Creo que en estos 30 años del golpe de Estado, el país no cambió. Nunca hemos tenido, en este tiempo, un sentido de país. No sabemos qué país queremos. Y la justicia forma parte de todo eso.
Evidentemente hay nuevos aires en cuanto a la independencia de los jueces, pero tampoco resulta sumamente firme.
Seguimos viviendo una situación que nos empujó al neoliberalismo que aún continúa gobernándonos.
En un esquema de ficción, o utópico, en Argentina habría que reinventar la Justicia. En materia penal, fundamentalmente, continúa siendo sumamente selectiva. Léase discriminatoria.
Basta con ver lo que ocurre en los reformatorios para chicos, o en las cárceles, que están siempre los mismos: la gente de abajo.
Yo he acuñado -a través del tiempo- una muletilla que sigue teniendo vigencia: a la cárcel llegan los delincuentes fracasados.
Y en verdad, reinventar eso, darle un nuevo sentido, implicaría -en primer lugar- que el Derecho Penal no sea discriminatorio en su ejecución.