Aspectos económicos del acuerdo de Israel con los EAU

Abraham, un lobo de Wall Street

Los convenios como el firmado recientemente por Israel y los Emiratos Árabes Unidos no son por la paz, sino que son una consecuencia de blanquear vínculos económicos y políticos existentes, además de una interesante movida política. El objetivo no es frenar la anexión de territorios ocupados, sino que ambas partes buscan conseguir distintos tipos de beneficios.
Por Federico Glustein

«Es una nueva era de paz. «Paz a cambio de paz, economía a cambio de economía», afirmó Netanyahu en torno al acuerdo firmado con los Emiratos Árabes Unidos. Las gestiones de Trump para mostrar aciertos en su política exterior en pos de una futura reelección no se detienen. Bibi practica el mismo juego, aunque con cartas de inferior valor. Sabe que la disolución del gobierno de coalición podría estar cerca y debe fortalecer su imagen, muy a pesar de la vergüenza de ser un Primer Ministro en funciones que es citado por la justicia por causas de corrupción cometidas en cumplimiento de sus deberes.
El actual gobierno israelí intenta equilibrar Medio Oriente, actualmente dominada por Irán y Turquía junto a grupos paraestatales, que se desempeñan en Gaza, Siria, Líbano e Irak, entre otros, pero que sostienen nexos con otras naciones de la región. Habiendo firmado en el pasado la paz con Egipto y Jordania, y luego haberse frenado los procesos, esta nueva instancia acercaría a Israel posiciones con naciones árabes como Omán o Sudán –pareciera con más chances de suceder- hasta con países musulmanes de África.
Israel mantiene a Estados Unidos como un aliado de primerísima importancia. En tiempos en los cuales los gobernantes poseen una mirada ideológica similar, y donde, mediante cercanas elecciones podrían prorrogar sus mandatos por varios años más, estar conectado podría resultar favorable en áreas estratégicas de los futuros lazos diplomáticos, al menos para quienes se mantienen dentro de la derecha política.
La consecución de las tratativas de entendimiento entre Serbia y Kosovo se da en el marco en el cual, los gobernantes de ambas naciones abrazan el Conservadurismo Social, el Nacionalismo Étnico –e incluso racista- y el neoliberalismo en lo económico, muy similar a las posiciones de Trump y Netanyahu.
En ese sentido, el traslado de la embajada de Serbia a Jerusalén, o el reconocimiento mutuo entre Israel y Kosovo, no es casualidad. Es parte de un trabajo fino de los “lobos” de Trump, como su yerno, Jared Kushner, y de una relación quebradiza entre los países mencionados y la Unión Europea. Kosovo, terruño con mayoría étnica albanesa, es una de las economías más pobres de Europa (y por qué no del mundo) y un acercamiento a Israel o Estados Unidos sería de ayuda para sacarse el mote de “narcoestado” y obtener inversiones para desarrollar una estructura que genere empleo y valor agregado.
Volviendo al entendimiento con los Emiratos Árabes y con Bahrein, los beneficios económicos podrían ser varios, algunos llevarán un tiempo más largo y sostenido de relaciones, mientras que otros podrían tener un impacto muy próximo.

