Bernie Sanders

La utopía de un judío de izquierda en la Casa Blanca

La aparición de un candidato como Sanders en las elecciones primarias del Partido Demócrata tiene en vilo al establishment, tanto en EE.UU. como en Israel. El senador por Vermont no llegará seguramente a la Casa Blanca, pero poco a poco, sus seguidores están llegando al Congreso, a las calles de las grandes ciudades, y sus propuestas comienzan a resonar en muchos hogares de Estados Unidos.
Por Sebastian Sclofsky

¿El fin de la esperanza?

 Considerando los últimos resultados en las primarias del Partido Demócrata, las chances de ver a Bernie Sanders convertirse en el primer judío presidente de los Estados Unidos se han alejado considerablemente. JoeB iden, ex vice-presidente y candidato del establishment demócrata, ha obtenido una ventaja de casi doscientos delegados, al superar ampliamente a Sanders en los estados del sur de Estados Unidos, y en estados claves como Michigan y Massachusetts. De cualquier manera, la primaria todavía no está definida y quedan estados claves como Nueva York, Illinois y Pensilvania.

Las posibilidades de un triunfo de Sanders se ven cada vez más remotas, y las esperanzas de millones de seguidores del senador por el estado de Vermont, en especial jóvenes, latinos, afro-americanos, indígenas, y mujeres de clase obrera, de lograr un cambio en la política estadounidense se alejan cada vez más.

El éxito inicial de Sanders en las primarias llevó rápidamente a la élite económica y política del Partido Demócrata a alinearse atrás del único candidato que podía ganar la batalla electoral y frenar el avance progresista dentro del partido. Los candidatos centristas como Pete Buttigieg y AmyKlobuchar se retiraron tempranamente de la contienda y ofrecieron el apoyo a Biden. Elizabeth Warren, la alternativa progresista a Sanders, se retiró luego de la derrota sufrida durante el 3 de marzo en el “SuperTuesday”, pero hasta el momento no ha declarado el apoyo a ningún candidato, y todo parece indicar que mantendrá su postura de no alineación, lo que le ha ganado la crítica de varios sectores progresistas.

La esperanza de un cambio en la política estadounidense con el surgimiento de Bernie Sanders y la posibilidad finalmente de dar respuesta a las demandas elevadas por el movimiento de derechos civiles en los ‘60 y los sectores radicales en los ‘70, ha sido derrotada por el ala conservadora del Partido Demócrata, que se encuentra más cerca de Reagan que de Roosevelt.

 ¿Quién es Bernie Sanders?

Bernie Sanders nació en Brooklyn, NuevaYork, en 1941, en el seno de una familia inmigrante judía de clase obrera. Su padre, Elías, nacido en Slopnice, Galicia, llegó a Estados Unidos en 1921 a los 17 años de edad. Su madre, DorothyGlassberg, nació en Nueva York, hija de inmigrantes judíos rusos. La mayoría de la familia de su padre fue asesinada por los nazis durante el Holocausto. Su madre falleció en 1960 y su padre en 1962, cuando Sanders tenía 21 años. Su hermano Larry, seis años mayor que él, inmigró a Inglaterra en 1968, y es profesor en la Universidad de Oxford y fue activista en el Partido Laborista británico.

Sanders experimentó de temprana edad las dificultades de ser hijo de inmigrantes, judíos y pobres. Sus padres eran fervientes seguidores de Roosevelt y el New Deal, el cual brindó la posibilidad a millones de familias estadounidenses de salir de la pobreza y avanzar hacia la clase media.

Sanders estudió primero en el Brooklyn College y luego en la Universidad de Chicago, donde obtuvo una licenciatura en Ciencia Política. Sanders nunca fue un gran estudiante. En esos tumultuosos años 60, encontró su vocación en el activismo político y formó parte del movimiento por los derechos civiles en Estados Unidos. Durante sus años en Chicago, se unió a la Liga de Jóvenes Socialistas, formó parte del Congreso por Igualdad Racial (CORE) y del Comité de Coordinación No-violenta de Estudiantes (SNCC). Fue arrestado durante una protesta en contra de la segregación racial que existía en la Universidad de Chicago.

