La política mexicana en tiempos de pandemia

Incluso decir que el manejo de una pandemia del tamaño de la actual Covid-19 no es político es un acto político. Andrés Manuel López Obrador (AMLO), Presidente de México, ha dicho que al manejo de la crisis epidemiológica más grande que el mundo ha visto no se le dará un contexto político. Como se tratará de mostrar en este artículo, esta postura no sólo es política sino que, grosso modo, ha funcionado muy bien.
Por Renato Huarte Cuéllar, desde Ciudad de México

Para poder entender esta situación es necesario dar un contexto general de lo que implicó la llegada de López Obrador a la presidencia de México.  Después de 71 años de un régimen de partido único en el siglo XX a manos del Partido Revolucionario Institucional (PRI), en el año 2000 se dio una alternancia de partidos cuando el Partido Acción Nacional (PAN) llegó al poder.  Este partido ha albergado a diferentes grupos de “derecha”, desde grupos antisocialistas democráticos hasta grupos ligados a la Iglesia católica mexicana o inclusive, en tiempos más modernos, a grupos vinculados con grandes empresas del país.  Estos grupos con intereses económicos específicos no se distinguían de las políticas de los últimos años de gobierno del PRI, caracterizados por la privatización de la banca mexicana, la desarticulación de instituciones centralizadoras gubernamentales o la privatización de Petróleos Mexicanos, sólo a manera de ejemplo.

1988 es un año importante porque a partir de esa elección fraudulenta, los grupos de izquierda mexicanos en un espectro amplio se unen. A partir de las elecciones del año 2000 en la Ciudad de México, entonces Distrito Federal, López Obrador se convertiría en una figura central de la izquierda mexicana, llegando a ser candidato presidencial en 2006 y 2012, según la mayoría de los reportes periodísticos, con sendos fraudes electorales.  Es por ello que en las últimas elecciones y con un partido político registrado oficialmente en 2014 (Movimiento de Regeneración Nacional, alias Morena), AMLO ganaría las elecciones presidenciales, en coalición, con más de tres millones de votos que representaban más del 53% de los votos válidos. El PAN, también en coalición, obtendría un lejano segundo lugar con el 17%.  Si algo caracterizó las tres campañas presidenciales de AMLO fue el ataque constante de sus “adversarios políticos”, como le gusta llamarlos, a través de medios masivos de comunicación con campañas pagadas, bots y mensajes de figuras públicas de la televisión.  Tal vez el gran elemento que le permitió ganar en las últimas elecciones fue una campaña que estuvo dirigida, sobre todo, a las redes sociales. El resto, a partir del coronavirus.

A diferencia de otros países en donde la figura pública frente a los ciudadanos y medios de comunicación es o bien el mandatario o uno o varios de los secretarios de Estado, en el caso mexicano AMLO decidió que el Subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, el Dr. Hugo López-Gatell, quien es experto en epidemiología liderara la crisis.  De ser un personaje que no aparecería en los reflectores antes del esparcimiento del virus en boga, ha llegado a ser todo un personaje, sujeto de “memes”, parodias musicales y una presencia en redes sociales como ningún otro personaje mexicano desde el comienzo del aislamiento social.  La táctica de López Obrador en el manejo de medios ha sido única en el país, pero puesta en marcha desde el año 2000, cuando era Jefe de Gobierno del entonces Distrito Federal: de lunes a viernes a las 7:00 AM, después de tener reuniones con su gabinete, informa a los medios de comunicación lo que considera pertinente, con todo y la sesión de preguntas y respuestas.  Muy criticado ha sido este acaparamiento de la escena mediática, sobre todo ahora como Presidente, sobre todo por no dejar espacio a la “creación” de noticias, sino a orillar a los periodistas a “meramente” comentarlas.  A manera de espejo, todos los días a las 7:00 PM, incluyendo sábados y domingos, el Dr. López Gatell da las cifras, establece políticas de salud y responde a las preguntas de los periodistas.  Según él mismo ha repetido en varias ocasiones, sus informes son técnicos y no políticos, preguntas que pide se canalicen a las “mañaneras” de López Obrador.  Su talante casi estoico ante muchas preguntas que cualquier podría calificar de impertinentes han hecho del Subsecretario una figura nacionalmente conocida.  Él insiste en que ser vocero de un programa gubernamental perfectamente planeado con antelación ante una epidemia de estas magnitudes.  Con un calendario basado en estadísticas epidemiológicas se ha invitado a la población mexicana a acatar las medidas sanitarias a través de campañas de difusión y frases tipo “mantra”. AMLO ha insistido en la buena voluntad de los ciudadanos más que optar por el despliegue de la policía o el ejército como en otros países.

El subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud Hugo López-Gatell, en una de sus conferencias de prensa

Tensiones en juego

Sin embargo, la figura de López Obrador no deja de ser tensionante.  Por un lado, los fieles seguidores del Presidente, denominados “AMLOvers” no aceptarán crítica alguna al Presidente de México que ha tomado medidas, muchas de ellas polémicas, en contra de la corrupción a diferentes niveles y con una modificación de las estructuras gubernamentales encaminadas a una justicia social, según lo que prometió en campaña.  Sus “adversarios”, entre ellos el más evidente de todos, el ex Presidente panista Felipe Calderón con aspiración, no dejan de atacar por los mismos medios: críticas constantes hacia las políticas, el uso de figuras públicas del medio de la farándula o conductores de programas televisivos en contra, una campaña de líderes de opinión y “bots” de manera constante, entre otros.  Pero no hay que olvidar que detrás de todo esto están las elecciones intermedias de 2021 en donde, además de la renovación de la Cámara de Diputados y otras elecciones locales, AMLO ha puesto su propio puesto en juego ante la “revocación de mandato”.  Con justicia hay quienes quieren ver en esto un doble juego ya que es su imagen la que, en concordancia con las elecciones, harían que Morena siga siendo mayoría en el Congreso. Ningún político mexicano tiene, con todo y el desgaste natural de ser Presidente, la popularidad de AMLO.

 

Pero tampoco es tan fácil defender ciertas acciones del propio Presidente.  Mientras que sostiene que dejará que los científicos dicten las políticas públicas de salud en tiempos de crisis, saca una imagen religiosa de su cartera en señal de protección de él y del pueblo mexicano.  Esto resuena, también desde las críticas de la izquierda mexicana, laica por definición y tradición histórica del siglo XIX, en sus vínculos con círculos y personajes evangélicos a los que les encomendó repartir la “Cartilla moral” del intelectual Alfonso Reyes.  Hugo López-Gatell repite retóricamente hasta tres veces “¡Quédate en casa!” y aboga por “Susana Distancia”, personaje que por homonimia invita a los mexicanos a mantenerse alejados.  El Presidente, mientras tanto y según sostiene por respeto a una señora mayor, saludó de mano a la mamá del narcotraficante “El Chapo” Guzmán.  Este Presidente ha sido clasificado, para bien o para mal, como dicharachero y con un estilo cercano a la gente o populista, según se mire.

No obstante, el Gobierno ha dado muestras de un trabajo en conjunto.  Muestra de esto es el reconocimiento de las Organizaciones Mundial y la Panamericana de la Salud (OMS/OPS) a México como el país mejor preparado en América Latina para afrontar la crisis viral.  A través de cobrar a grandes empresas deudoras del fisco (más de 50 mil millones de pesos) se darán los apoyos económicos para reactivar empresas que no hayan despedido o dejado de pagar sueldos a sus empleados.  Además, esta semana se anunció que la propuesta del Presidente mexicano en la reunión (virtual) del G-20 será presentada conjuntamente por al menos 161 de 193 países miembros de la ONU para garantizar las cadenas de suministros médicos evitando acaparamiento y encarecimiento de productos médicos, así como un apoyo a la labor de la OMS. El último escándalo se ha dado a partir de que un conductor de noticias pidió en el noticiero nocturno de televisión abierta no hacer caso a López-Gatell.  Jamás se había visto al pueblo mexicano tan enojado por el comentario, inclusive pidiendo se le retire la concesión a la televisora.

En el fondo, están los intereses de diferentes grupos, las elecciones de 2021 y las personas e instituciones que, frente a una pandemia, toman decisiones de actuar o no, volviendo este tema profundamente político.