De luz ultravioleta a luz verde
El golfo Pérsico es una de las regiones con mayor valor estratégico del mundo, especialmente en el escenario energético, por su elevada tenencia y producción de hidrocarburos (gas natural y petróleo). Esto lleva a un gran número de tensiones, enemistades y un sinfín de intereses geopolíticos tanto de los países de la zona y de los próximos, así como de otros más alejados pero con un ojo puesto en la región, como Estados Unidos, Rusia, China y los miembros de la Unión Europea.
Hay que tener en cuenta que en la zona en cuestión se extrae cerca de más del 30% del petróleo que cada día se produce en el mundo. Aunque una parte importante se exporta desde estos lares a través de oleoductos, el mayor caudal sale hacia los grandes centros consumidores mundiales en barco.
Parte de la valía de los acuerdos entre Israel con los EAU y Bahréin hace pensar en la posibilidad de reeditar el “Oleoducto Transarábigo”, el cual desde 1990 dejó de funcionar. Al construirse, el mismo transportaba casi 50.000 metros cúbicos por día, y había alcanzado casi 80.000 m3 diarios de petróleo. Llevar la producción por un ducto que pase por el golfo pérsico, saliendo en barco de Haifa y no desde el Canal de Suez, haría reducir el costo de la exportación de petróleo en hasta el 40%. En ese sentido, a Israel podría interesarle los recursos hidrocarburos de los países de la región, invirtiendo en tecnologías para su procesamiento y tratado o, incluso, participando activamente en alianzas estratégicas para reducir a naciones contrincantes en la guerra petrolera.
También se pone en la balanza del pacto el sector del turismo. El Estado hebreo desea atraer inversiones en el rubro, sobre todo en las ciudades mediterráneas de Tel Aviv y Haifa y acoger a visitantes musulmanes en Jerusalén o la llegada de petrodoláres a las costas del mar Rojo en Eilat, un destino lujoso para los propios paisanos favorecería el déficit turístico que posee el Israel. Cientos de miles de israelíes viajan cada año al extranjero pero principalmente a Europa y América, por lo que Dubai, Abu Dhabi o Manama podrían ser un nuevo destino para los millonarios que deseen buscar nuevos y exóticos rumbos, con la aerolínea de bandera EL AL, o sus pares Emirates o Etihad, llevando y trayendo turistas. Aunque también, como parte de estas vinculaciones y una mano de Arabia Saudita, el ahorro de evitarse viajar a Jordania previamente para unir esos dos puntos es alto en términos económicos y políticos.
«Emiratos admira los avances y conocimientos israelíes en los sectores cibernéticos y de la alta tecnología y quieren tener acceso a ello ante todo». Esa frase signada por especialistas en el análisis económico de la región no es errada. Durante los últimos 20 o 30 años, las autoridades israelíes han asistido a más de 600 empresas a comerciar con los países del Golfo, lo que acarreó millones de dólares en contratos, aunque todo eso funcionaba de forma privada u offshore, dada la existencia de limitaciones y trabas a la hora de hacer negocios. La seguridad y la innovación son áreas que los Emiratos no quieren dejar afuera de su territorio, con gran cantidad de ellas, aunque parece nunca suficientes. El acuerdo blanquea lo que ya existía pero intermediando con compañías extranjeras, en su mayoría europeas, con elevados costos en euros para las operaciones. Con Bahrein el escenario es distinto: las relaciones comerciales son legales y sostenidas aunque no en grandes cantidades como las que se esperan al alcanzar un acuerdo de paz y reconocimiento mutuo.

Patentes y servicios financieros
Por otra parte, hasta el acercamiento surgido, no existía la posibilidad de ver productos Made In Israel en los comercios emiratíes, pero ya comenzaron a sellarse esas posibilidades. Las patentes israelíes podrán exhibirse a partir de ahora, a pesar de que con anterioridad existían y en cantidad, en sectores como la agricultura vinculada a la tecnología. El manejo de la escasez de agua para la plantación de alimentos es bien vista en el mundo y podría ser un puntal para que se establezcan mejores resultados agrónomos en Az Zallaq o Dumistan (Bahrein) o en Sharjah (Emiratos).
Por último, acerca de estos aspectos económicos, es importante recalcar los servicios financieros de ambos países y la posibilidad de utilización por parte de Israel. El blanqueo económico, traducido en la llegada de empresas del golfo a Europa, América Latina y Estados Unidos, mediante fondos de inversión con grandes cantidades de capital y futura alta rentabilidad, es una señal de los nuevos tiempos, de la aceptación de regímenes no democráticos, con dudosa responsabilidad fiscal de los magnates, libre entrada y salida de ingresos, compra de medios de comunicación, empresas locales, pocos limites, pero abrazo al capitalismo de mercado.
En este sentido, son países con una pobreza superior al 20%, una desigualdad de los recursos muy importante y naciones muy costosas para la vida diaria. Más allá de que los salarios promedio son altos para la región, hay una disparidad enorme entre los trabajadores formales y los no formales o de pequeños comercios. La opulencia de las megaciudades urbanas o los pequeños poblados, la tecnología al servicio de las empresas o la falta de agua potable, la desigualdad social, las inequidades, la falta de democracia, la transición energética israelí vs. nueva contaminación. A veces, algo que no sucede en las finanzas necesita tiempo.
Por lo tanto, la pregunta a realizar es si estos acuerdos tendrán un impacto o no en la economía de las poblaciones o en las potenciales de cada una de estas. Y cuánto durará la pax atada con alambre lograda en la región o si rápidamente habrá represalias por todo esto.