Sanders fue activista también en el movimiento por la paz y contra la guerra de Vietnam, uniéndose a la Unión de Estudiantes por la Paz. Participó en la Marcha hacia Washington, organizada por Martin Luther King Jr., y el movimiento de derechos civiles, y organizó protestas contra la violencia policial en Chicago.

En 1971 comenzó su carrera política como miembro del partido LibertyUnion, un partido formado en el movimiento anti-guerra del Partido Popular. Renunció al LibertyUnion en 1977. En 1981 se presentó como candidato a intendente de la ciudad de Burlington, Vermont, obteniendo la victoria frente al candidato del establishment político de la ciudad. Fue reelecto intendente tres veces. En 1991 fue electo a la Casa de Representantes como independiente, siendo uno de los primeros independientes y socialistas elegidos al Congreso de los Estados Unidos en décadas. En 2007 se convirtió en Senador por el Estado de Vermont, cargo que ha ocupado hasta ahora.

A lo largo de su carrera política, Sanders ha sido consistente en su apoyo a las demandas de la clase trabajadora, ha trabajado contra la segregación y el racismo, los derechos de las mujeres, en especial en lo referente a los derechos reproductivos, el reconocimiento y la protección de la comunidad LGBTQ+, y ha votado contra la intervención armada de Estados Unidos. Fue uno de los pocos legisladores en oponerse a la legislación promovida por la administración Bush luego de los ataques terroristas del 11 de setiembre del 2011, y se opuso a la Guerra contra Irak.

 

Social Democracia

La plataforma política de Sanders representa un clásico programa social demócrata de estilo europeo. Una extensión y expansión del New Deal de Franklin Delano Roosevelt, que considera los nuevos desafíos de estos tiempos, en especial el racismo estructural que sigue vigente y permea a todas las instituciones políticas y sociales de Estados Unidos.

Sanders propone una suba de impuestos importante a las grandes fortunas, en particular a Wall Street, para poder cambiar la forma de repartición de la riqueza hacia abajo en vez de hacia arriba como ocurre hoy en día.

Sus propuestas más importantes incluyen la eliminación del sistema de salud vía seguros privados atados al empleo, y la creación de un sistema de salud público y universal, al igual que todos los países industrializados. Esta propuesta incluye el control y la regulación de la industria farmacéutica, controlando el precio de medicamentos, como hacen los países europeos, Canadá e Israel.

Propicia la eliminación de la deuda estudiantil, y la obligación de todas las universidades públicas de proveer licenciaturas gratuitas. El costo de los estudios en Estados Unidos es sumamente alto, y millones de jóvenes contraen deudas para poder estudiar, la cual ha generado una enorme carga económica para la gran mayoría de estas personas.

Una reforma inmigratoria que suspenda inmediatamente todas las deportaciones, que elimine al ICE (la fuerza para-militar de inmigración), la extensión de derechos de estadía a jóvenes que ingresaron antes de los 15 años de edad, incluyendo a sus padres (DACA). Y la creación de un pasaje claro y veloz hacia la ciudadanía.

Sanders propone una reforma general del sistema de justicia criminal para reducir la encarcelación en masa (Estados Unidos es el país con más presos en el mundo). Poner fin a la guerra contra las drogas, incluyendo la legalización de la marihuana en todo el país. Atacar el racismo que existe dentro del sistema de justicia, que ha llevado a un porcentaje desproporcionado de afro-americanos, latinos e indígenas a convertirse en víctimas del sistema, en particular de la extensa violencia policial que existe en Estados Unidos.

Finalmente, Sanders propone una reducción significativa del presupuesto militar, y el pasaje a una diplomacia de acuerdos en vez de una diplomacia militar. Esto incluiría, aunque no ha sido explícito en el tema, el fin al programa de asesinatos selectivos vía drones, cuyo uso se hizo extenso durante el gobierno de Obama.

Estas propuestas le han dado a Sanders una enorme popularidad entre los jóvenes, la clase obrera, en particular latinos, indígenas, y jóvenes afro-americanos, no así con afro-americanos de 40 años hacia arriba. Estas poblaciones generalmente no votan en las elecciones,y se han movilizado por Sanders en estas primarias. A esto hay que sumar la enorme supresión al voto que existe en Estados Unidos, donde millones de ciudadanos se ven incapacitados para votar a causa de limitaciones electorales, la inexistencia de financiación pública para las campañas electorales, y la posibilidad de grandes donaciones de dinero para financiar las mismas.

