteriza Eugenia Stracalli a su continuo lirico y elegiaco(14); pero también la poética del exiliado Szpunberg retornado que logra ser reconocido en su extrañeza, como sugiere la “milonga de ida sin vuelta” que compuso el poeta para un recital musical en Buenos Aires en 2015.
1) Este artículo es un fragmento de un ensayo mucho mús extenso sobre la judeidad en textos de escritores argentinos exiliados y regresados.
2) Marquitos (Marcos Szlachter) fue uno de los cinco jóvenes judíos que se plegaron a la primera guerrilla guevarista que comandaba Ricardo Masetti en Orán, Salta, 1964. Marcos fue compañero de Alberto Szpunberg en el colegio secundario y en la UBA. Los otros eran Leonardo Werthein, Henry (Lázaro) Lerner, Bernardo Kronswald y Adolfo Rotblat; véase, Julio Barreras (h),“Guerrilla en el Norte y «Doctrina de la Seguridad Nacional» y “Prólogo de Rodolfo Walsh al libro de Jorge Ricardo Masetti «Los que luchan y los que lloran”, en, Historia del EGP (Ejército Guerrillero del Pueblo) de Argentina, www.ultimorecurso.org.ar.
3) Guardianes de Piatock. Miradas sobre Alberto Szpunberg, Judith Said, Lilian Garrido y Miguel Martínez Naón (comps). Biblioteca Nacional Mariano Moreno,Bs.As., 2020.Las excepciones son de Horacio Gonzalez, “Silabeos y plegarias amorosas” , donde alude a los hombres de la Tora compañeros de Piatock (p.12) y Jonio Gonzalez, “Sobre “Reb Arieh Leib ben Naftule repasa El Capital” y La academia de Piatock “, p.81-82.
4) Alberto Szpunberg (1940.) Publicó sus primeros libros Poemas de la mano mayor (1962); Juego limpio (1963) y Che Amor (1965). Durante los años ´70 fue docente en la Universidad de Buenos Aires, redactor del diario La Opinión y cofundador de la Brigada Masetti, continuadora del Ejército Guerrillero del Pueblo (EGP), al que consagra una sección del poemario El Che amor, 1965). Tras el golpe de Estado de 1976, se exilió en España , fue corresponsal de la Agencia Nueva Nicaragua en París; publicó Apuntes (1986), Su fuego en la tibieza (1981) Durante su regreso intermitente a la Argentina, desde 2001 publicó La encendida calma (Alcion, 2002); Luces que a lo lejos (Colihue, 2008); El libro de Judith (2008); La Academia de Piatock, (Caracas, 2009; Cordoba,2010); Ese azar, ese milagro;(2011); Traslados (2012) Entropía editó un volumen con casi todos sus libros inéditos, Como sólo la muerte es pasajera. Poesía reunida (2013); además, “ La tarde, solo la tarde” (2015).
5) Alberto Szpunberg, La Academia de Piatock, Córdoba, Alción Editora, 2010. Cito de esta edición.
6) Véase, Jonio Gonzalez, “Sobre “Reb Arieh Leib ben Naftule repasa El Capital” y La academia de Piatock”, en Guardianes de Piatock. Miradas sobre Alberto Szpunberg, Judith Said, Lilian Garrido y Miguel Martínez Naón (comps). Biblioteca Nacional Mariano Moreno, Bs.As., 2020, p.82.
7) Abraham (Alberto) Szpunberg estudió en horario vespertino en el seminario de maestros judíos del colegio idishista Scholem Aleijem, y durante la mañana en el Colegio Nacional Mariano Acosta; luego de graduarse en este magisterio de nivel secundario, Szpunberg cursó durante 1958 como estudiante en el “Majón Grinberg”, Instituto de capacitación para educadores judíos en la Diáspora, sito en Jerusalén.
8) Ytzjoc Leib Peretz, Adán y Eva, Buenos Aires, Ed. Vida Nuestra, 1922, 2da edición aumentada, Ed. Judaica, 1947, traducción y prólogo de Salomón Resnick.
9) Adan y Eva, prólogo de S. Resnick, op.cit, p.28.
10) Reflexiones en sol mayor del caballo de Piatock”.
11) Véase, Mijal Gai, “El lenguaje poético de Alberto Szpunberg en ‘La Academia de Piatock”. www.academia.edu , acceso 12.7.2020
12) Agencia Paco Urondo 2016, véase Los “Exilios” de Alberto”| Boris Katunaric, en Guardianes de Piatock. Miradas sobre Alberto Szpunberg, Judith Said, Lilian Garrido y Miguel Martínez Naón (comps). Biblioteca Nacional Mariano Moreno, 2020, p.94-96. En 2016 Szpunberg publicó dos poemarios breves: La tarde, sólo es la tarde (27 sonetos y una milonga de ida y vuelta) (Surí Porfiado, 2016) y ¿Por qué no hay más bien brócoli? (Lamás Médula, 2016).
13) Ibídem, p.96.
14) Eugenia Straccali, Alberto Szpunberg: una poética a la deriva en Guardianes de Piatock. Miradas sobre Alberto Szpunberg. op.cit. p.89-90.