Música desde los orígenes

César Lerner es uno de los músicos más convocados por los realizadores de cine argentino para sus películas -de "Nueve Reinas" a "El abrazo partido", incluyendo "Derecho de familia", "Cohen vs Rosi", "Esperando al Mesías", entre otras- y acaba de ser nominado para los Premios Gardel por su composición de la banda de sonido de "La Experiencia Judía. De Basabilbaso a Nueva Ámsterdam", el filme de Miguel Kohan. “La Experiencia Judía” fue la narración audiovisual con la que el director de “El café de los maestros” recuperó la historia de sus antepasados emigrados a América. Las variadas texturas sonoras que acompañan ese relato, su profundidad y austeridad, ahora reconocidas con la nominación, son el personal mosaico que le imprimió Lerner a ese cuento cinematográfico, que pertenece a Kohan pero con ciertas variaciones podría representar el de tantos otros judíos contemporáneos de nuestro continente.
Por Laura Haimovichi

“Al enterarme me sorprendí, no esperaba que mi trabajo para el documental de Miguel despertara interés, veo que me equivoqué. Esto valida entonces a los Premios Gardel, ya que demuestra el amplio rango de expresiones artísticas que tienen cabida. Por supuesto que la alegría fue mucha y también una motivación a seguir adelante”, cuenta el reconocido acordeonista.

Como la mayoría de los argentinos, Lerner está ahora en su casa, cuidándose. “La verdad es que me cuesta ver la luz al final del túnel aún”, admite, pero por prepotencia de vitalidad invita a que el próximo sábado 15 de agosto, el púbico participe de un concierto por streaming que dará por primera vez junto a Marcelo Moguilevsky, compañero y amigo de muchísimos años. “Es una buena forma de permitir que los músicos podamos seguir adelante”, explica el compositor e intérprete para quien hay que saber subir al escenario, pero también hay que saber bajar.

“El corazón en la garganta, el pecho lleno, los ojos húmedos: comprobar nuestra música, nuestras ideas, nuestro amor y la necesidad de compartirlo no caen”, dice en su cuenta de Facebook Moguilevsky, luego de que ambos se reencontraron por primera vez desde marzo para preparar el concierto por Teatro Delivery.

Lo titularon Klezfarad, una síntesis perfecta de su recorrido.  Nacidos de abuelos rusos y polacos que emigraron a Argentina a principios de siglo, ambos han desarrollado su propio lenguaje basado en la improvisación, combinando elementos musicales de la música folclórica argentina, el jazz, la música contemporánea y el tango.

Sefarad es el más reciente trabajo del binomio, las canciones tradicionales en ladino, algunas de su autoría y composiciones instrumentales originales conforman su nuevo repertorio con un extenso paisaje sonoro: medios electrónicos, balafón africano, hang, gongs, duduk, ney, clarinete, acordeón, armónica, arpas de boca, bombo, canto. Klezfarad reúne el ashkenazi y el sefaradí de la manera que siempre los caracteriza. No reproduciendo lo que ya fue, sino reversionando, creando y reconociendo que hay un grado cero mucho más atrás en el tiempo.

“Cuando hago lo que hago, es desde un mapa identitario que incluye a mi ser judío dentro de otras tantas fuentes, inquietudes, ancestralidades, influencias, etc. Nada de lo que me nutrió o nutre queda afuera”, aclara Lerner, quien todos los días le dedica un tiempo a crear. “Tengo esa suerte y así lo elijo”, dice. “Construyo mi vida con eso y honrando mis orígenes, pero también y a partir de haber comenzado a viajar, a conocer profundamente otras culturas, India, África, Indonesia, me reconozco parte de eso que no creía mío. Cuantos más años tengo, más amplío esos horizontes, y no está todo dicho nunca”.

Cuando murió su padre, se fue a la India a estudiar santur, una música oriental relacionada con la meditación y en 2015, con la muerte de su madre, entendió que tenia que hacer música en su velorio, tocando el acordeón. Luego se fue a Ghana, a conocer los rituales funerarios que se prolongan durante tres días y a aprender a tocar el balafón, su instrumento folclórico. Por tradición, contó entonces, a la viuda la atan con un cordel, para que no se vaya con el muerto, para aferrarse a la vida.

Sobre la pandemia, tema inevitable, se está tomando todo el tiempo posible “para no sobre-adaptarme a las circunstancias. Es decir, por ejemplo, mis círculos de tambores (junto a su hija, la percusionista Bianca Lerner) requieren de la co-corporalidad, estar juntos en un mismo espacio, tocar con el otro”, una manera de estar con los demás, siguiendo la filosofía de Martín Buber. “Esto no es posible, por supuesto, y no estoy buscando cual plataforma virtual me habilitaría a hacerlo. Mi trabajo se vio sumamente afectado, como el de tantos seres humanos. Sin embargo, mi ritual de creación diario sigue sano. He lanzado un tríptico llamado “60” que por primera vez tuvo su correlato visual, creado por mí: 3 videos con imágenes de cuarentena sobre extractos de esta música. Estos videos formaron parte de la muestra “Silencio”, del Museo de Arte Moderno de Buenos Aires. Luego, lancé Ventanas, una nueva obra que incluye justamente instrumentos de la India y África. Todo esto quien lo desee lo puede escuchar en mi Spotify”.