A pesar de la enorme movilización popular que Sanders ha generado, no ha sido suficiente para frenar a Joe Biden, el candidato conservador del partido Demócrata, apoyado por el establishment demócrata e importantes sectores de Wall Street.

 ¿Por qué es repudiado por el establishment demócrata?

Para entender el rechazo por parte del establishment demócrata hacia Sanders y sus propuestas, debemos remontarnos a los años 70 y analizar la reacción de la elite política al movimiento de derechos civiles y a los movimientos sociales que surgieron en Estados Unidos en los años 60 y 70.

Los años 60 y 70 fueron años de grandes luchas sociales en los Estados Unidos. A finales de los 60, el movimiento por los derechos civiles liderado por Martin Luther King Jr. comenzó a ampliar su popularidad y conectarse con el movimiento chicano, con la lucha del movimiento obrero, y las protestas contra la Guerra de Vietnam. La lucha contra los tres males de Estados Unidos de acuerdo a Martin Luther King: el racismo, la pobreza y la desigualdad, y el militarismo (en referencia al imperialismo estadounidense), comenzaban a unirse bajo una misma bandera. El asesinato de Martin Luther King, luego de marchar con los obreros sanitarios en Memphis, expresaba el miedo que importantes sectores de la sociedad estadounidense tenía frente a un movimiento interracial y de clase obrera.

En los años 70, los movimientos civiles se radicalizaron aún más en su lucha por una sociedad más justa, menos racista, y con menor violencia estatal. La respuesta política llegó por parte del Partido Republicano. Utilizando la ansiedad que generaba el avance social de los afro-americanos en la mayoría blanca, en particular los blancos del sur del país, ocultó su retórica racista en una retórica de criminalidad y económica. Los líderes republicanos comenzaron a acusar a los movimientos sociales de promover el caos y la criminalidad, jugando con las conocidas imágenes racistas que equiparaban a los afro-americanos con criminalidad y peligro. El alto índice de pobreza entre las minorías se debía, de acuerdo a la elite política, a la falta de ética y cultura de trabajo de las minorías, por fallas morales de los individuos y no por causa del sistema político-económico.

El resultado final de todo esto fue la llegada de Ronald Reagan al poder y el avance del neoliberalismo, junto a un conservadurismo extremo a nivel social, y la continuidad del racismo y la segregación racial por otros medios. El abandono de las políticas sociales bajo un discurso de un “Estado pequeño” llevó a la creación de un gran Leviatán punitivo, creando un estado carcelario que tiene hoy en día cerca de 2,4 millones de presos, más que cualquier otro país en el mundo, con un número desproporcionado de afro-americanos, latinos, e indígenas en las cárceles.

Este viraje hacia la derecha ocurrió dentro del Partido Demócrata también. La victoria de Clinton en 1992 no significó un retorno a las políticas sociales de Roosevelt, Kennedy, o Johnson, sino que marcó una continuidad de las políticas de Reagan con algunos matices más moderados. Mientras que en el área económica se produjeron pequeños cambios de redistribución de la riqueza, Clinton siguió la política pro-Wall Street.

En el área social, Clinton fue un eje central en el avance del encarcelamiento en masa, la militarización de las fuerzas policiales, y la guerra contra las drogas. Hillary Clinton fue un actor principal en avanzar las políticas punitivas de mano dura, con claras referencias racistas, al referirse a jóvenes afro-americanos como “súper depredadores” a los cuales hay que incapacitar.

La llegada de Obama al poder significó un cambio simbólico importante, al ser el primer presidente afro-americano en la historia. Llegó al poder luego de la gran crisis económica del 2008, pero sus políticas fueron una continuidad del neoliberalismo. Rescató a Wall Street de sus propias fallas, cuando miles de ciudadanos, en especial afro-americanos, continuaron perdiendo sus casas por la especulación financiera del mercado hipotecario. A pesar de apoyar una serie de reformas legislativas de control sobre los bancos, los préstamos, y las finanzas, y de recuperar la economía del país, la desigualdad y la pobreza continuaron creciendo.

