¿Qué es Hamas?
Hamas fue fundado al comienzo de la primer Intifada -en diciembre de 1987-. Su líder fundador, el ya difunto Sheik Ahmed Yassin, creó esta organización como una extensión de la “Hermandad Musulmana” originalmente egipcia que abandonó formalmente el terrorismo en los años 60. Hamas fue adquiriendo fama internacional debido a su lucha terrorista contra Israel, especialmente gracias a su brazo armado, Izzedim al Qassam, responsable del asesinato de cientos de israelíes en ataques suicidas. En el ámbito local, entre la población Palestina, si bien la resistencia armada de Hamas fue un factor que le dio popularidad, aún más importante es su labor solidaria y de asistencia social entre el pueblo palestino.
Según datos de las Naciones Unidas, hacia fines del 2005 un 64% de la población palestina -residente en los territorios ocupados- vive bajo la línea de pobreza, 1.200.000 palestinos sobreviven gracias a la caridad y asistencia de organizaciones locales e internacionales.
Las redes de caridad de Hamas le garantizaron un lugar privilegiado dentro de la sociedad palestina. Hamas, durante los últimos 20 años, construyó y mantiene guarderías y escuelas que brindan alimento gratuito (y de “postre”: adoctrinamiento fundamentalista a cientos de miles de niños palestinos), centros sociales y deportivos así como centros educativos para mujeres. Hamas supo ocupar y desarrollar un rol que la corrupta Autonomía Palestina de Yasser Arafat ni siquiera intento conquistar.
Mientas que los improvisados centros médicos del Hamas asisten a los refugiados palestinos, los líderes de Al Fatah “engordan” sus cuentas en Suiza gracias a las generosas donaciones internacionales con las que aspiraban crear un Estado palestino democrático.
Hamas obtuvo muchos votos gracias a su trabajo social y, fundamentalment,e al presentarse como una opción al gobierno corrupto de Al Fatah. La reputación de modestia y honestidad de los dirigentes del Hamas fueron claves para su victoria. Muchos de sus votantes no apoyan la línea terrorista de la organización pero sí concuerdan con sus objetivos políticos: a corto plazo un Estado Palestino en Gaza y Cisjordania con capital en Jerusalem Oriental. A largo plazo, un Estado Islámico que reemplace a Israel y devuelva a los refugiados a Palestina.
Si bien la corrupción gubernamental, y la falta de respuestas políticas y económicas de Al Fatah, fue crucial para la victoria de Hamas, también la política de aniquilamiento de la Administración Palestina llevada a cabo por el gobierno de Sharón generó un vacío político e institucional que fue bien aprovechado por este grupo terrorista.
En medio de esta caótica realidad, Hamas promovió muy efectivamente su agenda política. El intento israelí de destruir a la debilitada AP acabó con la pobre infraestructura con la que esta contaba lo que generó como consecuencia directa que la vida de cientos de miles de palestinos se convirtiera en más miserable aún.
En resumen, tres factores fundamentales contribuyeron a la victoria de Hamas:
1) la desilusión de los palestinos en lo que respecta a un posible retorno a la mesa de negociaciones, en gran parte como consecuencia del Plan Unilateral de Desconexión israelí;
2) la imagen de honestidad de Hamas, acompañada por su lucha armada (vista, por muchos, como el principal motivo de la desconexión israelí de Gaza); y
3) la ausencia de soluciones efectivas del gobierno de Al Fatah durante la Intifada y luego del retiro implementado en Gaza.
Nunca digas nunca… o ¿Jamás digas Hamas?
Básicamente Hamas propone a Israel hoy un acuerdo de facto que consiste en un cese de fuego a cambio de un Estado Palestino independiente muy bien armado.
Un cese de hostilidades pero no una solución al conflicto, en el mejor de los casos Hamas reconocería a Israel como un “Estado colonialista” ilegítimo.
Desafortunadamente, es muy probable que muy pronto los países europeos “recomienden” a Israel aceptar este tipo de situación. Ya podemos observar cómo los líderes de Hamas -aún considerados terroristas por la Unión Europea- se pasean libremente por algunas de las capitales del viejo continente.
De esta forma Hamas irá logrando lentamente apoyo internacional. El hecho de que Hamas proponga un armisticio refleja que este grupo comprende que debe tratar con mucho cuidado su nuevo status internacional. Hamas ha bajado considerablemente sus acciones terroristas sin haber cometido ningún atentado al menos desde la retirada israelí de Gaza (dejando que el trabajo sucio lo lleve a cabo la Yihad Islámica o las Brigadas de Al-Aqsa, paradójicamente, pertenecientes a Al Fatah).
La gran pregunta
La gran pregunta a responder ahora es ¿qué debe hacer Israel? ¿Negociar con terroristas o no?
Durante los años ´70 y ´80 Israel mantuvo una firme retórica según la cual jamás negociaría con la OLP -un grupo terrorista no menos sangriento que Hamas en ese entonces- que buscaba la destrucción de Israel. Arafat fue por décadas el objetivo más codiciado del Mossad. Veinte años y miles de muertos más tarde, Israel y la OLP se reconocieron mutuamente y los firmaron el Acuerdo de Oslo.
Es de suponer que, tal vez lentamente, Israel y la nueva Autoridad Palestina cambiarán su actitud. Ambos bajarán sus pretensiones, los Estados Unidos y Europa, probablemente, “destacarán” el valor que poseen las elecciones democráticas del pueblo palestino y presionarán a Israel para que admita un acuerdo con Hamas, por más frágil que este sea.
Quizás, al fin de cuentas, un acuerdo de paz en el que Hamas esté incluido sea más efectivo que uno del cual sólo Al Fatah resulte garante de lo que igual demostró que no puede cumplir.
Debemos tener en cuenta que, a pesar de que intentemos negarlo, no podemos elegir con cuál de nuestros enemigos deseamos firmar la paz.
Si realmente deseamos una verdadera solución para este conflicto, requerirá que nos sentemos a negociar con quienes menos deseamos hacerlo.
Solo nos queda esperar que no se derrame mucha más sangre hasta que esto ocurra.