AMIA 2020

Prefiero el silencio...
Por Ricardo Schkolnik

En 1990, el traficante de armas Monzer Al Kassar era buscado por varios ilícitos organismos policiales y judiciales de diferentes países en estallar un escándalo de grandes proporciones -desde España a Estados Unidos y Europa, pasando por Medio Oriente, sin embargo en tiempo récord y mientras lo buscaban varios países Al Kassar había conseguido, en abril del 1992, un pasaporte argentino otorgado gracias a favores concedidos por el entonces fiscal Germán Moldes , antes Secretario de Estado de Población y Migración.

Más tarde se descubrieron nuevas conexiones de Al Kassar con el ya fiscal argentino Germán Moldes vinculados al tráfico de inmigrantes asiáticos. En la investigación sobre narcoterrorismo en Chile y Argentina, escrito por los periodistas Juan Gasparini y Rodrigo de Castro, se descubrió la desaparición de la carpeta con informes sobre Al Kassar, ocurrida en los órganos de seguridad argentinos, circunstancia en la cual involucra, entre otros funcionarios, al propio Germán Moldes, que un año antes había sido nombrado fiscal.​

Tras obtener un pasaporte argentino, mantuvo una relación sentimental con Amira Yoma, hermana de la ex esposa del presidente Carlos Saúl Menem, Zulema Fátima Yoma.​Él presentó en la Argentina un pasaporte falso de Yemen del Sur, que ya había presentado en 1983 en Málaga, lo que le valió un arresto por la Interpol. Al Kassar había declarado que estaba naturalizado argentino por la intervención personal de Menem.​

Amira Yoma, entre los 6 y los 20 años vivió en  Damasco, la capital de Siria, lugar donde aprendería a hablar el idioma árabe y del cual retornaría, en 1983, por pedido de su hermana Zulema, como representante del partido gobernante Baaz, del presidente Al Assad. A fines de 1986 se casó con Ibrahim al Ibrahim y vivieron en Wilde hasta 1989 cuando se mudaron a Capital Federal, y antes de cumplir los tres años de pareja se separaron.

En 1989, luego de la elección de Carlos Menem como presidente argentino, sería designada como directora de Audiencias de la Nación, obteniendo el despacho más importante de la Casa Rosada luego del presidencial. En los primeros años de la política era una figura emblemática en las reuniones oficiales y entre los primeros del menemismo. En 1991 debería renunciar al cargo por el escándalo del lavado de los narcodólares, que afectaría también a su exmarido Ibrahim al Ibrahim, quién era el encargado en la Aduana de Ezeiza.

Resumiendo.

Monzer Al Kassar (Traficante de armas, amante de Amira Yoma); Ibrahim al Ibrahim (ex Coronel del ejército sirio, ex director de  Aduanas, esposo de Amira Yoma); Amira Yoma (operadora del partido Baaz, traficante de dólares entre Siria y Argentina y directora de Audiencias de la Nación designada por el presidente Menem); Germán Moldes, (ex Secretario de Estado de Población y Migración y luego Fiscal de la Nación)

Salta a los ojos que el común denominador entre todos estos actores es Siria, sus operadores y con la complicidad del funcionarios del Gobierno y de la Justicia.

Ellos tuvieron las oportunidades, las posibilidades y las razones ideológicas para ser –por lo menos- investigados en relación a los atentados a la Embajada de Israel y a la AMIA. Sin embargo “la pista siria” fue rápidamente abandonada por “sugerencias” llegadas desde las embajadas de EEUU e Israel.

No es necesario ser un experimentado agente del Mossad, del MI5 o del NSA para percibir el mal olor que se desprende de  esta causa.

Hoy 26 años después me pregunto si tanto tiempo de impunidad y traición a los familiares de las víctimas hubiese sido posible sin la complicidad de la dirigencia comunitaria. Esa que todos los 18 de julio exige justicia, pero sigue alineada políticamente con encubridores.

Recuerdo a Germán Moldes con el cartel “Todos somos Nisman” rodeado de dirigentes judíos, y me invade una sensación de repugnancia.

Recuerdo a los dirigentes de DAIA afirmando que Nisman es la víctima 86 del atentado y, como judío, me da vergüenza. Todos sabemos que la víctima 86 de apellidaba Timerman.

Los veo, cada año gritando a voz en cuello “Justicia, justicia perseguirás”, y prefiero el silencio.​