La esperanza de una reforma del sistema de salud y el pasaje a un sistema de salud pública y universal, se vio truncada rápidamente. La creación del AffordableCareAct (ObamaCare), que permite a todo individuo contratar un seguro de salud y tener cobertura médica, sigue basado en un sistema privado de salud. El hecho de que millones de individuos hayan podido acceder a un seguro de salud fue un avance enorme, pero la cobertura de salud que estos seguros privados provee sigue siendo limitada y miles de estadounidenses continúan declarándose en quiebra a raíz de deudas por servicios médicos.

La administración Obama expandió el sistema de control inmigratorio y fue uno de los presidentes que más personas deportó, mucho más que George W. Bush. Parte de la plataforma institucional que utilizó Trump para crear las prisiones para inmigrantes, la separación de familias, y la detención de miles de menores de edad sacados de las manos de sus padres, fue creada durante la administración demócrata.

El triunfo de Trump en el 2016 marcó por un lado la reacción racista de grandes sectores de la sociedad estadounidense al primer presidente afro-americano, como también un descontento hacia la clase política que no ha dado respuesta a las demandas de millones de ciudadanos.

Este breve recorrido histórico muestra un marcado viraje hacia la derecha de la política estadounidense en respuesta a los movimientos sociales de los años 60 y 70, particularmente dentro del partido Demócrata. JoeBiden y el establishment del Partido Demócrata se encuentran más cerca de Reagan y Bush que de Kennedy o Roosevelt.

 Las verdaderas elecciones son ahora

Estas elecciones primarias en el Partido Demócrata se han convertido en las verdaderas elecciones de Estados Unidos. Es ahora donde dos modelos de país están siendo discutidos.

Por un lado, un modelo social-demócrata, inspirado en la social democracia europea que busca reducir la enorme desigualdad social y racial que existe en Estados Unidos. Por otro, está la continuidad del modelo neoliberal con algunas pequeñas reformas sociales.

La posibilidad de una victoria de Sanders se hace cada vez más remota. Sin embargo, el movimiento que Sanders lidera, ya ha provocado cambios importantes. Las políticas que Sanders promueve poco a poco han ganado el apoyo de grandes sectores de la población. En estos momentos de pandemia, la necesidad de una política de salud pública, la limitación a la codicia de las empresas farmacéuticas, y de los seguros privados, es urgente. Límites al enorme gasto militar, a la encarcelación en masa, a la represión social, y a las violaciones a los derechos de individuales por las políticas anti-inmigratorias tienen grande apoyo.

Sanders no llegará a la Casa Blanca, pero poco a poco, sus seguidores están llegando al Congreso, a las calles de las grandes ciudades, y sus propuestas comienzan a resonar en muchos hogares de Estados Unidos. El futuro dirá.

 ¿Dónde está Israel en todo esto?

Al igual que muchos judíos de izquierda en la diáspora, y diría que en Israel también, la relación de Sanders con Israel es sumamente compleja. Por un lado, Sanders apoya y defiende al movimiento sionista y al Estado de Israel. Por otro lado, Sanders ve con gran preocupación la ocupación, y el avance de la derecha xenófoba representada por Netanyahu.

Sanders, al igual que muchos miembros del Congreso, continuará su apoyo a Israel, pero condicionaría este apoyo a un avance del proceso de paz, que incluya seguridad para Israel, junto al fin de la ocupación.

El problema mayor que tiene Israel hoy en día en su relación con Estados Unidos no es Sanders, sino Netanyahu. Por primera vez en la historia, Netanyahu rompió con la neutralidad electoral que Israel siempre ejerció, y se convirtió en uno de los mayores seguidores de Trump. Esto le ha costado el rechazo de importantes miembros del Congreso, que continúan apoyando a Israel, pero no están dispuestos a apoyar al gobierno de ultra-derecha de Netanyahu.

El apoyo de Netanyahu a Trump, y su acercamiento a los regímenes xenófobos de Victor Orban, Bolsonaro, o Duterte, han alejado todavía más a la judería estadounidense de Israel. Una serie de estudios realizados en 2019 por parte de Pew Research Center, muestra un alejamiento y alienación por parte de muchos judíos estadounidenses hacia Israel.

Sanders, al igual que muchos líderes demócratas, han rechazado invitaciones a participar de AIPAC, y la grieta entre el régimen de Netanyahu, la judería estadounidense, y el liderazgo demócrata, en particular los sectores progresistas, aumenta día a día.

Colaboración en la edición periodística: Carlos Segalis